A escasas semanas de que los 125 presidentes municipales del Estado de México, rindan su primer informe de labores, pocos tendrán que presumir; entre el tiempo que les llevó “acomodarse” y la incapacidad financiera que priva en todos los ayuntamientos, nadie espera grandes logros; no obstante, pese a la pobreza y “austeridad”, desde ahora, en todas las demarcaciones ya prepara gran “ceremonia” de lucimiento,de cara a la elección intermedia.
Los “morenos” que llegaron a la alcaldía gracias al efecto Amlo,dejaron pasar la oportunidad de denunciar formalmente, el latrocinio que se registró “bajo los bigotes” o con la anuencias de sus antecesores; lamentable, se malearon antes de comenzar, su silencio no es más que complicidad y evidencia de oscuras negociaciones.
Hace apenas diez meses, todo era un cochinero a nivel municipal, no obstante, cero denuncias formales en contra de quienes se llevaron hasta los focos, antes de dejar sus oficinas en los ayuntamientos del Edoméx. Nombres de ex alcaldes que la víspera salieron descreditados del cargo, no caben en este espacio; “del ramillete” sólo dos muestras: Fernando Zarmora e Indalecio Ríos (Toluca y Ecatepec, respectivamente), cuyas supuestas “travesuras” son hasta hoy sólo dichos, porque no hay en proceso ninguna investigación en su contra.
Aplica bien el adagio: “se espantan del muerto y se abrazan a la mortaja”; los morenistas aprenden rápido; aquellos que “ligaron” alcaldías y cargos edilicios en el Edoméx, han replicado cabalmente, desde “la toma de posesión” hasta las mañas de la ahora oposición, a la satanizaban por negociar las “inconsistencias” en los cabildos mexiquenses; todos se “dedican a lo suyo”, invocando el axioma: “con la vara que midas serás medido”, para dejar solo acciones que les permitan “hacer historia”, en su gestión.
Entretanto infinidad quejas, miles de reclamos y cientos de juicios laborales, están en proceso contra los ayuntamientos mexiquenses, así el pecado de nepotismo, despidos a conveniencia, salarios al antojo, obras de relumbrón, creación de dependencias y otras diabluras edilicias de todos los alcaldes, que se disuelven en “aturdidora” cantaleta que producen los coros de lambiscones, con salario pagado, por los contribuyentes...