Política

Los pecados de Elba Esther

Hace varios años, aquí mismo, escribí una columna que se llamaba “Malditos maestros”.

En ella me atreví a defender a los maestros de México, a decir que la reforma educativa no era una reforma educativa y que me parecía aberrante que en nuestro país, en lugar de perseguir a quienes teníamos que perseguir, miráramos a los profesores como a los peores delincuentes del mundo.

Obviamente recibí una avalancha de insultos porque entonces había algo así como una campaña de linchamiento hacia la figura del maestro.

En todas partes se hablaba mal de ellos, se les responsabilizaba hasta de los embotellamientos en Ciudad de México. Eran los malos de la película.

Ser maestro era ser flojo, feo, ladrón, corrupto, promotor de la violencia, de la ignorancia. Era un pecado.

Por si esto no fuera suficiente, un altísimo porcentaje de los medios tradicionales se la pasaban publicando estudios que casualmente demostraban que estábamos en los últimos lugares globales de lectura, matemáticas y de un montón de materias más.

Muchísimas personas cayeron en el juego y convirtieron a Elba Esther Gordillo en la Hitler de la educación mexicana.

En cuestión de días se difundió cualquier cantidad de historias que despertaron la ira de las multitudes y para que vea lo delicado de esto en términos de comunicación, no faltó quien, en la cúspide del odio, se atrevió a llamarla “la maestra”.

¿Sí se fija? Maestro igual a delincuente. Elba Esther igual a “la maestra”. Que mueran los maestros. Que muera Elba Esther.

Ser maestro tendría que ser un honor, un sinónimo de respeto. ¡Algo bueno!

Casi nadie se atrevió a cuestionar nada. Todo era: condena, condena, condena.

Como usted sabe, la señora fue a dar a la cárcel mientras la reforma educativa triunfaba en la mente de los mexicanos.

Lo digo así porque sigo esperando que nuestros niños se conviertan en los genios que nos prometieron cuando nos vendieron todas estas fantasías. Sigo esperando.

¿Por qué le estoy escribiendo esto? Porque ahora que “la maestra” salió de la cárcel muchas personas están en shock.

Siguen manejando el discurso que misteriosamente se puso de moda hace años y suponen que nuestros niños retrocederán en la escala evolutiva, que la educación nacional se convertirá en tierra de nadie y mil cosas peores.

No, señor. No, señora. Una cosa es la educación y otra los derechos laborales. ¿Hasta cuándo vamos a entender?

Los profesores, como usted y como yo, tienen derechos (y obligaciones) y no se vale que se los cambien de un día para otro.

Nuestros maestros no necesitan ser condenados, necesitan nuestro apoyo, condiciones que les permitan superarse, crecer y hacer bien su trabajo.

Ellos no son los malos de la película y Elba Esther Gordillo no es el diablo.

Si usted no se atreve a defender sus derechos laborales, ése es su problema. Nuestros profesores, sí.

Y ahora que estamos en una etapa de transición muchas de estas situaciones se están revisando, se están corrigiendo.

La próxima vez que le vendan una historia de terror vinculada a algún gremio de la sociedad, enfríe la cabeza y atrévase a cuestionar.

Es sorprendente todo lo que ha pasado aquí. Es sorprendente todo lo que va a pasar. ¿O usted qué opina?

¡atrévase a opinar!

[email protected]





Google news logo
Síguenos en
Álvaro Cueva
  • Álvaro Cueva
  • [email protected]
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.