Política

Israel Vallarta y los medios

Estoy preocupado por el uso ideológico de la liberación de Israel Vallarta.

De repente, en algunos lugares, en algunos medios, la nota no es la que tendría que ser: la de la justicia en México.

La nota es “¡Maldita Televisa!”, “¡Muera Carlos Loret de Mola!” Yo me pregunto: ¿Por qué?

¡Ojo! No estoy defendiendo ni atacando a nadie. Pero tampoco puedo permitir ni que nos confundamos ni que llevemos esto a donde no se tiene que ir.

Yo, como muchos profesionales de la comunicación y como muchas personas que me están leyendo, viví esa historia.

Y, perdón, aquel evento supuestamente en vivo que ha sido analizado, criticado y denunciado hasta el cansancio, no fue una exclusiva ni de Televisa ni de Carlos Loret de Mora ni de nadie.

Es más, Televisa no fue la primera televisora en enlazarse. Ahí están los testigos. ¿Ya se les olvidó? Búsquenlos.

No, y espérese. Se pone peor: prácticamente todos los medios de aquel entonces estaban ahí o transmitiendo o cubriendo. Prácticamente todos. Hasta los periódicos.

¿Por qué nadie dijo en ese momento que aquello era un montaje? Porque no parecía un montaje. Porque nadie lo sabía. Porque así era la muy sensacionalista televisión de hace 20 años.

No somos influencers de 2025 que vemos a una persona gritando en la calle, sacamos el celular, la juzgamos como si supiéramos todo lo que hay detrás y nos volvemos virales.

Le explico cómo se trabaja en esta industria: las fuentes convocan a los medios, los medios mandan a un reportero y el reportero pregunta.

El reportero no opina, no se involucra. Aunque vea que están golpeando a alguien. No puede. No debe. Luego le doy clases de periodismo. O transmite o graba.

El caso es que con el paso del tiempo se descubrió que lo que se había transmitido el día de lo de Israel Vallarta había sido un montaje.

¿El reportero hizo mal su trabajo? No. ¿El medio hizo mal el suyo? Tampoco. ¿Quién hizo las cosas mal? La fuente.

Una de las muchísimas partes sucias de esta historia es que, por diferencias ideológicas, rencores o lo que usted quiera, guste y mande, la culpa de todo lo que se vivió ese día cayó sobre el reportero Pablo Reinah, sobre el conductor Carlos Loret de Mola y sobre la empresa Televisa.

El único que acabó mal, muy mal, como todas y todos sabemos, fue Pablo que hasta escribió un libro imperdible.

A lo mejor a algunas personas les molestó que Carlos no perdiera su empleo. A lo mejor a otras les molestó que Televisa no ofreciera algún tipo de disculpa.

¿Pero disculpa de qué? Si yo voy a cubrir un evento y resulta un montaje, al que le deben ofrecer una disculpa es a mí, a mi medio. No yo. No mi empresa.

¿Por qué Televisa no le exigió una disculpa a las autoridades? ¿Por qué el señor Loret de Mola no le reclamó al gobierno? ¿Por qué el consorcio de Emilio Azcárraga no le dio ningún tipo de explicación a sus audiencias?

Porque todos los medios en todas las épocas estuvieron, están y estarán en una permanente relación de tensión con los políticos.

Siempre. Ningún sexenio de ningún presidente ha sido lindo. Unos por unas razones. Otros, por otras. Pero al final, ninguno.

No me quiero ni imaginar lo que Vicente Fox, Felipe Calderón y su gente le hubieran podido haber hecho tanto a Carlos como a Televisa si se hubieran atrevido a protestar por este asunto.

¡Ahora resulta que los pájaros le tiran a las escopetas!

Por favor no juguemos ni a los valientes ni a los baños de pureza.

¿Alguien se ha tomado la molestia de buscar las coberturas de esta historia por parte de los medios públicos de aquellos sexenios?

¿Alguien se ha tomado la molestia de buscarlas con la misma furia con la que se han buscado las de ciertos periodistas, las de ciertas compañías?

¿Qué dijeron exactamente los medios públicos mexicanos esa mañana? ¿Quiénes lo dijeron? ¿Qué informaron en esos días? ¿A poco alguna o alguno de esos periodistas se le fue a la yugular a las autoridades? ¿A poco alguna o alguno denunció un montaje?

O todos coludos, o todos rabones. Todas y todos en aquel momento caímos en la trampa. Públicos y privados. Todas y todos en aquella transmisión reaccionamos con las tripas antes que con el cerebro.

Si el país votó después por otros partidos, si Carlos se convirtió en enemigo del sistema y si ahora todos somos diferentes, ésa es otra historia.

E igual, si usted se siente superior porque siempre ha sido una persona de izquierda, ¡maravilloso! Gócelo, pero no cometa errores.

Los medios de antes manipulaban. ¿Los de ahora también lo van a hacer?

La misma Televisa, en sus noticiarios, hoy, ha estado cubriendo la liberación de Israel Vallarta. El que nada debe, nada teme. ¡Cuidado!

¿Cuáles son las notas? La muy necesaria crítica que tenemos que hacer en los medios de comunicación a la hora de cubrir cualquier cosa. ¡No vaya a ser que se trate de un montaje!

¿Qué vamos a decir? ¿Qué leyendas vamos a poner en pantalla antes de cada evento? ¿Cómo vamos a poder competir así contra lo que está pasando en las redes que es mejor y, por supuesto, peor?

Y la nota más relevante de todas: la justicia en México. Alguien está en deuda con el señor Vallarta. Alguien está en deuda con muchas historias similares que, por no gozar de ninguna guerra ideológica de ningún tipo, no brillan, no salen a la luz, no se resuelven. ¡No se vale! ¿O usted qué opina?


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Álvaro Cueva
  • Álvaro Cueva
  • [email protected]
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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