Algo bueno debe estar haciendo Andrés Manuel López Obrador como para generar acontecimientos históricos como el de ayer en el Zócalo de la Ciudad de México.
Sí, yo sé que no hay gobierno perfecto, que hubo incidentes de color y que todavía falta mucho por hacer pero precisamente por eso este informe número 18 fue particularmente valioso.
El futuro está en la continuidad, en terminar la Cuarta Transformación. ¿Así o más impresionante?
Seamos sinceros: siempre que estábamos a estas alturas del sexenio, ya fuera con Peña Nieto, con Calderón, Fox, Zedillo o con cualquiera de los otros, todo era espantoso.
Si no eran los fracasos era el cinismo, si no era la desaprobación de las multitudes eran las ganas de que esa administración terminara. Por eso llegábamos con tanta rabia a las campañas. Estábamos hartos. Siempre estábamos hartos. Era como una especie de ciclo sexenal.
Hoy las cosas son distintas. Falta un año para las elecciones, el presidente ha iniciado algo así como una gira de despedida y muchísimas personas están conmovidas, realizadas, felices. Es auténtico.
En términos periodísticos esto es insólito. Si las notas no están con AMLO, están con “las corcholatas”. La oposición es irrelevante. No interesa. No vende.
Jamás habíamos vivido algo así y, por supuesto, muchos medios y muchas personas están desconcertadas. No saben qué hacer.
Hay un punto en que los memes ya no destacan, en que los ataques sólo funcionan en nichos muy pequeños de Twitter o WhatsApp.
Bueno, ya, el colmo: a falta de argumentos para desprestigiar esto, ahora están atacando a las personas que están trabajando el proyecto de nación 2024-2030 con el argumento de que tienen más de 50 años.
O sea, si usted tiene más de 50 años, mejor retírese porque ya no sirve para nada.
¿Pero quiere que le diga lo más chistoso? Que los que lo están diciendo tienen más de 50 años. ¡Autogol! ¡No, por favor! ¡Mejor cállense! ¡Edadismo a todo lo que da!
A lo mejor usted es fan del presidente. A lo mejor, no. Está en su derecho. Vivimos en democracia. Lo que no podemos negar es la genialidad de Andrés Manuel López Obrador.
¿Qué otro presidente se había atrevido a construir una narrativa como ésta?
¿Qué otro presidente había organizado estos festivales para celebrar su triunfo electoral precisamente con el electorado, con el pueblo?
Esto es de una generosidad, de una empatía y de una congruencia admirables. No estamos hablando de bodas sorpresa, de cumpleaños con las cámaras de televisión o de fiestas privadas como antes.
El AMLO Fest fue una fiesta popular, de todos para todos, el éxito de una elección, el recordatorio de algo que fue construido por las mayorías respaldado por un gran discurso.
Los mensajes son muy claros: valió la pena. Gracias por todo. Sí se pudo. Todos ganamos. Queremos más.
A López Obrador, a diferencia de otros presidentes, no le urge irse. No se tiene que ir corriendo. No se tiene que ir huyendo.
Le urge que no se olvide que esto está funcionando, que todavía no termina y que debe continuar más allá del fin de su administración.
Qué grandes momentos. Qué gran narrativa. Qué gran liderazgo. Por eso los hashtags dicen #ElTriunfoDelPueblo y #5AñosDeLaVictoriaDelPueblo.
No me quiero ni imaginar el pachangón cuando se dé el último informe, cuando veamos el pase de estafeta, cuando la fiesta sea la del deber cumplido sumada a la bienvenida de una nueva administración. ¿O usted qué opina?