Grupo Salinas tuvo un fin de semana muy importante en términos de ficción.
El sábado pasado, antes del box, se transmitió el final definitivo de Rosario Tijeras en Azteca 7 y el domingo, en ese mismo canal, el final de la primera temporada de Hernán.
Ojo: cuando hablamos de Hernán no solo hablamos de televisión abierta privada nacional, hablamos de un cañonazo en los cables y las antenas directas al hogar gracias a su distribución en History y de un hit inmenso en plataformas digitales gracias a Amazon Prime Video, más lo que todos estamos viendo en los puestos piratas del país entero.
¿Qué le puedo decir de bueno del final de Rosario Tijeras sin venderle trama? Que fue impresionantemente bueno, justo y hasta guadalupano. El epílogo, por cierto, fue maravilloso. Como de Cuna de lobos.
¿Qué le puedo decir de malo? Que acabó en sábado, atendiendo las necesidades de otro mercado.
Aunque le haya ido bien, no deja de ser una falta de respeto para su público original.
¿Qué le puedo decir de bueno del final de temporada de Hernán sin contarle la serie? Que no había manera de ver aquello y de no amarlo, de no impresionarse, de no reconocer su belleza, trascendencia y calidad.
¿Qué le puedo decir de malo? Que esa idea de poner dos capítulos al mismo tiempo no deja de hacer ruido. Un producto así de fino merecía disfrutarse más lentamente. De lo contrario, de origen, sus episodios hubieran sido diseñados para durar dos horas.
¿Cuál es la nota? Que Tv Azteca debe volver formalmente a la producción de ficción. Más claro ni el agua. ¿O usted qué opina?
Itatí Cantoral
El domingo pasado fui padrino, al lado de grandes personalidades, de la develación de la placa del final de la cuarta temporada de la obra Testosterona.
El teatro del Centro Cultural Veracruzano estaba atiborrado. No cabía ni un alma. Éxito total.
Sí lo tengo que decir porque hoy, como nunca, son muy pocos los teatros que pueden presumir de algo así.
La gente adora esta historia de Sabina Berman. Me tocó hablar con personas que la habían visto ocho veces solo con Itatí Cantoral (hay que aclarar que muchas grandes actrices ya habían estelarizado esta producción de Isabelle Tardán).
Para no hacerle el cuento largo, esta puesta en escena de Ana Francis Mor es una de las obras más importantes del teatro mexicano de los últimos años, un fenómeno social.
¿Por qué? Porque la gente que va no solo se divierte, recibe un cúmulo de ideas poderosísimas, ideas de hoy para las audiencias de hoy sobre asuntos fundamentales de género, de poder y de mil temas más.
Yo estoy enamorado de Testosterona, porque me llega, porque estoy convencido de que es un espectáculo global, una obra monumental que le dice cosas importantes al público de México, pero también al de Seúl, Londres, Estambul y Buenos Aires.
Y porque no doy crédito de lo que Itatí Cantoral y Álvaro Guerrero, sus protagonistas, son capaces de crear en el escenario. ¡Son divinos!
En verdad me siento muy honrado de haber estado ahí y deseo, de todo corazón, que Testosterona regrese muy pronto con una quinta temporada para que más personas la puedan disfrutar, asimilar y discutir.
Es básica. De veras. ¡Gracias! ¡Felicidades!