El pasado miércoles 29 de noviembre se llevó a cabo la quinta entrega de los Premios Metropolitanos de Teatro (Los Metro GNP), la más grande ceremonia que tenemos en México en materia de espectáculos.
Sí, ya sé lo que está pensando: ¿Cómo te atreves a decir eso con el Ariel, los TVyNovelas y con todo lo que se hace en tantísimos sentidos?
Adoro el Ariel, pero mi muy amada comunidad cinematográfica mexicana es todo menos glamorosa. Su grandeza está en lo social.
En el caso de los TVyNovelas, igual. La fórmula es otra. Y ni perdamos el tiempo yéndonos premiación por premiación porque tampoco se trata de amarrar navajas.
Los Metro es lo más parecido que tenemos en México al Oscar, al Emmy y al Tony. Por un lado, hay una comunidad que la respalda. Por el otro, una multitud de instancias públicas y privadas que los hacen posible.
Y, en medio, una combinación bastante afortunada de oficio en el arte de organizar ceremonias, credibilidad y glamour.
¿A qué me refiero cuando hablo del arte de organizar ceremonias? A que esto es pesadísimo: convocar a los participantes, conseguir los lugares, firmar a los patrocinadores, cerrar calles, convocar a los medios.
Todo, desde la manufactura de cada estatuilla hasta la limpieza de los baños, implica un esfuerzo monumental, más se hablamos de una industria tan llena de vanidades, monstruos y poses como la del teatro.
¿Qué le trato de decir cuando hablo de credibilidad? Que aquí se hacen esfuerzos que no se hacen en ninguna otra parte para garantizar justicia en cada nominación y en cada premio.
No me voy a meter en detalles para ahorrarle tiempo, pero sí es de a de veras y hasta hay un jurado infantil para evaluar las obras de teatro para niñas, niños y jóvenes. ¡Felicidades!
¿Qué pasa con lo del glamour? Pasa que aquí los asistentes sí se esmeran en comunicarse a través de la ropa, el maquillaje y los peinados.
¿Por qué algo tan aparentemente frívolo es importante? Porque significa que a quienes van, les importa. Porque se manda un mensaje de esmero, de gala, de respeto al público y a la institución.
¿Qué le puedo decir de esta fiesta que no se esté comentando en ninguna otra parte?
Que fue una ceremonia magnífica. Tuve el honor de que me volvieran a invitar, pero también hice mi trabajo y revisé la transmisión en Youtube.
¡Qué belleza de premiación! ¡Qué gran espectáculo! ¡Cuánto talento! ¡Cuánta energía! ¡Cuánta emoción!
A mí me gustan mucho Los Metro porque son los únicos premios que unen a lo más culto del teatro de búsqueda con lo más llamativo del teatro comercial, con lo más responsable del teatro social.
Esto es un acontecimiento invaluable y lo más positivo de todo es el clima no de respeto, de amor, que se siente entre los nominados y los ganadores.
En contraste con otras fiestas similares, aquí no hay envidias y los que ganan en verdad flotan de placer cuando reciben su estatuilla. Es un gran reconocimiento, un gran estímulo, de corazón a corazón.
¿Qué es lo que más destaco? La magnífica conducción de Fernanda Castillo y César Enriquez, el premio especial para Margarita Sanz, el homenaje al Teatro de los Insurgentes y el reconocimiento a quienes murieron en el último año.
Margarita dio un discurso imperdible. Fue la única que, además de profundizar en sus padres, le dio las gracias a sus maestros y hasta a los más humildes eslabones en la cadena de producción del teatro.
Verla y escucharla fue hermoso, tan hermoso como la ovación a Tina Galindo cuando se le mencionó en lo del Teatro de los Insurgentes.
Pero nada como ver el desfile de quienes ya se nos adelantaron como Rebecca Jones, Chabelo, Héctor Bonilla e Ignacio López Tarso.
Por favor busque la transmisión en Youtube. Es muy larga porque inicia con la alfombra roja, de ahí pasa a entrevistas, luego viene la ceremonia y al final remata con un postshow divertidísimo donde se habla del vestuario de los famosos.
En este punto quiero felicitar públicamente a los otros héroes de Los Metro: las señoras y los señores de MVS TV. Yo que estuve ahí, en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, se lo puedo jurar:
Hicieron un trabajo maravilloso. Esa dirección de cámaras no tiene perdón de Dios de tan buena. El sonido se escuchó perfecto en televisión. ¡Qué coordinación! ¡Mis respetos! De veras.
¿Cuál es la nota? Como usted sabe, cada edición de Los Metro tiene una dedicatoria. La de este año tuvo la dedicatoria más fabulosa de todos los tiempos: estuvo dedicada al público.
Sí, a la gente que va al teatro, pero también a las nuevas audiencias, a las personas que jamás han vivido esta experiencia, a los chiquitos que apenas están formando su gusto teatral.
Se necesita mucha sabiduría, pero en especial mucha humildad, para hacer algo así. ¡Bravo! ¡Bravo! ¡Bravísimo!
Por último quisiera cerrar esto con lo que yo llamo los retos de Los Metro para las próximas ediciones.
Aunque el número de obras que se inscribe es gigantesco, en algún momento se debe mencionar y, por el más elemental respeto, los nombres deben de correr en pantalla y no hasta los créditos de salida.
Igual, hay que hacer algo para que las producciones que no se quieren inscribir, se inscriban. Siempre hay maneras. Y si no se quisieron inscribir, hay que mencionar que se les invitó.
Siempre hay que hacerlo. Año con año. Las audiencias no tienen la obligación de saberlo todo y no está lindo sentir las ausencias, especialmente con los cañonazos de taquilla.
Son retos que tal vez se puedan solucionar hasta con un código QR, pero que no se deben dejar de considerar. ¿O usted qué opina?
Felicidades a los organizadores de Los Metro 2023, al colectivo teatral pero, sobre todo, a usted, al público que va a ver las obras y que ha convertido a la Ciudad de México en una de las más grandes capitales teatrales del mundo.
¡Que viva el teatro! ¡No vemos en Los Metro 2024!