Espectáculos

Los Cantoral

Siempre que entrevisto a Itatí Cantoral comienzo con la misma pregunta: ¿Qué se siente ser hija de un genio?

¿Por qué? Porque don Roberto Cantoral, su padre, era un genio, un orgullo de México, una figura fundamental que le sigue dando inmensas satisfacciones a la cultura, al gremio de los compositores y al pueblo de nuestro país.

Yo sólo le recuerdo que su bellísima residencia ubicada al norte de la Ciudad de México se convertirá en “La casa del instituto del bolero Roberto Cantoral”, un espacio donde todas y todos podremos conocer, amar y profundizar en su vida, en su obra y en el bolero que, como usted sabe, ya es patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.

¿Por qué le estoy contando todo esto? Porque el pasado jueves 29 de agosto pude sentir como si don Roberto viviera. Fui testigo, en el Lunario del Auditorio Nacional, de un espectáculo verdaderamente imperdible que me tocó el alma: Los Cantoral.

¿Qué es esto? Yo pensaba que iba a ser un concierto donde Itatí y su hermano José iban a cantar canciones de su padre y ya.

¡No! Es un súper show donde, cuando a uno le dicen: Los Cantoral, es porque participan Los Cantoral. ¡Todos!

Los hijos, los nietos, los amigos y, lo más maravilloso de todo, el mismísimo don Roberto Cantoral.

Yo no sé cómo fue que se les ocurrió armar esto, pero me sentí en una combinación única como de show de Las Vegas con bohemia en casa de los amigos donde todas y todos nos la pasamos increíble sin importar nuestra edad, posición económica ni nada de nada.

Vi a la gente más humilde cantando a coro con figurones como Fernando de la Mora, Consuelo Duval, Luz Elena González y Alejandro Gou. Fue hermoso.

¿Cuál sería la diferencia entre este espectáculo y muchos otros que existen en el mercado?

Que aquí, todas y todos nos unimos en positivo. Que aquí, todas y todos nos unimos en amor.

Por eso le digo que sentí como si don Roberto viviera porque más allá de que en varias ocasiones lo vimos salir en una pantalla monumental, ahí estaba su amor, su amor vivo.

Vivo a través de su obra, que sigue tan vigente como cuando se compuso, como cuando se escribió, pero más vivo aún a través de su familia.

¿Cuántas familias artísticas conoce usted, en México, que puedan ofrecer un show donde tantas personas de tantas generaciones puedan hacer tantas cosas así, en armonía, por amor a su padre, a su madre y a lo que son?

Quiero que entienda el maravilloso mensaje de respeto, compromiso y unión familiar que Los Cantoral le están mandando al mundo con este show en una época donde las familias ya casi no existen, ya casi no se juntan y donde muchas veces ya ni se quieren.

Aquí es donde está el poder de este espectáculo. No hay manera de estar ahí y de no contagiarse de todo ese amor, de todos esos valores y de todos esos sentimientos.

Cuando Itatí nos presenta a su hija, por ejemplo, se nos enchina la piel. No es una estrella lanzando a su heredera. Es una mamá amorosísima confiándonos a su niña.

¡Y la muchacha canta divino! ¡Y está preciosa! Yo no sé si este show se vaya a volver a presentar, si salga de gira o si vaya a llegar a Estados Unidos, pero cuando lo vea anunciado, luche por ir.

Las anécdotas, las canciones y el humor están tejidos con una maestría apenas comparable a la de los cambios de vestuario, el talento de los músicos y la espectacularidad de la producción.

Itatí brilló de principio a fin. Se veía preciosa en cada una de sus transformaciones. ¡Qué voz! ¡Y qué gran anuncio el que hizo de que se va a incorporar a “Cabaret”! ¡Eso va a ser histórico!

José es un señorón. Tiene toda la caballerosidad de los grandes cantantes de antes, pero toda la frescura de los mejores cantantes de ahora. Y es idéntico a su papá. ¡Qué regalo de Dios!

Fuimos de “El reloj” a “El final” pasando por “Noche no te vayas”, “El triste”, “Lo prohibido”, “El preso número nueve” y muchas otras joyas de la música mexicana y aunque no le voy a vender trama para no echarle a perder las sorpresas, llegamos hasta el reguetón. ¡Así de fabuloso! ¡Así de completo!

Yo no sé qué fue lo que adoré más, si el hecho de que Itatí y José terminan caminando entre las mesas para ponerse a cantar con el público, como cualquier persona que nos abre las puertas de su casa, o ese acto de generosidad de presentarnos a nuevos talentos como Los hermanos Reyna & José, un dueto de jovencitos alucinantemente bueno.

Me hubiera gustado que vendieran en el lobby el libro de Roberto Cantoral hijo, un texto imperdible que se menciona constantemente en el show, porque llevarse a casa eso, o los discos, hubiera sido el remate perfecto.

Pero todas y todos los que fuimos nos llevamos algo igual de valioso: una experiencia de vida que supera lo artístico. Nos llevamos un poco de ese genio inmenso que fue don Roberto Cantoral.

Siempre que entrevisto a Itatí Cantoral comienzo con la misma pregunta: ¿Qué se siente ser hija de un genio?

Algo me dice que muy pronto voy a entrevistar a María Itatí. ¿Y sabe qué va a ser lo primero que le voy a preguntar? ¿Qué se siente ser hija de una genio? ¿Qué se siente ser una Cantoral? ¡Felicidades!


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Álvaro Cueva
  • Álvaro Cueva
  • [email protected]
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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