Atención amantes de los buenos contenidos, las docuseries y las investigaciones periodísticas: tienen que ver “La narcosatánica” en HBO Max.
¿Por qué? Porque representa una pieza más para entender la auténtica complejidad del rompecabezas de nuestra realidad hoy.
Es muy probable que usted no sepa nada de esta historia. Por favor permítame ponerlo en antecedentes:
A finales de los años 80, principios de los 90, se hizo muy famoso el caso de Los Narcosatánicos, una especie de secta donde había asesinatos, sexo, drogas y algo que hacía la diferencia: políticos y figuras del espectáculo.
Hoy todo el mundo puede decir barbaridad y media hasta del presidente. En aquel entonces, no. Y en el caso muy concreto del espectáculo, la cosa se ponía peor porque casi nadie se atrevía a hablar mal de las estrellas.
No le voy a contar más detalles para no arruinarle la experiencia pero una mujer, de nombre Sara Aldrete, terminó en la cárcel.
“La narcosatánica”, más que la historia de Los Narcosatánicos, cuenta la historia de Sara.
Le voy a decir la verdad: cuando vi este lanzamiento en HBO Max pensé que iba a ser una desgracia.
La razón es muy simple: esto, a diferencia de otras historias, es demasiado viejo. Ya no apela a la nostalgia, apela a lo histórico. Y si algo le da flojera a las multitudes es lo histórico.
El caso es que me puse a verla y caí cautivado. ¿Qué tiene “La narcosatánica” como para provocar estas reacciones?
Primero, el tema de género. Segundo, la brujería. Y tercero, la parte de la justicia.
¿A qué me refiero cuando hablo de un tema de género? A que ésta es la historia de una mujer. De sus errores, de sus pasiones, de su desesperación.
¿Y? El mercado está saturado de historias de mujeres. Lo interesante está en que ese infierno que vivió Sara es exactamente el mismo infierno que cientos de mujeres están viviendo en la actualidad en este país.
Las cosas no han cambiado nada. Al contrario, yo diría que han empeorado.
Ver “La narcosatánica” es fundamental para entender lo que le hacemos a las mujeres en México, para aprender lo que no se debe hacer, para impedir que estos horrores se sigan repitiendo.
Porque a lo mejor a ella le tocó una vertiente de la misoginia, pero su conflicto es eterno y aplica lo mismo para las víctimas del narcotráfico que para las de la trata de personas o los feminicidios.
¿Qué le trato de decir cuando menciono lo de la brujería? A que de un tiempo a la fecha este elemento tiende a ser borrado tanto en nuestros medios de comunicación como en las redes sociales, pero existe, se practica. Dice cosas de nosotros.
Me parece atinadísimo volver a ponerlo sobre la mesa para que veamos esta otra parte de la realidad y no nos sentamos tan perdidos frente a muchas de las películas de terror que nos llegan de Estados Unidos.
Justicia. ¿Qué onda con la justicia? Seré breve: “La narcosatánica” también es un acto de denuncia como “Duda razonable” y “Presunto culpable”.
Mientras uno la mira es inevitable reflexionar sobre un montón de irregularidades, sobre el impacto legal, en aquel entonces, de lo que se decía en la prensa sensacionalista. Es oro molido para cambiar el sistema.
Por si todo lo que le estoy diciendo no fuera suficiente, esta producción de Ximena Urrutia es una joya. Yo no sé cómo le hizo para conseguir los derechos de tantas imágenes, para encontrar esos testimonios, para recuperar videos tan viejos de lugares que ya no existen.
Es una gran aportación de la directora Pat Martínez con guión de Eduardo Donjuán y una música original de Zulu González y Esteban Aldrete que tiene todo para fascinar al público mexicano.
¡Pero qué cree! También al de Estados Unidos. Estamos ante una docuserie bicultural perfecta, emocionante, inteligente, bien hecha. No se la vaya a perder en HBO Max. En serio. ¡Felicidades!