Tenemos un problema: en este país se están haciendo un montón de contenidos verdaderamente buenos, pero ante el atascadero de opciones, el poder de las plataformas internacionales, los prejuicios y el rencor de muchas personas y de muchas instancias, esto no brilla.
Perdón, pero no lo podemos permitir ni como mexicanos, ni como cine, ni como teatro, ni como televisión ni como prensa. Tenemos que hacer algo para reorganizar el changarro y que la gente vuelva a ser feliz con nuestras industrias culturales.
Tenemos que hacer algo más allá de promover los estrenos “oficiales”. Tenemos que volver a acompañar a las audiencias en la aventura de mirar sus programas, sus películas, sus series y sus telenovelas.
Hoy, por ejemplo, es un día importante. Hoy se estrena el capítulo final de “María Félix, la doña” en VIX+ y esto tendría que ser noticia de ocho columnas, la portada de las revistas, la nota de los programas de radio y televisión, el “trending topic” de las redes sociales.
¿Por qué? Por la relevancia del personaje desde la perspectiva política, sexual, económica, humana y artística, por lo magistral de esta producción de Carmen Armendáriz, por el increíble trabajo actoral de Sandra Echeverría, de Ximena Romo, de Abril Vergara y de todos los demás.
Ya, si usted quiere llevar esto a otras instancias, por lo que dice, por el chisme. “María Félix, la doña” es muy buen chisme.
Le juro que no me he perdido ni una escena, que algunos capítulos los he visto varias veces y que sigo embelesado ante la exquisitez de esta serie. Hasta sueño con ella.
Yo, como millones de personas, admiré a María Félix, pero jamás aprecié el profundo amor que ella sentía por su hijo, lo muchísimo que luchó, que sufrió y que gozó.
Y no sé qué me tiene más escandalizado, si el tema de los eventos sexuales, los hechos de sangre, las expresiones de lesbianismo en una época donde todo eso era perseguido o las otras lecturas, las todavía más íntimas, las todavía más delicadas.
No le voy a vender trama para no arruinarle la experiencia, aunque, seamos sinceros, es una biografía que todos conocemos, que muchos presenciamos.
Lo menos importante de “María Félix, la doña” es el factor sorpresa. Aquí tenemos un auténtico manifiesto que, si nos hubiera llegado por las plataformas extranjeras de siempre, estaría en el primer lugar de los primeros lugares.
Pero, claro, como es un producto nacional que viaja por un sistema de distribución de contenidos en línea para audiencias que hablamos español, a fuerza tiene que ser mediocre, a fuerza tiene que estar mal.
Le juro que si esto lo miran en otras partes del mundo, no lo van a dejar de celebrar de tan extraordinario por lo que dice y por cómo lo dice.
Van a descubrir un México de oro, un cine nacional de auténticos prodigios, un país de mujeres y de hombres que dicen y que hacen cosas preciosas, fundamentales, inspiradoras.
No puedo dejar de sentir que esto se hizo de verdad, con amor y con un respeto de lo más admirable.
Secuencias que en cualquier otra casa productora hubieran sido asquerosamente vulgares, aquí fueron dirigidas por Mafer Suárez con un buen gusto monumental.
Imposible ver esto y no enamorarse de Ernesto Alonso, de Enrique Álvarez Félix, de Jorge Negrete, de Pedro Armendáriz, de Dolores del Río, de Diego Rivera y de Frida Kahlo.
Imposible ver esto y no horrorizarse con don Bernardo Félix, con Enrique Álvarez, con el general Maximino Ávila Camacho, con Agustín Lara, con todo ese machismo, con toda esa misoginia, con toda esa perversión.
¿Sí entiende el tamaño de personajes que desfilan por esta serie? ¿Sí capta el nivel de crítica?
¿Cuándo en la historia de México se había hecho algo así? ¿Cuándo se había hecho con esa dirección de arte, con ese vestuario, con esas joyas, con esos valores de producción, esa sutil edición cinematográfica?
Tengo tantas escenas tan grabadas en el alma. No sé usted, pero yo, por ejemplo, todavía no puedo superar la del niño vestido de mujer. ¡Esa fuerza! ¡Esos cortes! ¡Guau!
Ojalá tuviera más espacio para profundizar en esto porque se me hace muy injusto tener enfrente tantos esfuerzos de tantísimas personas tan talentosas y que no haya un aplauso, que no haya una felicitación pública.
Para mí, humildemente, esto es de lo mejor del año, de lo mejor de muchos años.
Hoy que ya está completa “María Félix, la doña” le suplico que luche con todas sus fuerzas por verla en VIX+. Son sólo ocho capítulos, el maratón perfecto. Le va a gustar. De veras que sí.
Y ojalá que pronto podamos platicar de cómo hacerle para cambiar las cosas en este negocio porque en este país se están haciendo un montón de contenidos verdaderamente buenos, pero ante el atascadero de opciones, el poder de las plataformas internacionales, los prejuicios y el rencor de muchas personas y de muchas instancias, esto no brilla. ¿O usted qué opina?