Hace unos años, en 2015, el papa Francisco hizo un llamado a su patria, Argentina, a evitar la “mexicanización”, porque contaba que había hablado con algunos obispos que le dijeron que “la cosa” estaba “de terror” por la violencia del narcotráfico, usando la figura a partir de la expresión “colombianización”, derivada de la misma realidad.
El discurso era parte de un correo electrónico que el jefe de la Iglesia católica había enviado a un concejal argentino, quien solía dar a conocer los contenidos de sus intercambios habituales con el religioso, lo que valió más tarde, si no un desmentido, sí una aclaración del Vaticano en el sentido de que jamás se quiso ofender a los mexicanos, sino subrayar la gravedad del problema en América Latina.
Culminada la misión, el sitio volverá a ser el infierno de siempre
Seis años después, la situación ha empeorado y sin mediar una declaración escandalosa, el Papa ha encomendado al nuncio apostólico en México, Franco Coppola, acudir a un municipio michoacano cuyos jirones disputan a dentelladas los cárteles de la droga, Aguililla, y en especial a un pueblo fantasma que ilustra con sus casuchas balaceadas y sus barricadas en el camino, El Aguaje, que es territorio perdido.
Hoy el nuncio recorrerá ese sitio, empeñado en hacerlo sin seguridad, donde desde el lunes se montó un operativo policiaco de recuperación, reabriendo los caminos, ante la vigilancia ininterrumpida de halcones del narcotráfico que un despistado reportero radiofónico describió como “curiosos en motocicletas sacando fotos” a los convoyes de uniformados.
Sí, será un gran espectáculo el de un nuncio recorriendo 84 kilómetros y seguramente terminará sus actividades en ese sufrido lugar sin novedad, con las quejas de algunos habitantes por la violencia, que ha expulsado a familias y ha desaparecido a otras, tomará nota y hará un pormenorizado informe a su jefe, que lo envió a dar este golpe mediático. Culminada la misión, el sitio volverá a ser el infierno de siempre.
Ya más dueño de su condición de Papa y con seis años de entrenamiento intensivo desde aquella infidencia del concejal argentino, Francisco no dudará en guardarse sus expresiones verbales o escritas, porque cualquiera puede interpretar los símbolos de su orden cumplida hoy en Aguililla: la cosa sigue estando de terror en México. _
Alfredo C. Villeda