Cultura

León-Portilla y el náhuatl

Ángel María Garibay K. (1892-1967) era un sabio del náhuatl y las letras clásicas cuyo nombre resultaba familiar a todo estudiante que cumplía con la tarea de leer libros editados por Porrúa, pues su firma era tan constante que parecía haber traducido y prologado todos los números de la colección Sepan Cuantos. Fue profesor de una eminencia del lado indigenista, Miguel León-Portilla (Ciudad de México, 1926), a quien dedicó La literatura de los aztecas, volumen editado por Joaquín Mortiz en 1964.

Cinco años antes, León-Portilla publicó una de sus obras más representativas, Visión de los vencidos: relaciones indígenas de la Conquista (UNAM), cuya versión de textos nahuas al español corrió a cargo de Garibay, a quien también agradece en el prólogo de otra obra, Quince poetas del mundo náhuatl (Diana, 1994), “por ser el primero en señalar la existencia de estos forjadores de cantos”.

Estos dos hombres, junto con Bernardino de Sahagún, son acaso los más grandes promotores del náhuatl pero, además, con la variante literaria. No son los únicos ni mucho menos, por supuesto, pues basta asomarse a los textos antes citados para hallar la huella de otros, como el poeta Rubén Bonifaz Nuño, o revisar aportaciones del exterior como el estupendo libro Le rêve mexicain (Gallimard, 1988) de J. M. G. Le Clézio.

Nezahualcóyotl, dice León-Portilla, nació en el año 1-Conejo (1402) en Texcoco, donde murió en 6-Pedernal (1472), y es una de las figuras literarias más importantes de su tiempo. “La fiesta de la palabra”, titula el Nobel francés su ensayo dedicado a ese poeta, a quien encuentra como “el más contradictorio y misterioso”, que ejerce sobre el lector contemporáneo una gran fascinación, mezclando la felicidad de una lengua exaltada y vibrante con la ambigüedad, la impresión de un sentido incierto, la fuga y el sueño, el encanto inicial de la poesía, el movimiento vivaz y frágil de la creación en que la palabra es la quintaesencia humana.

León-Portilla escribió que algunas de las volutas que salen de las bocas humanas en las pinturas murales llevan signos inscritos que conforman una especie de secuencias glíficas conteniendo los signos de agua, caracoles, flores, huellas, círculos, cabezas de animales y corazones que algunos expertos ven como “grafemas” concebidos para ser leídos siguiendo sus arreglos lineales. “Si tal interpretación es correcta, tendríamos en esas pinturas teotihuacanas de 400-450 d. C. los primeros registros existentes de cantares indígenas en América o, al menos, su enunciación sumaria en glifos”.

El náhuatl sobrevive desde entonces. Superó la Conquista, la Independencia, la Reforma, la Revolución y la globalización. Sobrevivirá a la cuarta transformación. Hoy se practica aún en todo el país, aunque en números reducidos. Según Inegi, un millón 725 mil 620 personas lo hablan, con Puebla y Veracruz como las entidades con más casos, 479 mil la primera y 384 mil la segunda. Y su poesía se difunde aún gracias, entre otros, a León-Portilla.

@acvilleda





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Alfredo Campos Villeda
  • Alfredo Campos Villeda
  • Director de @Notivox Diario. Autor de #Fusilerías y de los libros #SeptiembreLetal y #VariantesdelCrepúsculo. Lector en cuatro lenguas. / Escribe todos los viernes su columna Fusilerías
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