La estrategia de aliarse con figuras variopintas, a costa de la afinidad ideológica y de los agravios de antaño, conlleva riesgos que a menudo se convierten en bombas de tiempo que siempre, siempre van a explotar. Sin embargo, es tan común hoy en día que más bien resulta peculiar que alguna fuerza política no acuda a esa herramienta, pese a los eventuales peligros que representa.
Cuando Gabriela Cuevas apareció en un video poniéndose a las órdenes del “licenciado López Obrador”, en las elecciones de 2018, cualquier ciudadano atento a las lides políticas debió recordar que la otrora panista fue quien hizo la coperacha destinada a pagar la fianza del tabasqueño cuando los años del desafuero, con el fin de que no apareciera como víctima. Vicente Fox resumió en un tuit: “¡Qué mal te ves, Gabriela!”.
Lilly Téllez, antes reportera de Televisión Azteca que solo atinó a preguntar por partida doble al entonces presidente Enrique Peña Nieto cómo había tenido “la valentía” de proponer las reformas estructurales, en una reunión con cinco o seis periodistas, poco después se subió a la ola de Morena en la elección de 2018 con el objetivo de lograr un asiento en el Senado, desde el que ahora denuesta a diario al Presidente.
Y así pasó con Germán Martínez Cázares, que abandonó el gobierno para instalarse en el escaño que le debe a Morena para ser opositor, “independiente” dice él, que fue dirigente del PAN, y también sucedió con Ricardo Mejía Berdeja, el ex subsecretario de Seguridad que dejó botado el cargo para cumplir con sus fines políticos personales en la contienda de Coahuila.
López Obrador ya había intentado ser presidente dos veces, sin éxito. Para la tercera vuelta, en 2018, no vaciló en hacerse rodear de toda suerte de políticos con convicciones dudosas con la sola intención de ganar. Ya instalados en el poder, aquellos personajes, que a su vez solo buscaban seguir viviendo del erario, agarraron camino que no necesariamente coincide con el del mandatario.
Eso explica de alguna manera la explosión presidencial ayer contra los que llamó “traidores”, aunque nadie debiera llamarse a engaño. Los riesgos de las alianzas contra natura siempre estuvieron a la vista.