Con azoro el fusilero ha asistido a la lectura de una caprichosa clasificación que Billboard ha publicado a principios de mes con la pretenciosa meta de formar a los cincuenta mejores cantantes en siete décadas de rock. El oficio de hacer listas, ya nos ha ilustrado Umberto Eco, es propio de la especie desde los motivos de los escudos de la antigua Grecia, así que todo mundo tiene derecho a confeccionar y difundir la suya.
En materia de rock, por lo demás, no podía ser más subjetiva la formación, pero los promotores decidieron poner algunas condiciones a los involuntarios participantes, entre ellas que no fueran solistas, por lo que de un plumazo quedaron fuera Elvis Presley, Bruce Springsteen, Billy Joel, Elton John, Pat Benatar y por algún extraño criterio Joan Jett, quien lideraba The Blackhearts, pero sí incluyeron a Janis Joplin, que estaba al frente de Big Brother and the Holding Company.
Peor aún: en esa lista de cincuenta aparece Zack de la Rocha, de Rage Against the Machine, pero no Ian Gillan, que cantó igual con Deep Purple que con Black Sabbath; está Rubén Albarrán, de Café Tacvba, pero no Ronnie James Dio, la voz más poderosa del metal que hizo formación con Rainbow y Black Sabbath; figura Paul Westerberg, de The Replacements, pero no David Coverdale, de Deep Purple y Whitesnake.
Nadie estará en desacuerdo que figure en la cima de la lista Mick Jagger, voz de las Piedras Rodantes, pero Stevie Nicks, a quien este columnista rinde devoción desde niño, ¿realmente es la segunda mejor cantante de rock en setenta años de historia? Híjole. ¿De veras arriba de Robert Plant, Freddie Mercury y Paul McCartney, por citar a algunos que vienen detrás o muy detrás?
Y ya en el colmo del despropósito, Jim Morrison, sí, el Rey Lagarto, es instalado en el cajón vigesimoprimero, detrás, mire usted, de Kathleen Hanna, de Bikini Kill; de Jack White, de The White Stripes; de Chrissie Hynde, de The Pretenders (otra favorita del que escribe) y Hayley Williams, de Paramore. ¿Neta?