En las últimas semanas las discusiones versaban sobre la aprobación de la Guardia Nacional y el papel de las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC). Y como ha venido sucediendo en las últimas décadas en México, es la sociedad un actor clave, que ha sido la fiel y real oposición ante los diferentes regímenes políticos.
Una ciudadanía activa y participativa es la clave de la transformación social y la consolidación de las democracias, porque sus luchas y causas van más allá de periodos gubernamentales y banderas partidarias. Por ello debemos reconocer y fortalecer el trabajo de las OSC, en especial las organizaciones de derechos humanos, que no bajan la guardia, no importando los colores o preferencias políticas.
Porque el establecimiento pleno de los derechos humanos, implica denunciar todo aquello que nos impide desarrollarnos como sociedad, vivir en paz y dignidad.
Así, mientras los partidos de oposición -quienes cuentan con recursos públicos-, buscan negociar espacios de poder; la sociedad civil, con pocos recursos y estando fuera de la estructura del Estado, actúa con pasión y firmeza, a veces y no son pocas, hasta la vida. Hace unas horas se aprobó la Guardia Nacional con mando civil, y ello, fue gracias a la presión de la sociedad civil, la que ha estado presente luchando en favor de la democratización de México, por elecciones libres, en favor de los derechos de las mujeres, contra la corrupción, el abuso del poder, la concentración de la riqueza, por el derechos de las infancias, derechos LGBTTTI, contra la pederastia, en favor de la trasparencia, rendición de cuentas y acceso a la información; contra la discriminación, en contra del fuero y los privilegios de la clase política, sobre todo en favor de un mundo justo e igualitario, por una sociedad libre de discriminación y violencia.
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