En la democracia mexicana hemos avanzado en relación a las acciones afirmativas, para favorecer que los grupos históricamente excluidos y discriminados, accedan a los cargos de elección popular; pero su consolidación y permanencia, va de la mano del fortalecimiento de la democracia, desde abajo, desde lo local.
Debemos tomar en cuenta, que se puede acceder a un espacio de representación, pero no necesariamente a las principales toma de decisiones, en específico a nivel municipal, donde de acuerdo con la configuración del sistema electoral municipal, los contrapesos, están limitados, más bien negados, sobre todo en la conformación de los cabildos.
Por ello retomaré la teoría democrática liberal, que enfatiza que los liderazgos políticos de un país deben ser designados mediante elecciones. Aquí la democracia y las elecciones están fuertemente unidas, (este rasgo de la democracia es la diferencia de otros métodos políticos de elección) ya que “sin la abierta competencia por el poder entre fuerzas sociales y agrupaciones políticas, no hay democracia”.
Un gobierno para ser reconocido como legítimo y democrático, debe de estar respaldado por elecciones libres, universales y competitivas, de esta manera las elecciones servirán para legitimar al sistema político.
No podemos olvidar que todo lo referente al poder político es sumamente politizado, y los sistemas electorales no son la excepción. Hay variables sociales y políticas que pueden determinar el tipo de sistema electoral, pero sin duda las variables más importantes son las políticas. Serán los actores políticos quienes decidan en qué medida cuentan las variables sociables en la elaboración y aceptación de un sistema electoral.
Sobrerrepresentación
Hablar de la sobrerrepresentación, es referirnos a un sistema electoral que otorga más espacios a un partido, candidatura común y/o coalición, que el porcentaje de votación.
Cabe mencionar que la representación proporcional (que permite equilibrar los votos obtenidos con la representación en los espacios legislativos, incluido el cabildo) y los límites a la sobre representación. Recordamos que la fracción V del artículo 54 menciona que al momento de repartir las diputaciones por representación proporcional y al sumar las curules ganadas por mayoría, un partido no puede tener 8% más legisladores y legisladoras de lo que sacó de porcentaje de votación.
“V. En ningún caso, un partido político podrá contar con un número de diputados por ambos principios que representen un porcentaje del total de la Cámara que exceda en ocho puntos a su porcentaje de votación nacional emitida. Esta base no se aplicará al partido político que, por sus triunfos en distritos uninominales, obtenga un porcentaje de curules del total de la Cámara, superior a la suma del porcentaje de su votación nacional emitida más el ocho por ciento”.
Es decir, tenemos que cuidar y fortalecer la representación proporcional, así como los límites a la sobre representación, porque son elementos clave de la democracia. de hecho, no se podría entender el transitar de un régimen de partido hegemónico pragmático a una democracia multipartidista, con un sistema de partidos competitivo. Cabe recordar los alcances de la reforma política electoral de 1977, cuando abre la posibilidad a la oposición de llegar a los espacios legislativos a través de la representación proporcional (el antecedente las diputaciones de partido).
Además, debemos mencionar que fue desde 1996 cuando a nivel constitucional se establecieron los límites de la sobrerrepresentación a las bancadas de los partidos políticos en el legislativo federal (y local). Sin embargo, a nivel municipal, fue un tema que no se puso en la agenda.