La implementación de un plan de estudios en la educación básica implica necesariamente la reflexión sobre distintos elementos que esta presentes: la política curricular, la formación docente, el colectivo docente, las prácticas pedagógicas, los materiales, la gestión pedagógica, entre otros.
Se requiere de un planteamiento claro que oriente a las maestras y los maestros, primero sobre su comprensión profunda, después sobre su puesta en práctica. La lógica de implementación de planes de estudio anteriores ha sido con énfasis en la ejecución, y parece que en la actual política este proceso se repite.
El actual plan de estudios exige a los docentes un estudio cuidadoso de sus fundamentos filosóficos, políticos, educativos y pedagógicos para comprender la lógica de su estructuración. Particularmente requiere de adentrase en el conocimiento del enfoque humanista, el pensamiento crítico y en las nociones de democracia, inclusión, equidad e interculturalidad.
El reto no es sencillo, porque implica pensar en procesos formativos amplios y permanentes que vayan más allá de las sesiones de Consejo Técnico y que generen en los docentes una ruptura paradigmática en relación a la tradición pedagógica que ha caracterizado las prácticas escolares. Se requiere pensar en posicionamientos político-pedagógicos diferentes, que respondan a las exigencias que plantea la sociedad actual y a la emergencia de los temas diversos que la constituyen (diversidad, inclusión, equidad e igualdad de género, valores, estética, vida saludable).
A la par de los procesos formativos para la comprensión del plan de estudios, es pertinente una reflexión permanente sobre la práctica. La reflexión (…) nos libera de la actividad meramente impulsiva y rutinaria (…) nos permite dirigir nuestras acciones con previsión y planear de acuerdo con las metas que deseamos alcanzar tomando en consideración los propósitos de los cuales estamos conscientes. Nos permite saber que queremos lograr cuando actuamos (Dewey, 1993:17)
En el mismo sentido, autores con Schön, Giroux, Freire; Lipman, plantean la necesidad, y posibilidad, de que los docentes reflexionen como un dispositivo para la acción, una acción más articulada y con sentido pedagógico. Desarrollar una práctica reflexiva permite un acercamiento desde distintos ángulos a la realidad escolar además de problematizarla. Esto constituye un punto de partida para encontrar más sentido a la teoría. Articular la teoría y la práctica se convierte así en la esencia de una práctica reflexiva.
Si esto es así, el plan de estudios encuentra sentido en la práctica. Ya no se presenta como algo ajeno, sino que los docentes articulan su planteamiento con la realidad escolar que viven cotidianamente. Por estas razones, es como se advierte la necesidad de que la política curricular se acompañe de procesos formativos permanentes y claros para los docentes.
Es importante tener presente que el currículo se presenta como un dispositivo de cambio social, y particularmente del sistema educativo de cualquier país. El plan de estudios 2022 se presenta como ese dispositivo que coadyuvará a la transformación educativa y social, es conveniente entonces que los esfuerzos institucionales (materiales, presupuestales, de equipamiento y de infraestructura) se centren en apoyar la tarea de quienes serán los responsables de su operación: las maestros y los maestros. Si no queremos asistir a la puesta en marcha de un plan de estudios más, es urgente tomar las decisiones políticas, educativas y pedagógicas pertinentes.
Alfonso Torres Hernández