Transitar a que el colectivo docente de una escuela se constituya como una comunidad de aprendizaje requiere de un elemento indispensable que es el aprendizaje entre pares. Esto significa asumir un posicionamiento diferente ante el conocimiento y el aprendizaje. Las maestras y maestros deben desprenderse y guardar distancia de las tradiciones pedagógicas que dominan su labor, particularmente aquellas que los han llevado a desarrollar acciones en lo individual y aisladas del sentido de la escuela. Lo anterior implica un análisis reflexivo del modelo pedagógico y de gestión que prevalece en sus formas de comunicación entre docentes. El aprendizaje entre pares invita inicialmente al diálogo sobre el “hacer de la práctica”, cuestionar sus posicionamientos y conversar sobre acciones alternativas que los lleven a zonas de posibilidad de transformación.
El aprendizaje entre pares implica poner en común el saber pedagógico que se ha construido en la experiencia docente, en las aulas y en la escuela. Un saber que escasamente se socializa y que muchas veces queda invisibilizado e inmovilizado al no compartirlo. También implica reconocerlo como un espacio de encuentro, un encuentro con el sentido social y pedagógico de la profesión docente. Se piensa y se actúa en común. No se agota únicamente en la reunión cotidiana de los Consejos Técnicos, sino que se establece una sistematicidad en las tareas y compromisos que se adquieren. Se enfatiza en la colaboración colectiva para la construcción de sentidos y significados comunes. El carácter democrático y participativo es inherente en el aprendizaje entre pares, además de ser esencial para una comunidad de aprendizaje.
Cerda Taverne et al. (2011) nos dice que “El concepto aprendizaje entre pares implica la valoración del conocimiento generado en la práctica cotidiana, que es experiencial y que tiene sentido para quienes lo han producido y utilizado. Cada sujeto que intercambia, comunica y analiza, con otros sus conocimientos, pone en juego sus habilidades y competencias, las que se incrementan producto de esa interacción. Para que se produzca esta situación de inter-aprendizaje, es importante que quienes participan del diálogo y reflexión reconozcan al otro como legítimo para aprender de él, en tanto es un par en el oficio. El otro, aunque tenga diferentes conocimientos, experiencias y expectativas, constituye un aporte a la reflexión porque justamente es la diversidad la que permite abrirse a nuevas miradas, cuestionamientos y reflexiones” (pag. 4).
El aprendizaje entre pares permite la autocrítica de nuestra propia práctica, se asumen con honestidad las debilidades y las fortalezas. El posicionamiento dialógico permanente lleva a la construcción de un proyecto común para la escuela. El saber pedagógico se constituye en dispositivo de diálogo y transformación. Nos ofrece la posibilidad de reconocer al otro en toda su magnitud y potencia, al igual que a nosotros mismo. El aprendizaje entre pares no se condiciona a lo instituido, se desarrolla en el ámbito de lo instituyente motivado por el deseo de cambio y tránsito en la acción pedagógica.