Sí, ya sé que “dejó de ser noticia”; que el incendio ocurrió hace varios días, y que el mundo anda en otras cosas. No sé si hoy viernes, el tema informativo más destacado en los medios, tenga que ver con la “recaudación récord” por el estreno de “Avengers Endgame”. Pero en mi mente persiste la imagen de una fotografía que se hizo viral cuando los bomberos lograron entrar en el recinto principal de Notre Dame: La de la cruz intacta en el altar. Inmediatamente se habló de “reconstruir” la catedral, y en un par de días fueron recaudados 850 millones de dólares para tal propósito. ¿Y la cruz? Me pregunto si no debemos trabajar al respecto. No me refiero al “objeto” como tal, sino a la esencia de la misma. ¿No debiéramos ocuparnos en “reconstruir” lo que “se ha quemado” en torno a la cruz? La relevancia de la cruz radica en que en ella murió Dios hecho hombre en la persona de Jesucristo. En la cruz Jesús estuvo colgado durante seis horas antes de decir “consumado es”, y entregar el espíritu. ¿Qué fue consumado? ¡¡El pago de nuestros pecados!! Jesús, quien como dijo Pedro, “no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca”; Jesús el perfecto, intachable, misericordioso, lleno de amor y de bondad; él mismo tomó nuestros pecados sobre su cuerpo, y pagó por nuestra paz y libertad asumiendo nuestro juicio y castigo de una manera horrenda en la cruz del Calvario. Desde la cruz Él dijo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. El Nuevo Testamento dice que “Dios no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues Él es quien da a todos vida..” (Hechos 17.24-25). ¡A Dios no le impresionan las edificaciones humanas! Jesús mismo profetizó que “no iba a quedar piedra sobre piedra” del hermoso templo de Jerusalén, y así ocurrió en el año 70 dC. cuando Jerusalén fue arrasada por Tito al frente del ejército romano. La cruz grita al mundo, que lo que a Dios le importa profundamente es cada ser humano. Él quiere rescatarnos de nuestras ruinas a causa del pecado. Él quiere “reconstruirnos” viniendo a morar en nuestro corazón. Él quiere salvarnos de las llamas eternas del Infierno. Dios se apasiona por ti y por mí. Ese es el sentido de la cruz. Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo. _
