La tragedia en una escuela primaria de este pequeño poblado de Texas ha avivado nuevamente el debate sobre las armas de fuego en los Estados Unidos, país en donde según datos del “New Journal of Medicine”, estas son ya la principal causa de muerte en niños.
Y es que, según algunos analistas, en la Unión Americana hay algunas normas que podrían mejorarse para adecuarlas al sentido común. Por ejemplo, en 1984 el Congreso promulgó la ley llamada “National Minimum Drinking Age”, en la que se estableció que 21 años era la edad mínima legal para comprar bebidas alcohólicas. En contraparte, cualquier persona a partir de los 18 años puede adquirir armas de fuego, tal como ocurrió con el atacante de Uvalde.
Encuestas del 2021 indican que 85% de los republicanos y 90% de los demócratas apoyan evitar que las personas con enfermedades mentales compren armas. 70% de los republicanos y 90% de los demócratas aprueban que se revisen los antecedentes de una persona que pretende comprar un arma. De los norteamericanos, 66% aprueba la creación de una base de datos federal para rastrear la venta de armas. Finalmente, 74% de los estadounidenses apoya las llamadas “leyes de bandera roja”, que permiten a la policía o la familia presentar peticiones a un juez para despojar de armas a personas que puedan considerarse un peligro para sí o para otros.
Pero no solo son los gobiernos los que deben aplicar el sentido común. Por ejemplo, nosotros podemos hacer un alto en nuestra ajetreada vida, y buscar individualmente la intervención y ayuda divina que tanto necesitamos. Y es que también nuestro mundo interior puede descomponerse gravemente.
Dios desea tener una relación personal con cada uno de nosotros porque nos conoce a la perfección y sabe todo con lo que lidiamos y lo que se alberga en nuestro corazón. “Vengan a mí todos los trabajados y cargados y les daré descanso…Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” nos dice Jesús.
Él pagó ya en la cruz el precio de nuestro perdón y redención. Jesús triunfó ya sobre la tentación, el pecado, Satanás y la muerte. Y el mismo Jesús que está sentado a la diestra del Padre intercediendo por nosotros, quiere entrar en nuestro corazón y darnos vida nueva.
Jesús promete nunca dejarte ni desampararte. Cree y verás.
Alejandro Maldonado
