En 2012, durante la segunda campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador, los promotores de su candidatura y plan de gobierno se reunían en el World Trade Center con él para realizar foros temáticos. Hablaban de sus planes en educación, salud, seguridad, etcétera. Al final, todos caminaban por los pasillos hacia un salón más reducido donde los reporteros esperábamos el resumen de lo que acordaron y respondían preguntas.
Entre los asistentes permanentes estaban Claudia Sheinbaum y Andrés López Beltrán, que acudía con su novia de aquel momento.
Eran personas comunes y corrientes. Sin lujos, sin choferes, sin escoltas, sin camionetotas esperándolos afuera.
Lo mismo ocurría con otros integrantes que promovían a AMLO por el país con mucho esfuerzo y hasta con sus propios recursos, como hacía Luisa María Alcalde en Chihuahua.
Era muy clara la diferencia entre ellos y quienes desde el poder promovían a AMLO: los dirigentes de los partidos de la coalición, senadores, diputados y ex gobernadores, que sí tenían chofer, camionetas de modelo reciente y no ocultaban la vida que llevaban. Jesús Zambrano, Alberto Anaya, Dante Delgado, Ricardo Monreal, Manuel Bartlett, por mencionar a algunos.
El líder del movimiento siempre defendió la austeridad, vivir en la justa medianía y no ostentar mientras la mayoría del pueblo vivía en pobreza. Pero desde entonces cada quien hizo lo que le dio la gana.
Algunos sufrieron las consecuencias, como César Yáñez, que se casó rodeado de lujo y excentricidades en Puebla, o Santiago Nieto, que alquiló el hotel más exclusivo de Antigua Guatemala para su boda con Carla Humphrey. AMLO los hizo a un lado.
Ahora el que tiene los reflectores encima es su hijo, su heredero en la política, al que le cansaron nueve meses de “jornadas de trabajo extenuantes” como secretario de Organización de Morena.
Dice Gerardo Fernández Noroña que para Benito Juárez, vivir en la justa medianía significaba tener lo que puedas pagar con tu sueldo. Pero los sueldos de los funcionarios públicos, como líderes de partido, legisladores, integrantes del gabinete no alcanzan para la vida que se dan.
Frente a la mayoría de mexicanos podrá parecer mucho dinero, pero no coincide con su estilo de vida.
Durante años promovieron “el cambio verdadero”. Ahora queda claro que lo verdadero es la hipocresía del movimiento.