Los saludo con mucho gusto y les quería platicar un poco de la vida detrás de las cámaras de las golfistas profesionales. Estas anécdotas son de vivencias en la gira Epson Tour que me han marcado a nivel personal y dado esperanza en la naturaleza bondadosa del ser humano.
Mucha gente nos pregunta que si el tour nos paga los viajes, el hotel, etc. Y que padre viajar por el mundo jugando golf. Sí, es padrísimo, pero nadie te paga nada ni te regala nada. Cuando te haces profesional te conviertes en una empresa en la cual tú eres la presidenta, directora, coordinadora, contadora, agente de viajes, chofer, cargadora de maletas, y muchas veces caddie.
Nosotras tenemos que tocar (muchas) puertas para buscar patrocinios y pagar todos los viajes e inscripciones, por lo cual no siempre terminan siendo tan lujosos.
Por eso el trabajo de XUNTAS es tan importante, porque nos echa la mano en algunas de estas cosas. Muchas veces nos vamos en coche sardina de torneo en torneo, o comemos ensaladas de atún hechas con mucho amor en el cuarto del hotel. Pero algo que me ha impresionado ha sido la generosidad de la gente. En la mayoría de los torneos de Epson, el tour contacta a familias locales que estén dispuestas a recibir jugadoras durante una semana. Abren su casa a gente extraña con tal de ayudarnos en nuestro camino y alivianar un poco los gastos. Esta parte es la parte más humana de lo que hacemos. Llegas con una familia y te reciben con los brazos abiertos, nos presentamos y luego te llevan a tu cuarto de princesas o de Harry Potter dependiendo de lo que hayan escogido sus hijos para decorar antes de irse a la universidad y ya no vivir en casa.
La generosidad de la gente te llega al corazón y se convierten en familia al cabo de una semana. Muchas veces te cocinan, incluyendo cualquier dieta en la que estés, ellos se ajustan, organizan actividades para distraerte un poco como ir al cine o a hacerte manicure, y es hermoso ver cómo el golf puede llevarte a lugares y con personas con las que nunca en la vida hubieras coincidido de no ser por tener en común este gran deporte.
Una vez íbamos a llegar a casa del Sheriff de la ciudad y pensamos, wow debe de ser un caserón con mil cuartos, pero no, era una casa de un tamaño normal tirándole a chico porque ya solo vive él ahí con su esposa y no necesitan más, sin embargo, nos recibieron a cuatro, dos en el cuarto de arriba y dos en el sótano, una en la cama y la otra en el colchón inflable.
En otra ocasión, en el sótano donde nos quedamos se escuchaban ruidos arriba y descubrimos que era un ratón, así que le pusimos Mickey Mouse y nos reíamos cada vez que lo escuchábamos.
Pasar de tener una familia a tener 25 por todo Estados Unidos, es algo que te llena el corazón.