
En un mundo en el que la preocupación, la queja, culpar y señalar son la norma, la felicidad en ocasiones se observa como algo utópico, superficial y hasta incómodo.
Hemos relacionado el vivir felices con la ignorancia, el desapego con la realidad y hasta lo banal. Muchos vivimos sumergidos en una cultura en la que el ojo crítico se relaciona con la inteligencia, el intelectualismo y la seriedad, que en la mayoría de las ocasiones se sostiene por un enojo, un constante reclamo y un resentimiento no resuelto que subraya la conversación a nivel más profundo.
En esta cultura “realista” se toma una postura y, desde esa trinchera, se ataca y reclama con el fin de ver un cambio. Pero, ¿será ésta la única manera de transformar una condición social disfuncional? ¿Nos ha llevado lejos?
Lo que sabemos, hasta ahora, es que cualquier ganancia social nace de permitir que surja algo nuevo, de engrandecer la visión, de vernos a nosotros y otros desde la luz de lo posible. Nace también de establecer nuevas conversaciones, más asertivas, que se dirijan a la construcción y que, como nos enseñaron maestros como Mandela o Gandhi, incluyan la transformación de ambos participantes.
Veamos, cuando decides que el otro sea la causa de tu lucha y lo sostienes como el enemigo, suceden varios fenómenos. Primero, no te reconoces como parte del problema, solo ves desde una percepción de separación, en la que divides a los seres humanos entre buenos y malos, lo cual es muy infantil. Al tomar esta postura, no ves el resultado social que damos en conjunto y esto ciega la oportunidad de cuestionarte: ¿cómo esto que ataco en ti a lo mejor de alguna manera vive en mí?
Por ejemplo: si atacas la desintegridad, la corrupción, la ignorancia etc. ¿Podrías estar 100 por ciento seguro de que en tu vida esto no existe ni en la más mínima exposición? A lo mejor no de la manera que lo ves en el exterior, pero, ¿estás seguro de que vives en tal rectitud que tu posición de mayor asertividad es corregir a otros y no a ti mismo? ¿Podrías cambiar en ti lo que criticas fuera, vivir tu contribución a través de tu ejemplo y no desde tu lucha en que otros cambien primero?
Una vez que dejamos de crear antagónicos, nos volvemos conscientes, responsables y, desde esta revelación, pierde interés el ojo crítico que se origina del enojo, porque lo sustituye la comprensión y el entendimiento. Nos volvemos personas no reactivas, sino asertivas, y las interacciones se vuelven a la contribución de un nuevo mundo. Este es un punto importante a comprender, ya que abre la posibilidad de atrapar la felicidad anhelada y vivirla como un nuevo estado de consciencia que, lejos de llevarnos a la ignorancia, nos invita al acceso de nuestra sabiduría, a convertirnos en personas flexibles, dispuestos a escuchar, a ceder el paso. Estas acciones alimentan nuestra visión del mundo y no la conversación del ego, que se nutre del miedo, tanto individual como colectivo.
Hemos visto claramente a dónde nos lleva el temor: a vivir a la defensiva, a culpar de manera compulsiva y vivir en trincheras cargadas de títulos, discursos y palabras sofisticadas que modifican poco a largo plazo.
¿Qué tal si le diéramos espacio a la paz, a vivir satisfechos? A lo mejor reconoceríamos que nosotros éramos parte del problema que tanto deseábamos mermar.
Hay varias frases que me han dado claridad para darle espacio a la felicidad…
− “Para que haya claridad en una relación solo es necesario que uno esté en paz” - Byron Katie
− “Donde pones tu atención, lo haces más fuerte” - Ley de la Física Cuántica.
− “No puedes transformar un problema desde el mismo estado de consciencia que se crea” - Albert Einstein.
Si estás agotado, si vives en un mundo lleno de guerras internas, si la vida se ha vuelto un laberinto sin salida para ti, como fue durante años para mí, te invito a que te preguntes:
− ¿Estás seguro de que lo que deseas lograr en tu vida no lo conseguirías desde la felicidad?
− ¿Sabes por hecho que lo que ves como real y tus reacciones te llevan a los resultados que deseas?
− ¿Crees que si dejas de luchar no podrías conseguir lo que deseas, que no hay otros caminos?
Ser conscientes del poder que tiene una presencia feliz, abre el cuestionarnos si es a través de rutas más sencillas como lograremos que la sabiduría que vive en cada uno surja para que unidos vivamos en conjunto la evolución humana.
Alejandra Llamas*
*Escritora especialista en desarrollo humano