Hace unos años vi una entrevista donde le preguntaban a un medallista olímpico a qué le atribuía su éxito a tan corta edad. Él se quedó pensativo y después sonrió, mientras contaba que cada vez que él tenía un mal día en su entrenamiento y quería renunciar, su mamá lo apoyaba diciéndole: “Puedes renunciar, pero no hoy”. Continuó relatando que ella le decía que ese tipo de decisiones no se deben tomar por un mal día ni bajo tristeza, enojo o frustración. Recordó que ella, en esos días difíciles, le explicaba que lo apoyaría en renunciar, siempre y cuando tomara la decisión después de un buen día. Este chico, campeón olímpico, adjudicaba su éxito a haber sido resiliente en su meta y haber contado con el apoyo incondicional de su madre.
La enseñanza de esta historia la utilizo de manera personal de forma constante y se las cuento a mis pacientes cuando los noto frustrados con algún problema de salud. Yo, por ejemplo, ahora que escribo mi tercer libro, de pronto hay días donde me siento bloqueada y quiero dejarlo todo, pero no me lo permito y recuerdo “puedo renunciar, pero no hoy”, y agrego: “hoy descanso”. Cuando las personas tienen metas en salud, piensan que los cambios serán rápidos y esto dista de ser cierto, pero lo creen así pues la mercadotecnia nos ha llenado de información falsa sobre “productos milagro” que prometen resultados inmediatos. Entonces, cuando mis pacientes ven cambios positivos lentos, se pueden sentir decepcionados y con ganas de tirar la toalla y, en vez de aleccionarlos, decido apoyarlos: “Hazlo, pero no hoy. Deja todo a un lado el día que te estés acercando a tu meta, pero no hoy por tu frustración”, y les sugiero “sé flexible y descansa. Mañana continúas”.

Si nos vamos a las consecuencias genéticas de tomar este tipo de decisiones debemos saber que existen marcas sobre los genes llamadas “epigenética”, que se desarrollan mediante las experiencias vividas. Está documentado que los miedos y las emociones se heredan mediante estas marcas y condicionan nuestra personalidad. Si evitamos renunciar al primer signo de estrés o tristeza, podremos modificar nuestra epigenética para ver las situaciones adversas como una oportunidad de parar, analizar y mejorar, en lugar de verlas como una señal para huir. Lo anterior nos protege a nosotros y a nuestras futuras generaciones, creando y heredando mayor resiliencia emocional.
Para ti que hoy buscas mejorar tu salud: ya sea dejando de fumar, comiendo mejor, haciendo más ejercicio, cambiando tus rutinas, etcétera, debes saber que el cambio nunca es lineal y mucho menos inmediato. Sé consciente de que habrá días difíciles pero no te permitas renunciar en ese momento. La única forma de salir de tu zona de confort y crecer es atreviéndote a lo nuevo y lo nuevo da miedo, pero tal como dice mi amiga psicóloga Daniella Rodríguez:“Disfruta el miedo porque dura poquito, eso que sientes es tu conciencia dándose cuenta de que estás por hacer algo grande”.
Quizá la gente no vaya a reconocer nuestro esfuerzo con una medalla olímpica, pero todo aquello que logres en tu vida y te acerque a vivir más y mejor, sí que te vuelve un campeón capaz de influir en generaciones siguientes en pro de su salud. Y por último, por favor recuerda que nada de lo anterior se aplica a situaciones donde estás en un peligro inminente, hablando de violencia física o psicológica, de ello sí que debes huir y buscar ayuda lo más pronto posible.