
¿Quieres que tus hijos crezcan saludables? ¿Te gustaría blindar su salud y darles herramientas para evitar enfermedades? Invierte en el deporte. No se trata solo de dinero, sino de tiempo. Que aprendan, disfruten y adopten el deporte como estilo de vida.
El deporte no es solo recreación, sino una inversión a largo plazo. Las actividades deportivas tienen el poder de moldear la salud, autoestima y resiliencia de los niños para toda la vida.
Estudios recientes muestran que los niños que disfrutan el deporte, en lugar de sentir presión (por parte de sus padres o coaches) tienen 80% más de probabilidades de seguir practicándolo en su adultez. Por lo tanto, un enfoque adecuado y ajustado a cada etapa de desarrollo es clave.
Como padres sin experiencia en psicología o pedagogía deportiva, podemos sentirnos inseguros sobre cómo guiar a nuestros hijos. A continuación, te explico qué buscar en sus actividades según su edad.
En la etapa de la primera infancia (de los 2 a los 5 años), es esencial fomentar el movimiento y la exploración natural. La natación es una actividad ideal, que además es un seguro de vida para evitar accidentes.
También están los juegos libres y actividades psicomotrices para desarrollar la coordinación motora básica. Busca un lugar donde puedan aprender con entrenadores que valoren el juego como una herramienta educativa, y evita ambientes competitivos o poco respetuosos.
El respeto y la paciencia son fundamentales para que se sientan cómodos con el ejercicio.
Después sigue la niñez (de los 6 a los 11 años). Aquí, los niños pueden comenzar a desarrollar habilidades deportivas más específicas. Sin embargo, evita la especialización temprana.
Motívalos a conocer diferentes deportes, no solo uno. Invítalos a que combinen práctica en equipo con la individual, ya que garantizar un enfoque en el desarrollo personal y social es crucial (Ejemplo: futbol soccer y tenis, basquetbol y natación, gimnasia y beisbol, etcétera).
Recordemos que 70% de los niños abandona el deporte a los 13 años por la presión excesiva de adultos, humillaciones, falta de diversión y lesiones por sobre exigencia.
A esta edad, asegúrate de que su entrenador esté capacitado: observa cómo se comunica con ellos, verifica si tiene formación en desarrollo infantil, y cerciórate de que priorice la seguridad y la diversión sobre los resultados.
En la adolescencia temprana (de los 12 a los 15 años) el deporte es una herramienta valiosa para la salud mental y la gestión emocional.
Aunque se introduce la competencia estructurada, esta debe ser opcional y basada en los deseos propios del adolescente. Te aconsejo escuchar a tu hijo o hija, pues la motivación para competir debe venir de ellos mismos.
Después, en la adolescencia tardía, (16 a 18 años) te darás cuenta de que si las bases fueron bien establecidas, el deporte se convertirá en su elección natural. Ya sea desde una perspectiva recreativa o de alto rendimiento, el deporte contribuye a la salud general, autoestima y fomenta habilidades sociales. Los adolescentes con experiencias deportivas positivas muestran menos ansiedad y menor ingesta de alcohol y tabaco.
El objetivo del deporte en nuestros hijos, más allá de que se conviertan en profesionales, es que desarrollen una vida activa, segura y saludable.
Proveerles un entorno deportivo respetuoso, divertido y adaptado a cada etapa es una inversión que las familias no deberían pasar por alto y que llevará a los niños a vivir más y mejor, porque cuando el deporte se disfruta, se queda para siempre.