Estimados lectores, es un honor para mí estar con ustedes en nuestra cita de cada lunes. Aprecio mucho el tiempo y la atención que dedican a esta columna, y valoro nuestra interacción en la búsqueda de una vida más saludable. Cada artículo que he compartido ha sido con la esperanza de que encuentren información valiosa para su bienestar y también inspiración para ser más proactivos en sus decisiones de salud. Más que reaccionar ante los inconvenientes, se trata de prepararse y actuar con anticipación, garantizando así una calidad de vida óptima y duradera.
Recientemente, tuve una conversación profunda con un paciente al que me referiré como LM. A sus 45 años, LM enfrenta las complicaciones de la diabetes y se está recuperando de un infarto. Las palabras que salieron de su boca resuenan profundamente: "Siempre pensé que podía empezar a mejorar mis hábitos más tarde, y hoy ya es muy tarde".
La realidad que LM enfrenta es dura. Ha cruzado umbrales de salud que no pueden revertirse completamente. Si bien aún tiene la capacidad de mejorar su calidad de vida y manejar sus condiciones, la vitalidad y el bienestar plenos que podría haber disfrutado se han visto comprometidos. Este encuentro me llevó a una reflexión profunda, una que deseo compartir con ustedes.
La invitación es clara y urgente: cada elección que hacemos en nuestra alimentación es un paso hacia un futuro de salud o enfermedad. No necesitamos esperar a estar en la sala de un médico para tomar decisiones conscientes. Podemos empezar hoy, en nuestra próxima comida. Considera poner menos azúcar en tu café, o mejor aún, cambiar el próximo café por un té verde. Elije un platillo de pescado en lugar de carne roja, agrega una porción extra de verduras a tu plato, toma un vaso más de agua. Cada pequeña acción cuenta, y la acumulación de estas elecciones conscientes puede ser la diferencia entre una vida llena de vitalidad y una marcada por la enfermedad.

Ahora, más allá de lo que comemos, está la esencia vital de movernos, de ejercitar nuestro cuerpo no con la aspiración de ser campeones olímpicos, sino para tener la fuerza y la energía para nuestras actividades diarias. Pequeñas incorporaciones activas en nuestra rutina diaria, como caminar en lugar de tomar el auto para distancias cortas, elegir las escaleras sobre el ascensor, o realizar una rutina breve pero efectiva de ejercicios de fuerza mientras vemos la televisión en casa, pueden marcar una diferencia significativa.
La salud emocional y las relaciones interpersonales son pilares en nuestro bienestar. No solo es cuestión de elegir relaciones que nos enriquezcan, sino también de nuestra disposición para evolucionar y mejorar. La humildad para reconocer nuestros errores, la valentía para pedir perdón y la adaptabilidad para cambiar aspectos de nosotros mismos son esenciales. La vida es fugaz y nadie tenemos el tiempo comprado, por lo que debemos aprovecharlo con quienes amamos.
También debemos ser cautelosos con las "recompensas inmediatas” que pueden alejarnos de nuestros objetivos a largo plazo. Son éstas las acciones de las que se arrepiente LM: “debí comer mejor, hecho ejercicio en lugar de estar de fiesta, debí ahorrar un poco más porque estas enfermedades son caras”. Aprendamos de su lección para no repetirla.
No pospongas tu salud y bienestar para "más tarde". No caigas en la trampa de la procrastinación, como le ocurrió a LM. Hoy es el día para tomar acción, para "vivir más y mejor". No esperes a que sea "muy tarde".