En México casi siete millones de personas hablan alguna lengua indígena, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, pero cada vez son menos.
Hay una constante caída en el porcentaje del habla de lenguas prehispánicas en México: mientras que en 1930 era de 16 por ciento, en 2020 se desplomó al 6.2 por ciento.
De seguir esta tendencia, en un siglo más, muchos otros idiomas originales de México podrían desaparecer, como ya ha ocurrido.
Hoy las lenguas más habladas son náhuatl, maya y tzeltal, principalmente en el sur y el sureste: Oaxaca, Chiapas, Yucatán, Guerrero, etc.
De acuerdo con don Miguel León-Portilla, el náhuatl es la lengua que más ha influido en la literatura mexicana, la cual incluye las expresiones en castellano y las lenguas indígenas.
Al subrayar el sincretismo cultural de los mexicanos, León-Portilla sostuvo:
“Gracias a ellos resulta posible a los mexicanos contemplar, desde ambas perspectivas, la secuencia de dramáticos aconteceres, antecedente insuprimible en el origen de su propio ser étnico y cultural” (Literatura en náhuatl clásico y en las variantes de dicha lengua hasta el presente).
Mientras que para la autoridad indiscutible del reconocido nahuatlato no se puede suprimir ninguna de las dos bases fundacionales de México, el presidente Andrés Manuel López Obrador se empeña en desconocer el origen étnico y cultural hispano de los mexicanos.
El discurso oficial pretende suprimir la herencia española de nuestra nación a través de símbolos, como si la identidad cultural de México pudiera cambiarse con pronunciar declaraciones, quitar monumentos y cambiar letreros a las calles.
Es loable ofrecer perdón a los pueblos originales y crear comisiones de justicia pero si estos símbolos no vienen acompañados de considerables apoyos educativos y económicos, las malas condiciones de vida de los indígenas seguirán siendo las mismas o peores, con mayor emigración.
Nadie podría estar en contra del postulado de este gobierno de que, por el bien de todos, primero los pobres, en especial los pueblos indígenas de México.
Cambiar la realidad de la pobreza de los indígenas y de casi el 45 por ciento de la población sigue siendo hoy el mayor reto del gobierno de López Obrador, cuyos resultados podrán evaluarse al final del sexenio o poco después.
Deseamos que López Obrador tenga éxito por el bien de los pobres y de todos los mexicanos.
Pero mientras, ¿habrá que reemplazar en México el idioma español y suprimir nuestros apellidos por ser de estirpe cultural europea?
La construcción social es aceptable cuando no atenta contra una de las dos partes fundamentales de nuestra identidad nacional. Lo demás es pura demagogia.
Al respecto, un amigo me dijo que no estaba de acuerdo conmigo y que habría que debatirlo.
Acepté el reto, pero le pregunté a mi interlocutor si lo hacíamos en náhuatl o en español. Me contestó que no habla náhuatl…
Mi amigo y yo somos parte del 94 por ciento de los mexicanos que nos comunicamos por medio de la lengua de Hernán Cortés. ¿O no?
Agustín Gutiérrez Canet
@AGutierrezCanet