Cultura

Viaje espacial

Hace unos días hice que me tatuaran en el antebrazo un diagrama de la conjunción entre el módulo lunar y el módulo de mando y servicio del Apolo 11. Lo saqué de una réplica de los planes de vuelo originales de tal misión de 1969. Curiosamente, el año en que nací.

–No fue una sorpresa, -comentó mi papá-; ya habíamos visto otros viajes del Apolo, uno alrededor de la tierra para probar los vehículos espaciales y otro, el Apolo 10, alrededor de la luna, en un ensayo que habría de culminar en el alunizaje del 69. –De cualquier manera sí fue algo impactante, porque nunca habíamos salido del planeta.

Recuerdo esta conversación con mi papá y mi tío, allá por los noventas. A ellos les tocó vivir la totalidad del programa espacial tanto ruso como el estadunidense; el primer satélite artificial (Sputnik), la perra Laika, Yuri Gagarin, Valentina Tereshkova, Alexei Leonov, las sondas Luna y Venera, la primera estación espacial (Salyut 1), los proyectos Gemini, Mercury, Apolo, Skylab, el Apolo-Soyuz, el STS (el transbordador), Viking y los alucinantes Voyagers. Yo recuerdo bien el 81: me tocó ver el lanzamiento y aterrizaje del STS-1, comandado por John Young y Robert Crippen. Tenía 12 años y fue algo tremendo. Y ni qué decir de todas las expediciones y programas contemporáneos de la NASA y ESA a la atmósfera, los planetas y asteroides: no te lo acabas.

Crecí con muchos libros y revistas sobre el programa espacial; a mi papá le emocionaba mucho el tema –era ingeniero y piloto– y siempre cabía en la conversación el tema. Pero en mi casa también había mucha literatura de ciencia ficción: Stanislaw Lem, Ray Bradbury, Isaac Asimov, Robert Silverberg, Robert Heinlein y Arthur C. Clarke, entre otros. También pude disfrutar series y películas como Star Trek, Odisea Espacial 2001 y Solaris, entre otras. Así, viajé a mundos y circunstancias imposibles unas, probables otras y otras más transformadas ya en realidad. –¿Tiene caso viajar a otros mundos y explorar las estrellas cuando en el nuestro estamos al borde de guerras que pueden acabar con la civilización, hay hambruna y no se respetan los derechos básicos del hombre? -preguntaba un viejo maestro de filosofía. Es un buen argumento pero el buen maestro no era muy versado en ciencia ni en la historia de la misma; nuestro progreso tecnológico se lo debemos a la ciencia, así como el haber hecho a un lado la fantasía religiosa, que produjo peligrosísimos fenómenos como la Inquisición, entre otras finas y tiernas travesuras del cristianismo. El punto es que ciencia y tecnología nos han permitido entender la estructura del universo y nuestro lugar en él, y esto supone una revolución en el pensamiento, pues antes de esto se creía éramos el centro del universo, hechos a imagen y semejanza de un ser superior. Y no es así: de un universo creado para nosotros pasamos a un universo donde no somos ni necesarios ni tampoco eternos y si desaparecemos, ni quien se entere o le importe.

Soñar con el espacio es más que un divertimento psicológico, un proceso imaginativo onanístico o un intento estéril por escapar de una realidad que puede parecer apabullante; soñar con viajes interespaciales es escapar a las ataduras y limitantes psicológicas y culturales que nos hemos impuesto y crear mundos donde se ensayen libertades y posibilidades que en otras épocas apenas si podían sospecharse. Soñar con el espacio es soñar con nuestra libertad, es ver más allá en un mundo encerrado en sí mismo, en su pusilanimidad, necedad, fanatismo y mojigatería; es advertirnos y adelantarnos a nosotros mismos sobre las tragedias que habremos de imponernos en un futuro y evitar que alcancemos a ensayar y acostumbrarnos a las distopías que, temo informar, ya vivimos.

[email protected]

Google news logo
Síguenos en
Adrián Herrera
  • Adrián Herrera
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.