Cultura

Viajar

Cuando viajo intento visitar todo lo que me sea posible: museos, mercados, sitios arqueológicos, iglesias y edificios de interés, plazas y así. Una ciudad, por ejemplo, es un sitio muy complejo y no se le puede visitar por encimita. Hay espacios, como cementerios y alamedas, que no son para visitarlos, sino para estarse ahí un buen rato, quieto y en contemplación. No se puede vivir de otra manera. Pero tenemos esta procaz tendencia a pasear de manera fugaz, tomando fotos y pasando por alto lo más importante: que estos lugares no son nada si no son observados detenidamente, vividos. Hay que apaciguarse y caminar como si el tiempo no estuviera encima de nosotros. Solo así comenzaremos a experimentar nuestros viajes de manera profunda y de ahí se desprende que el gozo será mayor.

Pocos se preocupan por ilustrarse sobre los sitios que van a visitar. Compran boletos, hacen reservaciones, seleccionan tours, pero todo es un asunto meramente técnico, artificial. No conocen ni la historia, ni las costumbres, ni la comida y cultura de esos lugares. Y no les importa. Se meten a sus cuartos de hotel y encienden la televisión a ver los mismos programas, películas y series que ven cuando están en casa o se dejan envolver por las redes sociales. Si van a unas ruinas, pasean como quien va por un mundo virtual, fantástico y de ensoñación, donde los edificios son como irreales, como creados en un estudio digital. Toman fotos y selfies, pero no son capaces de asimilar absolutamente nada, porque ya la máquina digital ha hecho el trabajo. Y cuando entran a un museo –si es que lo llegan a hacer– el efecto es el mismo: sitio aburrido con una colección de objetos inconexos, iluminados como si aquello fuera una maqueta de Disneylandia. No significan nada. Ellos van a muchas partes y hacen todo, menos estar ahí. Discurren como suspiros, fantasmas, sombras que pronto desaparecen. Esa es la realidad del turista moderno: viaja efectivamente alienado. Le decía yo a un señor con el cual comentaba el asunto que es tan fácil meterse a la red e invertir 10 minutos en leer un resumen de la historia del sitio a donde uno viaja. Es muy fácil y rápido. No digo ponerse a estudiar en serio –ya es mucho pedir–, solo un vistazo general al tema y con eso basta para ubicarnos de manera adecuada.

Los museos son otro tema importante. No son sitios muertos, colección de objetos, maquetas y diagramas. Cuando bien pensados y hechos, son pequeños templos donde se excita la imaginación. Son sitios donde se aprende, sí, pero es más importante el viaje en que nos envuelve. En un museo en Campeche aprendí sobre los estilos arquitectónicos mayas. Ahí habían estelas, dinteles, vasijas de barro, esculturas, una máscara de jade y otros artículos. Cada uno tiene su historia y al leerlas va uno armando un esquema mental muy claro. En otro aprendimos sobre navegación, comercio y piratería. Comimos en el mercado popular y supimos de ingredientes, recetas, su gente y sus historias. Después visitamos grutas, cenotes y ojos de agua en medio de los manglares y nos informamos sobre la geología y los ecosistemas. Fue de gran interés y utilidad saber sobre especies marinas, aves, reptiles, insectos, peces, plantas y también el clima. Caminamos por ciudades muertas en medio de la jungla y los guías nos hablaron de los edificios, los rituales, sus dioses y creencias y de las etapas de esas civilizaciones. También nos enseñaron algunas palabras en maya y, en una librería de un sitio arqueológico, compré un libro de mitología maya y otro que es ya un clásico de la literatura indigenista en México: La tierra del faisán y del venado, de Antonio Mediz Bolio.

Hay que viajar respetando la regla básica del viajero: a donde fueres, haz lo que vieres. Esto quiere decir que hay que enterarse de los aspectos fundamentales del lugar a donde se viaja, aprender y respetar las costumbres de tal sitio y no comportarse como un turista pendejo y alienado. Usted es un invitado, compórtese como tal y lo tratarán como se merece.

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Adrián Herrera
  • Adrián Herrera
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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