Cultura

Vamos a leer

Desde hace muchos años se ha insistido en la importancia de la lectura. Y se ha hecho un sinfín de intentos por lograrlo, pero no han funcionado. ¿Por qué es importante leer? Si le pongo una lista de libros y artículos que hablan sobre el tema, no termino en un año. Dejémoslo en que la lectura tiene un efecto orgánico, pone a trabajar ciertas áreas del cerebro y desata conexiones de placer, razonamiento, memoria e intuición. También nos lleva en un viaje que puede ser geográfico, a través de la historia, en las profundidades de la mente de personajes reales o ficticios, en las posibilidades tecnológicas –y en las distopías– de la ciencia ficción y en los misterios que siempre han existido y que cada día parecen acumularse más. Gracias a la lectura tenemos la civilización de hoy, con sus errores y aciertos, pero con una acumulación de conocimiento y cultura como nunca se había visto antes. ¿Entonces por qué mierda estamos más preocupados por checar los comentarios de nuestro último post en redes sociales, el mensaje del grupo de WhatsApp o las “noticias” diseñadas para nuestros gustos y perfil electrónico?

El Inegi tiene datos preocupantes; la lectura entre la población de 18 años o más presenta un descenso del 10% desde una muestra tomada hace cinco años. En el mismo periodo, la lectura de libros –impresos y digitales– disminuyó un 8%. Luego están los resultados según el nivel de estudios; 75% de personas sin primaria terminada no leen. 64% de gente con primaria y algún grado de educación media no leen. 35% de personas con educación superior no leen. Bueno, por lo menos un 65% leen, pero un promedio de un puto libro al año. No mames. El promedio de lectura de personas con prepa terminada es de 35 minutos, en tanto que el de aquellas personas con grado superior va hacia los 47 minutos. Pero, ¿entienden lo que leen? Vamos a ver: el 58% dice que la mayor parte, mientras que 21% sostiene que comprendió todo (mamadas) y el resto confiesa haber entendido de la mitad a casi nada.

Continúo. Se ha registrado un descenso del 10% en los últimos cinco años en la lectura de revistas, historietas, páginas de internet, foros y blogs. Y los que leen, ¿consultan diccionarios o enciclopedias? un 56% no. Ahora hablemos de temas: el más leído fue “literatura”, con un 42.5%, seguido de titulos profesionales, con un 34%, y después, para mi desgracia, temas de autoayuda y superación y religión. Cerramos con un 7.5% para guías, manuales y recetarios. Puta madre y eso que estaba pensando en publicar un librito con mis mejores recetas. En cuanto a las revistas, las que más se leen son las de entretenimiento (no es de sorprender). Ahora hay que preguntarnos por qué la gente no lee. El Inegi encontró que casi el 50% de esas personas no lo hacen porque no tienen tiempo y un 22% de plano admitió que nomás no le gusta la puta lectura. Ni modo. Ahora bien, los que sí leen lo hacen porque fueron estimuladas desde la infancia por la presencia de libros en casa distintos a los de la escuela (60%) y un 50% reveló que el estímulo principal fue ver a sus padres o tutores leer.

Curioso que no se menciona ningún proyecto gubernamental –de cualquier nivel– para estimular la lectura. Eso tampoco me sorprende. Hace unos días lancé una convocatoria en mis redes sociales para leer. La dinámica era la de comentar algún libro, ya sea leído o por leer, comentar al respecto y taggear a otros para hacer lo mismo. Pretendo con esto generar una red de respuestas alrededor de la lectura.

La reacción inicial fue buena, pero no soy docto en temas de comunicación digital y por esa razón no espero resultados positivos y contundentes. Lo hice porque me interesa contribuir a este proceso desde mi individualidad, desde mis lecturas en casa, mis intereses y maneras de pensar y de ver el mundo. Pero lo que debemos estar haciendo ya es un programa nacional de lectura, de grupos de discusión para comentar y analizar lo leído, y de un plan de lectura inteligente en niveles educativos primario y secundario. Eso aunado a una cultura de narrativa oral puede llegar a cambiar muchas cosas en un par de generaciones. Para lograrlo, hay que empezar con modificar dramáticamente nuestros hábitos digitales, y con esto ya sabe que me refiero a no estar tanto pinche tiempo en el celular o la tablet.

Nuestro nivel de interacción en redes sociales ya sobrepasa al intercambio físico y ya logramos crear una especie de sociedad súper extraña en un medio virtual, una que tiene sus reglas, sus características bien definidas, pero que no parece tener ni contenido real ni futuro. Sabemos que el avance tecnológico va mucho más rápido que nuestra capacidad para adaptarnos a él, razón por la cual debemos desacelerarnos un poco y retomar prácticas básicas, como las de leer, convivir, comer bien y sin prisas, y cuestionar seriamente las mamadas que aparecen a diario en medios electrónicos.

Pero todo es entretenimiento. Y de ahí no vamos a salir, porque nos hemos vuelto muy básicos y predecibles, muy pendejos, sensibles y manipulables. Por eso digo que retomar el hábito de la lectura y el proceso social que se deriva del mismo puede salvarnos. A ver a qué horas, en serio.

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Adrián Herrera
  • Adrián Herrera
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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