El otro día fui al súper y haciendo fila en la caja vi un par de esas revistas de chismes sobre los famosos. En mi vida he leído una, pensé, así que las compré. Mi mujer se sorprendió cuando llegué con el mandado y las revistas. –¿Acaso lees esa basura? –No –respondí–, pero lo voy a hacer. De esta manera me puse a hojearlas y encontré varias cosas por demás interesantes; en una página me dicen cómo cambiar el sabor de mi semen. Aunque soy cocinero no estoy ni remotamente interesado en enterarme de cómo lograr semejante cosa. Después sale una señorita que no conozco bañándose en la playa con su novio, que tampoco he tenido el gusto de conocer. Más adelante me entero que una conocida actriz y cantante ha sufrido una luxación en el hombro y relata cómo ha debido someterse a un tratamiento con medicamentos. Qué interesante. Luego viene la alarmante noticia de que un reggaetonero ha estrellado su jet privado en las Bahamas; no hay heridos. Y por supuesto: amplia –excesiva– cobertura de la muerte de Juan Gabriel. Ya déjenlo en paz, por el amor de Dios. En la misma revista viene una sección de moda, con lo más popular y sensacional, pero yo de moda no sé una chingada, así que sigo adelante y al voltear la página descubro que varios actores y actrices han sido sorprendidos en amoríos y relaciones sentimentales, y que todos se dan entre todos. Qué escándalo. Otra actriz confiesa que se arrepiente de sus cirugías plásticas. Un actor de edad avanzada se le ve muy pero muy jodido después de un accidente, y revela que debe intervenirse quirúrgicamente la columna. Otra señorita disfruta sus vacaciones en Europa; mira qué padre. Una pareja espera a su primer bebé: no puedo esperar a que salgan las fotos de la criatura. Una actriz se declara bisexual y sus seguidores en redes le muestran su apoyo. A ver si yo también le mando una cartita, o por lo menos le pongo un like en Facebook. También me entero de una supuesta vidente que te lee las nalgas (rumpología) y te cuenta tu futuro. Había escuchado disparates, pero éste de leer los glúteos les gana a todos. Y encima de eso sale un artículo sobre la reencarnación, además de los horóscopos. Ya para terminar, otra celebridad se puso a dieta porque estaba cansada de estar gorda y ahora ¡le dice adiós a sus curvas! Además luce más sofisticada, moderna y atrevida. Qué notición.
De verdad que tengo un problema con esta literatura. Mire, entiendo que hay personas que no hacen nada más que ver televisión y que necesitan esta clase de revistas para mantenerse al tanto de lo que los famosos hacen, pero me parece que sólo revela un profundo estado de soledad, de aburrimiento crónico y de pereza mental. Y no hablo de quienes hacen la revista, esa es su chamba y lo hacen bien. Me refiero a los lectores. Si por lo menos se tratara de uno de esos tabloides norteamericanos o británicos en donde se presume que Elvis Presley aún vive, o que alienígenas trabajan en las altas esferas del gobierno, por lo menos se podría presumir de tener un nuevo género literario, pero no un tabloide de chisme y paparazzi. Una cosa es inventar cosas absurdas e imposibles, y otra entregarse al chisme banal y la noticia superflua. Eso es no tener nada mejor que hacer, eso es no tener una vida. Obsesionarse con lo que hacen otros es una ansiedad morbosa y no lleva a nada. Entre leer eso y pasarla chateando y viendo fotos de gatos en el internet no sé a dónde vamos a parar. Y ni quiero hablar de la vidente que lee las nalgas; ya mejor que caiga un meteorito gigante en la Tierra y nos mate a todos. El planeta necesita urgentemente resetearse y volver a empezar. Sin nosotros.