Cultura

Piratas

En estos últimos días he leído algunos libros sobre piratas de los siglos XVII y XVIII y me entero que algunos de ellos, notables por sus avanzadas heroicas, sus enérgicos y decididos ataques y conquistas y crueldad legendaria, lograron huir de las leyes que habrían de llevarlos a la horca y desaparecieron misteriosamente; de unos nunca se supo más. Se decía que habrían terminado sus días víctimas de algún huracán, naufragando en sitios insospechados, muertos quizá peleando con nativos, asesinados en un tugurio, abatidos por perniciosa enfermedad o fallecidos en santa paz en alguna isla paradisiaca, rodeados de joyas, doblones de oro, ron y putas. Este último escenario me parece particularmente atractivo y no dejo de pensar que ese bien podría ser mi retiro: dinero, alcohol y putas. Muchas de ellas, todas. Pero no soy pirata ni me dedico a robar, extorsionar o defraudar, y mis dineros no alcanzan para financiar tal empresa. Lástima. Lo cierto sobre los piratas (creo que lo mismo para la mayoría de los delincuentes y mafiosos de todas las épocas) es que mientras son libres de cometer sus fechorías, se comportan como los truhanes que son, indemnes al castigo o al temor de morir, pero una vez apresados, algunos cambian de opinión; permítame ilustrarlo. En el libro La vida de los piratas, de Stuart Robertson, se relata la anécdota de un clérigo, el cual al momento de asistir a un pirata prisionero y aguardando juicio, le mostró compasión; el capellán relata lo ocurrido: “(el prisionero) era tan bruto y obstinado que no quedaba satisfecho con nada de lo que yo le proponía u ofrecía; afirmaba que odiaba ver mi rostro y que no asistiría a la capilla y que tampoco recibiría admoniciones de ningún tipo, y además declaró que yo era la causa de su muerte y que habría de causarme algún daño antes de morir o que me perseguiría después. Le respondí que yo no le temía ni a él ni a su fantasma, pero sentía dolor al contemplarlo arrebatado por aquella furiosa pasión, tan inadecuada para alguien a punto de morir, e incluso ante su diabólica animosidad contra mi persona. Pero nada de esto podía conmoverlo o llevarlo a tomar consideraciones serias; un día llegó a amenazarme, afirmando que me echaría a patadas escalera abajo y no satisfecho con esto amenazó con hacer trizas la Biblia que le había prestado, diciendo que no tenía el más mínimo interés en tal libro, aunque tal y como le dije, aquel no era un libro cualquiera, sino el libro de Dios, y allá él si se atrevía a destrozarlo. Ésta y otras amenazas semejantes parecieron afectarlo en cierta medida, hasta el punto de afirmar que estaba arrepentido. Entonces rogó se le concedieran mis plegarias y mi perdón, y se disculpó por haber sido tan descortés e injusto conmigo”.

Otros tienden a exhibir niveles de cinismo admirables; en una entrevista con un tripulante de una balandra pirata que había sido capturado y sometido a juicio, el reverendo a cargo le increpó:

“–Un pecador... ¡Triste desgracia, que haya causa de afirmarlo así! Pero dime, ¿qué pecados pesan sobre ti como la más terrible carga?

“–¿En especial? –respondió el pirata–. Vaya, es que soy culpable de haber cometido todos los pecados del mundo; no sabría por dónde empezar. Quizá con el juego. No, con el juego no: con las putas, que me llevaron al juego, y el juego a la bebida, y la bebida a la mentira y al perjurio y a maldecir y a todo lo malo, ¡y de ahí a robar!, y así hasta aquí”.

No se qué pensar; eso de arrepentirse al final de la vida después de cometer tanta barrabasada, pues no tiene mucho sentido. Lo mejor es morirse cínicamente, insultando y riendo a carcajadas.

De mí sólo puedo decir que espero llegar al final de mi vida declarando haber cometido todos los pecados del mundo.

Lo de retirarme a una isla paradisiaca con tal cantidad de ron, dinero y putas lo veo muy, pero muy improbable, pero aún guardo esperanza.

[email protected]

Google news logo
Síguenos en
Adrián Herrera
  • Adrián Herrera
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.