Cultura

Museo

Siempre que viajo a la Ciudad de México aprovecho para visitar museos. Escuché que es la ciudad con más museos en el mundo, lo cual para algunos puede ser excesivo, innecesario y apabullante. Ese día fui al Museo de Arte Moderno; había una sala con esculturas, y como el tema es de mi interés, entré a echar un vistazo. Una obra captó mi atención y así me estuve contemplándola un rato. Ya ve cómo siempre tienen una plaquita o cartoncillo con información, pues me acerqué a leer lo que decía:

He aquí un ejercicio en que el autor ejerce la libertad compositiva mediante formas bulbosas contenidas por un cordel: identificable, aunque poco convencional, el atado en cuestión pertenece a una realidad inventada que confronta dos sensaciones opuestas: la blandura, solidificada a través de la dureza del metal.

No sé quién escribió esto o qué fue lo que lo motivó a hacerlo, pero entre las inquietantes y perturbadoras “formas bulbosas”, la imponente y mamonsísima “libertad compositiva” y el contundentemente confuso concepto de “realidad inventada” he quedado marcado, de por vida.

Luego fui al hotel Camino Real, donde pude contemplar el magnífico mural de Rufino Tamayo “El hombre frente al infinito”. Extasiante.

Abajo de la obra había una placa de metal que decía:

Con esta pintura busca nuevas salidas para colocarnos a la altura del momento.

¿Qué mierda quiso decir con la “altura del momento?

Esas declaraciones me mortifican y generan una presión escrotal inversa que me quitan el aliento y me hacen toser. Más abajo puntualiza que: para Tamayo, 1971, representa una época de realidades absolutas.

Realmente quiero saber qué coño son las realidades absolutas, eso sí me quita el sueño.

Algo que siempre he discutido es que si uno contempla una obra de arte o lee un libro siempre ayuda a saber algunas cosas sobre la obra; conocer el momento histórico en que se produjo y compararlo con otras obras del mismo período, contrastarla con manifestaciones anteriores –y posteriores– para entenderla desde un contexto evolutivo y apreciarla junto con otras expresiones culturales para crearnos una visión general de las cosas.

Además, cuando se tiene toda esta información puede uno medio entender la esencia de la obra y así apreciarla de manera más completa, más profunda e intensa. Y para eso, hay que educarse. Se supone que los expertos son en quienes recae semejante tarea: ellos deben ilustrarnos.

Le explico: uno se pasea por los museos entre colecciones de esculturas, pinturas, fotos y grabados, seleccionados bajo un criterio específico creado por un equipo de curadores y críticos que convienen en crear un viaje bien estructurado que logre educar y, más importante, emocionar. ¿Confundir? ¡Nunca!

Lo prioritario es utilizar un lenguaje claro y accesible, porque ¿sabe? No todos somos artistas o intelectuales.

A los críticos les encanta enredarse –y enredarnos– en esa maraña de palabras y frasecillas que dan la impresión de ser una especie de conjuros y revelaciones que habrían de abrir las puertas de la percepción hacia realidades que van más allá de nuestra cotidianidad, lo inmediato, lo comprensible, lo asible y asimilable y terminan en lo trascendente y numinoso. Mamadas.

Una obra habla por sí misma y no requiere textos ni explicaciones o justificaciones ni procesos verbales ambiguos ni rebuscados para que las personas la entiendan. La crítica o interpretación de tales obras debería de ser, en mi nunca humilde opinión, como una salsa: un catalizador cuya función sea la de resaltar las propiedades y la haga más apetecible, más disfrutable. A ver, neta, ¿cómo jodida y puta madre esperan que la gente se involucre con el arte y la literatura usando ese pinche lenguaje hermético diseñado para iniciados, ungidos, alucinados y mamadores?

Dejemos las cosas lo más simple y efectivas posibles, pues de lo contrario podríamos caer en las temibles “realidades absolutas” que no están a “la altura del momento” y que no son concordantes con la “realidad inventada”. Al chile.

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Adrián Herrera
  • Adrián Herrera
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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