Esta semana por fin salió mi libro nuevo. Son textos breves que caen dentro de la categoría de fábulas, cuentecillos y microtextos en general. Se llama El cromañón y otras fábulas. Le comento que este libro es una recolección de textos que he estado escribiendo desde hace 20 años, y en algunos casos, más. El tono va desde lo absurdo, lo fantástico y lo bizarro hasta lo inquietante. Pero todo va envuelto en humor y eso es justamente lo que lo caracteriza.
Hace un poco más de dos años mi mujer y yo decidimos crear una editorial propia. Esto salió porque, buscando una casa editorial para publicar mis libros nos dimos cuenta del desbalance que existía en la relación con los autores. Ya escribí sobre ese tema en esta columna hace unos meses. El punto es que decidimos arriesgarnos y ser independientes y, aunque las dificultades de distribución y difusión son tremendas, prefiero eso a tener que estar peleando con editoriales. Al final, lo que quiero es tener la libertad de vender mis libros sin intermediarios. Y aunque no gane mucho, por lo menos tengo la tranquilidad mental de hacer las cosas a mi manera y, lo más importante, disfrutar este proceso. Volvamos al tema del libro. Siempre me ha gustado el texto breve y el microtexto. Se puede decir mucho con pocas líneas.
Le voy a poner unos ejemplos para que se dé una idea del tipo de escritura que manejo:
Caracol
Recogí un caracol en la playa y lo llevé a casa. Cierto día lo puse contra mi oído esperando captar el oleaje, las gaviotas y la brisa marina, pero solo pude escuchar a un loco pegando de gritos.
Perdón, apresuré mi diagnóstico: era un hombre pidiendo ayuda. Se estaba ahogando.
En “El espanto”, los habitantes de una casa se dan cuenta que allí vive un fantasma. Se trata del espíritu de un viejo dueño. A diferencia de un cuento de fantasmas gótico, el tratamiento que le di al cuento fue justamente lo contrario: los inquilinos vivos asustan al espectro al grado que este decide marcharse. La idea detrás de este texto es denunciar que las viejas formas de literatura de terror ya no asustan y debemos actualizarlas, y para ello se recurre al humor. Otro cuento, “La maleta”, refiere a dos niños que están seguros que un demonio vive dentro de una maleta en el clóset del papá. Creo que la mayoría crecimos con un cuartito que tenía misterios; objetos venidos de otras épocas que nuestros padres o abuelos iban acumulando. En este cuento se transforman en un demonio que acosa a los niños.
Otro ejemplo:
Mensaje
Un hombre descubre en un papel arrugado dentro del cesto de la basura en un retrete de una central de autobuses un mensaje que puede cambiar su vida y la de su familia, amigos y compañeros de trabajo, y eventualmente el destino de su país, pero pronto descubre que no hay papel sanitario, por lo que tiene que usar el importante mensaje para limpiarse, y así aquella información tan importante acaba de irse a la mierda.
Me interesa retratar nuestra cotidianidad desde un perfil de quien mira al mundo como una colección de rarezas, de fenómenos posibles y de encantamientos extraños. Tengo un cuento que habla sobre un tipo que, estando a media fiesta, decide que va a volar. Así camina entre los invitados, desnudándose, hasta alcanzar la terraza y de ahí se arroja al vacío. Salen a buscarlo a la calle, pero no encuentran el cadáver. En otro cuento, “La fábrica de zapatos”, un tipo hereda una fábrica de zapatos en un pueblo, pero pronto descubre que está manejada por un grupo de magos, los cuales elaboran un encantamiento para poner de cabeza al pueblo. Ese cuento se me ocurrió un día que estaba escuchando “la fiesta de los zapatos”, de Cri-Cri. Si usted recuerda esa canción, un zapatero se encuentra fastidiado porque “a sus zapatos les dio por bailar” y no lo dejan trabajar. Imaginé entonces un pueblo donde la gente se pone zapatos de una fábrica especial y comienzan a ocurrir cosas desafortunadas.
Para mí, la realidad no es siempre un mosaico objetivo o científico de fenómenos lógicos o explicables, sino una mezcla curiosa entre esa facción y la realidad imaginativa que nos caracteriza. Hay que dejarnos llevar por las maquinaciones estrambóticas y espontáneas de nuestra mente y proyectarlas sobre este raro telón que llamamos realidad. Y eso es justamente lo que ensayo en este librito que espero tenga la oportunidad de leer y disfrutar. Por encima de cualquier disertación o interpretación, el libro es divertido.
Está disponible en las librerías del Péndulo y a través de su website. También lo vendo en mi fonda, por si pasa por ahí.