Cultura

¡Golpeado!

El encabezado grita que "Se va de parranda y regresa golpeado". Aparece una foto con un pelón bañado en sangre. En el texto se reconocen tres subtítulos en mayúsculas, resaltados con negrillas; "Sin playera", "Robo" y "Al de Zona". Sin necesidad de leer el resto de texto, mi cerebro se forma una idea de lo ocurrido; un pelón se fue de juerga, se vio involucrado en una riña, lo robaron, terminó golpeado –y sin camisa– y tuvo que ser atendido en un hospital. De los detalles se entera uno al leer todo el texto: el tipo estaba embriagándose con otros, se suscitó una bronca, lo golpearon, terminó en la calle donde la policía lo descubrió, solicitó apoyo de una unidad de la Cruz Roja y estos lo trasladaron a un hospital. No hubo asalto ni robo, como originalmente se presumió.

En una reunión con el escritor Pedro de Isla y el editorialista Luis Petersen, se discutía sobre la manera de comunicar las cosas en los periódicos. De Isla comentaba que existen tres tipos de lectores: los de foto, los de encabezado y los de contenido. Los primeros ven las fotos y con eso se forman una idea –burda– de lo ocurrido. Los que leen los encabezados logran crearse una imagen de la noticia a partir de un grueso brochazo y los últimos –los menos– leen toda la nota y con eso intentan no solo formarse un esquema objetivo de lo que ahí se informa, sino que pueden llegar a cuestionar, reflexionar y hasta opinar de manera inteligente. Petersen, por su parte, apuntaba que lo importante en un medio de comunicación es lograr captar la atención de los tres tipos de lectores, y que el reto consiste en hacerlo eficientemente.

Antes en algunos periódicos usted comenzaba a leer una nota en la primera página y luego de una breve introducción terminaba con un "continúe leyendo en la página tal". Hoy el formato ha cambiado; se han desarrollado estrategias para captar la atención de la gente que, alienada y acostumbrada al desasosiego y distracción banal e inmediata de sus teléfonos celulares y tablets, no le otorgan tiempo ya a prestarle atención a algo tan fundamental como la información periodística y las editoriales. Llevo 12 años escribiendo para este periódico; más que algunos y menos que otros, pero he aprendido algunas cosas así y me permito recomendar cuatro cosas básicas para esto de escribir artículos; comienza por el encabezado: una palabra o frase brevísima que contenga alguna palabra conflictiva, siniestra o perturbadora y, si encaja, ¡signos de admiración! La segunda regla es resumir todo el artículo en las primeras líneas; la mayoría no pasará de allí. Lo siguiente es el tono: tu contenido puede ser el más erudito e investigado, pero si lo dices de manera aburrida, ni quien te lea. Última: incluye una opinión o cita –tuya o de otros– polémica; o sea, "hazla de pedo"; la mayoría de las personas están esperando a que las alborotes con algo (lo que sea), porque están acostumbradas a que las traten como idiotas sin inteligencia, seres aletargados y sin capacidad de reflexión y réplica. Y no es así. O por lo menos no era así.

Lo cierto es que los medios en general ya no quieren presionar al lector a cuestionar y participar activamente de lo que se publica, porque no quieren perderlo: información compactada, más fotos y menos opinión. Nomás lo que es. Por eso tenemos una crisis de contenido, de veracidad y de interés. Como dije, celulares, tablets y sistemas de entretenimiento varios, junto con una educación de quinta, nos han quitado la capacidad de estar atentos a la realidad y reaccionar de manera acorde. Hoy ya no importa lo que leamos, lo importante es la idea que nos formamos de las cosas, aunque sea pretenciosa, simplista, equivocada y hasta peligrosa, porque ni siquiera nos juntamos a conversar sobre lo que ocurre a nuestro alrededor. Tenemos la libertad de recrear la realidad a nuestro antojo, pasando por alto la obviedad, el sentido común, la historia y el buen juicio.

Estamos jodidos y se va a poner peor.

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Adrián Herrera
  • Adrián Herrera
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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