Cultura

Cambio de hábitos

El hubiera me encanta porque nos lleva a fantasear sobre cómo serían nuestras vidas si hubiéramos hecho —u omitido— tales y cuales cosas. Y no me voy a poner a discutir con el especialista, hay gente que lo hace, no entiendo por qué

Los exámenes clínicos fueron concluyentes: presión alta, glucosa y triglicéridos. Ah, 52 años y obesidad grado 1 (105 kilogramos). Mi médico familiar es un internista. Ve todo. Analiza cuidadosamente los datos, elabora diagnósticos y receta medicamentos y cambios en mis hábitos cotidianos: –Claro que todo esto se pudo evitar si hubieran hecho caso hace 10 años y hubieran seguido las recomendaciones que se les hizo en su momento–, declara.

El hubiera me encanta porque nos lleva a fantasear sobre cómo serían nuestras vidas si hubiéramos hecho –u omitido– tales y cuales cosas. Y no me voy a poner a discutir con el especialista, hay gente que lo hace, no entiendo por qué. Lo bueno es que soy cocinero profesional y me piden algunas cosas que puedo resolver, como el tipo de alimentos que debo consumir. Fácil, nada de azúcares, menos carbohidratos, proteínas y grasas moderadas. Con lo que me es permitido me puedo fabricar auténticos manjares. El problema son las cantidades.

He aprendido a controlar la ansiedad cargando con un termo con tés de varios tipos –sin azúcar– y un talego con nueces y frutos secos. De esa manera engañas al cuerpo. Pero el hambre y, peor, el antojo, no te lo quita nada, nunca. No soy un faquir de la India ni monje budista, no mamen. Ni modo. A vivir con eso.

Claro que siempre hay buenas noticias: dentro de la lista se me ha sugerido que consuma dos copas de vino tinto al día. Creo que nunca me había puesto a pensar en serio que lo que nos llevamos a la boca es muy importante. Es hora de moderarse. Durante años estuve viviendo sin ninguna clase de restricción o siquiera pensando ni en la calidad de la dieta ni en la cantidad. Si se me antojaba algo, me lo comía, así de fácil.

Una alarma me hizo entender que era hora de aplicar cambios. No me gusta la idea, pero no me queda de otra. Pero en el fondo confío en que soy capaz de lograrlo, pues hace 19 años dejé de fumar. Igual, me costó muchísimo trabajo pasar por el proceso de darme cuenta de que tenía un problema. Y quien diga que el tabaquismo no es una auténtica y grave adicción, pues que se meta dos cajetillas al día a ver cómo le va en unas décadas. Hagan la prueba.

Por otro lado siento curiosidad; no recuerdo nunca haberme sometido a un tratamiento que modificara mis hábitos y llevara a cuestionar mi estilo de vida, excepto con lo del tabaco. No estoy acostumbrado a esta clase de rutinas. Soy particularmente desordenado. Sin embargo, toda experiencia deja un aprendizaje, y como mi cuerpo es mi laboratorio personal, entregarse a estos experimentos puede resultar divertido. Claro, quizá no tanto como comer de todo, a cualquier hora y en cantidades a veces obscenas, pero tiene su lado positivo. Descubrí es que la rutina destila disciplina y eso tiene que ser bueno. Pero arrancar una dieta no es fácil y tiene sus reacciones. Y tampoco es para tanto: un poco de estoicismo no le hace daño a nadie. Pero la realidad es que me pusieron a dieta, tengo que hacer ejercicio –me compré una bicicleta estacionaria–, hay medicamentos de todo tipo sobre el buró y todo el puto día tengo hambre. Lo bueno es que ya bajé 10 kilos (nunca pensé que lo lograría) y me intento convencer que ya me siento mejor. Hoy como mejor y vivo mejor.

Soy mucho más consciente de mi mortandad y de los problemas clínicos con los cuales me puedo encontrar más adelante –estudié dos años de medicina y entiendo la manera en que órganos y sistemas se van degradando y debilitando–, y aunque no pretendo vivir cien años no quiero llegar en silla de ruedas y con un tanque de oxígeno a mi lado. He visto suficiente de eso y me asusta. Con decirle que conozco gente que se mete a la boca más medicinas al día que comida. En serio. Por eso he decidido portarme bien. Ah, pero se me siguen antojando todas las marranadas que comía antes, durísimo. Por lo pronto me voy a tomar un whiskito, para que se me pasen las ansias. _

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Adrián Herrera
  • Adrián Herrera
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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