Bilora Boy, Alemania 1949. Rollo: Ilford 100.
Era tarde, caminaba por la banqueta. De pronto me dieron ganas de orinar y viendo este edificio a medio construir me metí. No había nadie. De salida vi este par de botas frente a una pared. Lo primero que uno piensa es que el albañil que las usa las dejó ahí al final de su turno y espera calzarlas al día siguiente. Mire, según la navaja de Ockham, debe preferirse la explicación más sencilla, ya que esta suele ser la más probable. No siempre. En este caso se dan otras variables que, por más improbables o absurdas que parezcan, son viables. Por ejemplo, ¿ha considerado que el calzado en cuestión pudo haber aparecido de manera espontánea?
Me recuerda al cuento de Ambrose Bierce, “Problemas para cruzar un campo”; en él se narra la historia de una persona que sale de su casa y camina rumbo a una labor que se encuentra al otro lado de un camino. Su familia lo ve partir, los trabajadores del campo al cual se dirige lo ven acercarse y un carruaje que atraviesa ambas propiedades también advierte su presencia. Entonces ocurre algo pasmoso: el tipo desaparece. Así, de tajo. Todos corren a buscarlo, pero cuando llegan al sitio donde se ha desvanecido no encuentran nada. Un agujero en la tierra por donde se pudiera haber caído ni algo dónde esconderse. Nada.
Y así como desaparecen objetos y personas sin ninguna explicación, así también aparecen de repente. Continuemos. Ahora pienso que las botas son de un hombre que estaba parado contemplando la pared y de pronto se materializó en ella un portal interdimensional que lo ha desintegrado molecularmente y lo ha vuelto a corporeizar en otra parte y en otro tiempo. Tampoco debemos descartar los fenómenos paranormales. ¿Qué tal si le digo que esas botas son materializaciones ectoplásmicas de un fallecido? He visto espectros, fantasmas y apariciones y no me parece nada fuera de lo normal.
Va otra teoría: no son zapatos nada más, no: es una escultura. Un artista se ha escabullido a la construcción y ha dejado su obra ahí. Podría valer mucho. Puede ocurrir también que las botas sean meros objetos químico-ópticos: solo existen en la foto, han sido creados en ese misterioso medio de emulsiones químicas excitadas por la luz. Incontables los casos de fotografías que han registrado objetos y seres fantásticos. Pero también podríamos estar frente a un fenómeno de proyección psico-cuántica; se sabe que la conciencia es capaz de generar un tipo de holograma que otros pueden captar brevemente. Piénselo.
No podemos reducir la realidad a la mera demostración científica de sus objetos y fenómenos, pues de hacerlo caeríamos en un mundo frío y desprovisto de imaginación. Aun así debemos hacernos algunas preguntas: ¿Qué es todo eso que vemos a nuestro alrededor? ¿Cómo llegaron todas esas cosas ahí? ¿Qué coño hago yo en medio de esta grandísima colección de esencias y efectos? ¿Soy real o represento una ensoñación, una imagen creada por algo o alguien? ¿Soy parte de un todo o solo soy un observador confundido y desquiciado que genera disparates? Lo último. Somos eso último, sin duda.