Por la información que está fluyendo, tengo la certeza de que ahora, a diferencia de 2018, la absoluta mayoría de los que han solicitado su registro como aspirantes a una diputación federal son militantes probados de Morena, cofundadores del partido, o en su caso, activistas de larga trayectoria que conocen los problemas más importantes que padece nuestra sociedad y que, por consecuencia, saben no solo cuáles son las tareas pendientes que tiene el Poder Legislativo, sino también las soluciones que corresponden a cada uno de ellos, en el marco, por supuesto, de la ideología de la 4T; tienen claro, además, que el papel central que desempeñarán será el de facilitar, racional y críticamente -es decir, con suficiente autonomía para no ir sólo a levantar la mano mecánicamente-, la implementación del programa de cambio que viene impulsando el presidente de la República desde 2018, a efecto de darle consolidación definitiva.
Me congratula saber que también en Puebla, gran cantidad de los que aspiran a un cargo dentro de la Cámara de Diputados federal son compañeros -y compañeras, por supuesto- de mucho espíritu combativo y de convicciones democráticas; que por lo mismo, desde que se inicia el proceso para seleccionar a los que serán los candidatos, todos ellos de inicio han asumido con madurez las reglas del juego establecidas, tanto en el estatuto, como en la Convocatoria, en especial las relativas a las instancias evaluadoras y a los procedimientos que deberán utilizarse para hacer aquella selección, a saber: la encuesta y el análisis curricular de cada uno de los solicitantes, y que, por ende, todos están en plena disposición de aceptar los resultados de la evaluación que haga la Comisión Nacional de Elecciones.
Esto significa que, en realidad, no están pensando en impugnar o judicializar el proceso, por no haber sido seleccionados, pues son conscientes de que este tipo de asuntos fue ya una experiencia amarga por la cual pasó nuestro partido, cuando al nombrar a los nuevos representantes en los cargos de dirección internos que habían quedado vacantes desde el año 2018, algunos personajes no sólo se inconformaron ante la Comisión de Honestidad y Justicia, sino que apelaron e invocaron la injerencia del INE y del Poder Judicial de la Federación, con lo cual generaron una grave crisis que paralizó al partido por más de año y medio.
Me conforta también el hecho de que, tanto en reuniones virtuales, como a través de las redes sociales, los hoy aspirantes dicen estar lejos de negarse a hacer unidad con quienes obtengan la designación, y afirman que su compromiso es mantener en alto el prestigio y la fortaleza de Morena, virtud que conserva ésta a pesar de la intensa campaña que hacen en su contra quienes, desde el conservadurismo y la derecha recalcitrante (ahora burdamente aliados para los comicios de este año), buscan ser mayoría en la Cámara Baja, para no sólo bloquear las iniciativas que presenta el Ejecutivo Federal en beneficio del pueblo, sino incluso para echar abajo las que ya tienen un carácter de ley.
Sin embargo, quiero decirle a todos -simpatizantes, militantes y aspirantes a cargos públicos-, que pese a la guerra sucia y a la infodemia que a diario hacen los adversarios de la 4ta. Transformación, la coyuntura política actual nos favorece-y nos seguirá favoreciendo ampliamente- primero porque hasta ahora lo realizado por el gobierno federal sirve de base para mantener el elevado índice de aceptación que tiene el propio Presidente de la República, y en segundo término porque Morena, pese a todo “el desgaste natural” al que están sometidos sus gobiernos y de quienes en particular los personifican, se ubica en primer lugar -y lo seguirá haciendo- dentro de las preferencias del electorado, aún incluso en las encuestas que levantan los adversarios.
Por esto mismo, sin todavía llegar a la mitad del sexenio, los ciudadanos perciben ya con toda claridad el avance significativo que se ha tenido en el combate a la corrupción, en la puesta en marcha de una política económica popular, en la defensa de la soberanía nacional y los recursos del país, en el fortalecimiento del mercado interno y en la recuperación de la capacidad del Estado para promover el desarrollo social; en pocas palabras, en frenar la política privatizadora y al neoliberalismo en todos sus ámbitos y expresiones, es decir, en la cultura, la economía, la ideología, etc.: una transición que a leguas se percibe que no sólo es un discurso, sino todo un proceso en marcha, indudablemente.
Así pues, comprender y partir de esto en la contienda electoral que se avecina es muy importante, toda vez que, más allá de la voluntad personal de quienes aspiran a un cargo de representación popular, y de su anhelo de ver situado al país en una realidad distinta, de mejores condiciones, bienestar y salud, también es obligación de todos, pero en especial de ellos como aspirantes y como actores políticos, de formular o diseñar -que finalmente es parte obligada del perfil particular que debe someterse a evaluación- una propuesta alternativa, debidamente estructurada y en perfecta armonía con los principios e ideología de la Cuarta Transformación.
Finalmente, como lo expresé hace algunos días al presidente del Comité Ejecutivo Nacional, sin menoscabo de los derechos Constitucionales que a cada ciudadano le asiste, de votar y ser votado, quiero reiterar públicamente mi exhorto a la Comisión Nacional de Elecciones para que la evaluación y la consecuente selección de candidatos que haga, se realice de manera claramente imparcial, con apego irrestricto a los criterios del estatuto y al ideario del Lopezobradorismo, que, sobra decirlo, es la principal manera de conjurar protestas, sombrerazos y hasta amenazas de abandonar al partido.
Bajo esa tesitura, quiero anticipar mi felicitación a todos y cada uno de los que salgan seleccionados, exhortándoles a que piensen y actúen conforme al horizonte que marca la transición que vivimos. Vaya mi apoyo a todos ellos y mi modesta participación para seguir impulsando y/o haciendo realidad los principios y el programa de Morena.