Por: Arturo Jacques Rendón
Ilustración: Alberto Caudillo, cortesía de Nexos
Es un deber ciudadano ceñirse al procedimiento legal y respetar lo determinado por la autoridad competente, ya que la decisión depende de órganos que actúan conforme a la legislación universitaria. El rector, aun como el máximo representante universitario, no actúa de manera unilateral ni a título personal y, por el contrario, parte de la opinión y voto de los órganos de esta universidad. A pesar de las voces críticas sobre el actuar de la UNAM y del discurso del rector Graue, no es correcto someterlos a tal escrutinio, ya que actúan conforme lo permite la normatividad universitaria. Desde la legalidad, se evita caer en el juego político de quienes atentan contra la autonomía de la Universidad Nacional, fruto de décadas de defensa por parte de estudiantes, académicos y empleados; mientras se defienden también de embates mediáticos asestados desde distintos niveles y corporaciones. Es aplaudible el estoicismo de las autoridades universitarias que no permiten presiones externas que influyan en su actuar y que analicen hasta las últimas consecuencias, como lo amerita la ocasión.