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Mark Zuckerberg, CEO de Meta, busca reinvertirse junto a su compañía.

A sus 40 años, el fundador de Facebook atraviesa la transformación más radical de su carrera: ha dejado atrás la promesa de construir puentes para abrazar una visión implacable y competitiva para controlar el futuro digital del mundo.

José Lucas Costa da Silva observaba la zona de calentamiento de la competición de jiu-jitsu brasileño que estaba a punto de arbitrar. Era mayo de 2023, y el instructor de 26 años notó a un competidor inusual: vestía un gi blanco con lentes oscuros, gorra azul y cubrebocas clínico. Se registró como Mark Elliott, cinta blanca, el rango de principiante.

El torneo se celebraba en Woodside, una ciudad cerca de Silicon Valley, conocida por sus fincas entre secuoyas. Da Silva, cinta negra, entrenaba a veces a los residentes ricos del área. Cuando llamó a Elliott y a su oponente al centro, el competidor se quitó la mascarilla. Hubo un murmullo. El público sacó sus teléfonos. Había guardias de seguridad. “Fue entonces cuando todos se dieron cuenta de que estaba allí”, dijo Da Silva.

Mark Zuckerberg, fundador de Meta, se inscribió en su primer torneo oficial usando sus dos primeros nombres. Llevaba años entrenando desde los confinamientos por la pandemia. Quería pelear. Y ese deseo coincidió con un desaire político: la Casa Blanca de Biden no lo invitó a una cumbre sobre inteligencia artificial (IA). Asistieron los líderes de OpenAI, Alphabet y Microsoft. Zuckerberg se sintió personalmente excluido.

Ese torneo fue también un momento simbólico en su transformación personal. Dejó atrás las camisetas grises y sudaderas. Ahora luce abrigos de piel, cadenas de oro y un reloj de 900 mil dólares. El corte militar fue reemplazado por un mullet rojizo. En Meta lo apodan “Maga Mark”.

No es solo la apariencia: también ha endurecido su discurso. Dos semanas antes de la toma de posesión de Trump para su segundo mandato como presidente de Estados Unidos (EU), Zuckerberg anunció que Meta relajaría su moderación de contenidos y eliminaría la verificación de datos. Recortó las iniciativas de diversidad, equidad e inclusión.

En el podcast de Joe Rogan criticó a las empresas “culturalmente capadas” y dijo que los lugares de trabajo necesitaban más “energía masculina”. En otro programa, el comediante Theo Von lo proclamó “emperador del Imperio Broman”, una alusión a su admiración por César Augusto.

Zuckerberg, el segundo hombre más rico del mundo después de Elon Musk, con una fortuna de 242 mil millones de dólares (mdd), comenzó a acercarse a la administración entrante. Coorganizó un evento de toma de protesta junto a donantes republicanos. Visitó Mar-a-Lago y compró una casa de 23 millones en Washington D.C. En la junta de Meta ahora hay aliados de Trump. Su círculo cercano incluye a Marc Andreessen y Peter Thiel. 

el dato

15 mil mdd invirtió Meta

En la startup Scale AI.

Incluso se habló de que podría unirse al Consejo Presidencial de Ciencia y Tecnología. En los eventos, Trump “adora presentarlo”. (Zuckerberg declinó una entrevista para este artículo; su equipo dijo que prefiere aparecer en podcasts).

Para entender esta transformación, el Financial Times entrevistó a 45 personas. Muchos, bajo anonimato, creen que estalló tras años de críticas de activistas, académicos, prensa y la Casa Blanca. Una crisis de la mediana edad al estilo La Venganza de los Nerds.

Pero para otros, este no es Mark 2.0. Así es como Zuckerberg siempre ha sido: hiperconcentrado en ganar. El mismo tipo que, mientras fundaba una compañía que cambiaría el mundo desde su dormitorio de Harvard en 2004, le escribió a un amigo que los usuarios que le confiaban sus datos eran “unos idiotas”. Su instinto asesino lo llevó a robar supuestamente la idea central de Facebook a sus compañeros de Harvard, los gemelos Winklevoss, y luego a expulsar hábilmente a su cofundador, Eduardo Saverin, de la empresa. El mismo que solía gritar “¡Dominación!” al final de las reuniones de personal, mientras Facebook se transformaba en una potencia global con más de 3 mil millones de usuarios.

“De joven intentaba aparentar lo que creía que debía ser un CEO”, dijo Andrew “Boz” Bosworth, director de tecnología de Meta. “Ahora la gente ve al Zuckerberg auténtico”. Otro exempleado coincidió: “Antes trataba de portarse bien, de usar traje, cortarse el pelo… Pero todo eso estaba a un centímetro de la superficie. Un día dijo: ‘Al diablo. Mejor ser quien realmente soy’”. 

El imperio de Mark

El cambio de rumbo de Zuckerberg llega en un momento delicado. El Facebook original se siente anticuado. Instagram pierde terreno frente a TikTok, respaldado por su propietario chino con grandes recursos. Y el tan promocionado metaverso, que alguna vez iba a definir a Meta, hoy parece un pueblo fantasma.

Mientras tanto, Elon Musk compró Twitter, eliminó filtros de seguridad y reconfiguró el espíritu de la época digital, provocando envidia en Zuckerberg, según personas cercanas. “Mark se ha vuelto increíblemente sensible a no volverse irrelevante”, dice Roger McNamee, uno de sus primeros inversionistas, hoy crítico. “Le dio prioridad a Meta por encima de cualquier otra cosa”.

Mark Zuckerberg ha encontrado una pasión por el jiu-jitsu
Mark Zuckerberg ha encontrado una pasión por el jiu-jitsu.

Zuckerberg ahora apuesta por la inteligencia artificial. Compite con Microsoft, Google, OpenAI y xAI en una carrera por desarrollar nuevas herramientas, invirtiendo miles de millones de dólares. Su visión va más allá: cascos futuristas que, según él, reemplazarán a los teléfonos. Pero para que ese plan funcione, necesita el respaldo de una eventual administración Trump, mientras se discuten nuevas regulaciones.

“Está invirtiendo en el futuro”, dice Andrew Bosworth, CTO de Meta. “Es lo correcto, aunque lo critiquen. Los inversionistas lo agradecerán después”. 

Como CEO y presidente con el control mayoritario de la compañía, Zuckerberg es descrito como intenso, sereno y distante. Sus reuniones pueden estar marcadas por silencios incómodos y miradas fijas. Según sus colaboradores, somete constantemente sus ideas a prueba y las valida preguntando a varios colegas en busca de patrones.

El embajador Robert Kimmitt, director independiente de Meta desde 2020, lo describe como alguien que trabaja cada día para ser mejor CEO. Destaca su reciente incorporación a la Business Roundtable como símbolo de madurez. “Es el último fundador en pie... y sigue tan entusiasmado como siempre”.

Pero sus críticos ven otro retrato: el de un monarca en una corte medieval donde la lealtad es esencial. “La gente adularía a Mark”, cuenta un exempleado. Las decisiones se debaten solo superficialmente, y quienes disienten se arriesgan a quedar excluidos.

A su alrededor permanece un núcleo duro de ejecutivos cuya carrera está atada a Zuckerberg: Chris Cox, Andrew Bosworth, Javier Olivan y John Hegeman. “Le deben su fortuna”, señala el académico Siva Vaidhyanathan. “Es una estructura imperial”. 

Acceder a Zuckerberg implica pasar por Andrea “Dre” Besmehn, su jefa de personal desde hace años. Conocida como controladora y ferozmente protectora, algunos la ven como la directora de operaciones informal tras la salida de Sheryl Sandberg. Puede anticipar el estado de ánimo del CEO, dicen.

Durante la pandemia, Zuckerberg se aisló aún más. Formó un grupo reducido de confianza con ejecutivos como Susan Li y Hegeman, que se movía entre sus propiedades en Lake Tahoe, California, Montana y Hawái. Ahí se realizaban las reuniones estratégicas del “pequeño grupo” de Meta, en salas con vista al mar. En su tiempo libre, practicaban jiu-jitsu o deportes acuáticos.

En diciembre, el Consejo de Administración de Meta se reúne anualmente en Hawái, en una cena animada organizada por Zuckerberg. Las últimas reuniones han girado en torno a IA e infraestructura. El consejo, sin embargo, ha experimentado un cambio: figuras demócratas como Reed Hastings y Kenneth Chenault se han ido, reemplazadas por perfiles más conservadores.

Dana White, director de la UFC y amigo cercano de Trump, se unió recientemente al consejo. También Dina Powell McCormick, exasesora de seguridad nacional de Trump. Marc Andreessen, fundador de Netscape y miembro del consejo, ha pasado de demócrata a uno de los confidentes políticos más cercanos de Zuckerberg. “Le dirán que vaya más rápido y sea más agresivo”, afirma un exempleado. 

En abril se incorporó Patrick Collison, CEO de Stripe y amigo de Zuckerberg. “Está rodeándose de sus pares”, dijo una fuente. “La transformación del consejo es lo que más me preocupa”.

En enero, Meta anunció que ya no moderaría contenidos salvo casos graves, como terrorismo o abuso infantil. El equipo que diseñó este giro fue pequeño, e incluyó a Joel Kaplan y Jennifer Newstead. El equipo de transición de Trump fue informado en privado antes del anuncio.

Para algunos, esto representa un regreso pragmático al centro. “Es liberador”, dijo Bosworth. “Meta puede enfocarse en crear productos y no meterse en guerras culturales”.

Pero internamente, el giro tuvo un costo. Empleados liberales que alguna vez defendieron la empresa sintieron una profunda desilusión. “La presión por justificar a Meta era enorme”, contó un exejecutivo. Ahora, ver a Zuckerberg alinearse con el movimiento MAGA y la “manosfera” les resulta irreconocible. “Duelo”, “traición” y “horror” fueron palabras frecuentes en entrevistas con empleados actuales y anteriores. 
En una reunión de liderazgo posterior a su aparición en el podcast de Joe Rogan hablando sobre masculinidad, solo unos pocos se atrevieron a cuestionarlo. La respuesta de Zuckerberg fue, como él, fría. Según una persona con conocimiento de la conversación: “Básicamente dijo: ‘Si no te gusta, qué mal’”. 

En medio de la controversia

En 2015, Mark Zuckerberg, entonces de 31 años, escribió una carta abierta a su hija recién nacida, prometiéndole ayudar a “eliminar la pobreza y el hambre”, ofrecer “atención médica básica” a todos y “construir comunidades inclusivas”. Junto con su esposa, Priscilla Chan, invirtió millones en causas de justicia social. Su mano derecha, Sheryl Sandberg, había publicado Lean In, un best seller que definió el feminismo corporativo, reflejando el alineamiento demócrata de la cúpula de Facebook.

En abril de 2016, mientras Donald Trump avanzaba como candidato presidencial, Zuckerberg pronunció un discurso que parecía una respuesta directa: “En lugar de construir muros, podemos ayudar a construir puentes”. Un año más tarde, ya con Trump en la Casa Blanca, Zuckerberg hizo una gira nacional que despertó rumores sobre posibles aspiraciones políticas para 2020.

En 2023 Meta redujo su plantilla de trabajadores
En 2023 Meta redujo su plantilla de trabajadores.

Pero su reputación pronto comenzó a erosionarse. El eslogan de Facebook, “moverse rápido y romper cosas”, empezó a sonar irresponsable ante escándalos de privacidad y acusaciones de fomentar desinformación, discursos de odio y polarización con tal de retener la atención de los usuarios. Agentes rusos habían usado Facebook para distribuir noticias falsas durante las elecciones de 2016, lo que llevó a algunos liberales a culparlo del ascenso de Trump. Luego vino el escándalo de Cambridge Analytica, donde datos de 87 millones de usuarios fueron extraídos para influir en la campaña republicana

Zuckerberg y Sandberg enfrentaron críticas por lo que se percibió como una estrategia corporativa de negar y desviar. Ambos fueron citados a audiencias en el Congreso en repetidas ocasiones.

Durante la presidencia de Trump, Facebook se mostró renuente a moderar sus publicaciones. Pero tras la victoria de Biden y el asalto al Capitolio en enero de 2021, la compañía suspendió la cuenta de Trump, acusándolo de “incitar a la insurrección”. Los demócratas pidieron una vigilancia más estricta; los republicanos, el fin de la “censura”. Zuckerberg quedó atrapado en medio.

A diferencia de Obama o Trump, Biden nunca se reunió con él como presidente. El nuevo gobierno exigía más moderación, y en la pandemia la tensión escaló. Aunque Meta creó herramientas para informar sobre la covid-19, la Casa Blanca criticó la pasividad frente a las teorías conspirativas. 

Altos funcionarios como Robert Flaherty mantenían llamadas regulares con el equipo de políticas de Facebook. Según un exfuncionario de la administración Biden, la Casa Blanca creía que la empresa minimizaba la escala del problema. Facebook, por su parte, sintió que las exigencias eran invasivas e insostenibles. Un miembro del equipo recuerda insultos y gritos desde el otro lado de la línea. “Nos presionaban mucho, y Mark estaba preocupado por esa influencia”. Luego, estas interacciones serían objeto de una investigación republicana sobre presunta censura por parte de las big tech.

Otro exempleado de Facebook rechazó la idea de que Zuckerberg fue intimidado: “Es ridículo”, dijo. “No fue peor que lo que recibimos de los republicanos”. Agregó: “¿Que este fue su momento MAGA? Por favor”.

Lo cierto es que Zuckerberg sentía que hacía enormes concesiones. Aumentó la transparencia, introdujo nuevas protecciones de privacidad y estableció un Consejo de Supervisión independiente para casos complejos de moderación. Todo esto le costaba a Meta millones de dólares… y la crítica no cesaba.

“Estaba frustrado, agotado. Sentía que nada era suficiente”, dijo alguien de su entorno. “Hacía cambios reales y aun así la empresa era atacada desde todos los frentes”. Un asesor lo resumió así: “Facebook logró algo inédito: unir a la izquierda y la derecha… en su contra”. Otro excolaborador describió su estado como de “desgaste psicológico”.

De haber sido visto como un posible candidato presidencial, Zuckerberg pasó a ser acusado de haber destruido la democracia estadunidense. 

Musk vs. Zuckerberg

“Envíame la ubicación”, escribió Zuckerberg en letras blancas sobre fondo negro en su historia de Instagram. Respondía al reto de Elon Musk, quien había dicho en tono burlón estar dispuesto a una pelea en jaula si Zuckerberg lanzaba Threads, el rival de X. Zuckerberg aceptó con seriedad.

Por un instante, en el verano de 2023, la pelea entre multimillonarios pareció real. Musk afirmó haber contactado al Coliseo de Roma para organizarla. No sucedió. Cada uno culpó al otro. Pero Zuckerberg había cambiado. “Está desatando a ese joven de 14 años que nunca se graduó de la universidad”, dijo David Evan Harris, exmiembro de Meta. En la cultura interna, se alentaba a llevar el “yo auténtico” al trabajo. Ahora Mark lo había hecho.

Zuckerberg siempre fue adicto a los retos. Entre sus propósitos de Año Nuevo figuraban usar corbata a diario, aprender mandarín y cazar su propia comida. Practicó deportes como correr, esgrima e hidroplano. Pero en 2023, su nueva obsesión eran las MMA (artes marciales mixtas), especialmente el jiu-jitsu brasileño, un deporte estratégico de lucha cuerpo a cuerpo. Entrenaba cada mañana con pesas o en el tatami, bajo la tutela de peleadores como “Crazy Dave” Camarillo, conocido por entrenar a Keanu Reeves para John Wick.

Organizaba combates con ejecutivos de su círculo: el director de ingresos, John Hegeman, y Tom Alison, jefe de la app de Facebook. Publicaba fotos sin camisa junto a estrellas como Israel Adesanya y Alex Volkanovski. 

Su acercamiento a la UFC fue impulsado por Melinda Davenport, exejecutiva de comunicaciones de Meta. Ella organizaba las sesiones semanales donde Zuckerberg respondía preguntas del personal. Algunos decían que buscaba “humanizarlo”, otros las veían como puestas en escena. Davenport también era fanática de la UFC y asistía a peleas con Zuckerberg y Priscilla Chan. Así se estrechó su relación con Dana White, director de la UFC, admirado por Zuckerberg y posteriormente sumado al consejo de Meta, lo que generó molestia entre empleados liberales. Internamente, algunos decían que White ofrecía útiles consejos de marketing. Joe Rogan resumió el espíritu del cambio: “Nada te convierte en libertario más rápido que el jiu-jitsu”.

Meta apuesta por la IA
Meta apuesta por la IA.

No todos en Meta compartían el entusiasmo. Para algunos, las artes marciales eran una distracción en medio de una crisis: ingresos publicitarios a la baja, y la irrupción de la IA generativa. El éxito de ChatGPT en 2022 dejó a Meta atrás. Zuckerberg, que había renombrado la compañía como Meta en 2021 apostando al metaverso, quedó en ridículo: la visión no prendió. Ni siquiera los ejecutivos creían en ella, según exempleados. Internamente era motivo de burla. Una captura de su avatar publicada en 2022 desató mofas. Zuckerberg no lo superó fácilmente, cuentan fuentes cercanas. Y mientras Google, Microsoft y OpenAI tomaban la delantera en IA, Meta luchaba por mantenerse relevante

Algunos creen que el giro hacia la UFC fue también un intento de encontrar una nueva tribu. Durante años, Zuckerberg fue objeto de burlas como un CEO robótico, por sudar en público o por usar bloqueador blanco al surfear. Mientras Musk se ganaba la admiración de los tech bros, Zuckerberg sentía que no se le reconocía como innovador. “Vio que Elon era popular”, dijo un extrabajador. “Y quiso lo mismo. La esencia de la red social es real: quiere caerle bien a la gente”.

Cuando Musk compró Twitter en octubre de 2022 y eliminó filtros de moderación sin gran oposición, el contraste fue brutal. “La situación cambió cuando Elon compró Twitter”, contó un exempleado. “Muchos en Meta se preguntaron: ¿por qué nosotros gastamos tanto tiempo y dinero en agradar a todos?” El 4 de noviembre, Musk despidió a la mitad del personal de Twitter. Poco después, Zuckerberg lanzó sus propios recortes, llamando a 2023 “el año de la eficiencia”.

Luego vino una amenaza más seria. En julio de 2024, en plena campaña, Trump advirtió que, si era reelegido, perseguiría judicialmente a quienes consideraba responsables del “fraude electoral” y mencionó a Zuckerberg directamente: “¡Zuckerbucks, ten cuidado!”. Se refería a los 400 mdd que el CEO de Meta donó para apoyar la infraestructura electoral en 2020, fondos que una comisión bipartidista luego consideró apolíticos.

Zuckerberg se sorprendió por el ataque, creyendo que su contribución sería vista como neutral. Pero la amenaza surtió efecto. En julio, tras un atentado fallido contra Trump, Zuckerberg lo elogió por su gesto desafiante: “Como estadunidense, es difícil no emocionarse con ese espíritu”, dijo. Un mes después, acusó al gobierno de Biden de presionar a Meta para censurar contenido, incluyendo “humor y sátira”. 

En septiembre de 2024, en una entrevista, fue aún más lejos. Dijo que lamentaba haber aceptado las críticas de años pasados: “Creo que una de las cosas que más me arrepiento es haber adoptado opiniones ajenas sobre lo que hacíamos mal”.

Zuckerberg también ajustó su relación con el personal. Según personas cercanas, se hartó de empleados arrogantes o ineficientes. “Tiene menos paciencia hoy que antes”, dijo Bosworth. Meta recortó los bonos en acciones, y pidió a los gerentes calificar a más empleados como “por debajo de lo esperado”, lo que avivó rumores de nuevos despidos.

Algunos equipos ya implementan evaluaciones internas para detectar debilidades. “¿Tal vez el problema de los ‘idiotas’ sigue ahí?”, dijo un exejecutivo. “Pasamos de ‘acércate’ a ‘vete al carajo’”.

El Ojo de Sauron

Cuando Zuckerberg se obsesiona con un nuevo proyecto, los ejecutivos bromean que es como estar bajo la mirada del Ojo de Sauron. Hoy, esa mirada recae sobre el equipo de IA generativa. Zuckerberg es un micromanager: envía mensajes a todas horas, exige cambios y transforma reuniones de una hora en maratones de tres. Si un competidor lanza algo mejor, quiere saber por qué. Hace unos días, Meta anunció una inversión de 15 mil mdd en la startup Scale AI y fichó a su fundador, Alexandr Wang, para liderar un nuevo equipo de “superinteligencia”. Zuckerberg dirige personalmente el reclutamiento.

“Si le dices a Mark que quieres dos funciones para el lanzamiento, te dirá cuatro”, dijo una persona cercana. Pero también alertó que el equipo está reaccionando más a sus caprichos que a una visión clara. En la carrera por la IA, con presión regulatoria y política, las palabras “seguridad” y “responsabilidad” se han vuelto incómodas, según empleados.

Mark Zuckerberg, CEO de Meta
Mark Zuckerberg, CEO de Meta.

Meta ha tenido tropiezos este año. Aplazó el lanzamiento de su modelo Llama y fue superada por avances de DeepSeek, un rival chino más pequeño. Aun así, Zuckerberg no se rinde. Meta ha lanzado los modelos de IA de código abierto más grandes del mundo y Zuckerberg quiere convertir Llama en el estándar universal. Su mayor ventaja: el grafo social más grande del planeta y una montaña de datos. 

En su visión del futuro, nuestros amigos y contenido serán generados por IA; también nuestras compras y hasta el código de la empresa. Los iPhones y Android serán reemplazados por wearables de Meta, con software propio. “Meta intenta pasar de ser una red social a una empresa de IA”, dijo Katie Harbath, exdirectora de políticas públicas de Facebook. Si triunfa, consolidará su poder por otras dos décadas, con enormes implicaciones para la política, los medios y la vida cotidiana.

Pero ese futuro también depende de su relación con Trump. Con una administración abiertamente transaccional, Zuckerberg ha adoptado un rol más diplomático. En reuniones con Trump en la Casa Blanca y Mar-a-Lago, insistió en la necesidad de que EU lidere la IA de código abierto frente a China. David Sacks y Sriram Krishnan, asesores tecnológicos de Trump, celebraron el lanzamiento de Llama 4. Brian Baker, estratega republicano y asesor personal de Zuckerberg desde 2021, se convirtió en su enlace con la campaña de Trump y ahora con la Casa Blanca, gracias a conexiones clave como Susie Wiles y Stephen Miller.

“Mark intenta encontrar el punto donde los intereses de Meta se cruzan con los de la administración”, dijo alguien que ha trabajado de cerca con él. La reciente ruptura entre Trump y Musk le allanó el camino para convertirse en el “broligarca” número uno de EU. 

Pero no todos en el movimiento MAGA lo compran. Steve Bannon insiste en que “Zuckerberg no es de fiar”. Su fallido intento de negociar un acuerdo en el caso antimonopolio de la FTC, que podría dividir a Meta, refuerza esa percepción. El juicio sigue en curso. “Hasta que no veamos cambios reales y duraderos, no lo vamos a creer”, dijo un alto funcionario del Senado.

Incluso dentro de Meta hay dudas. Algunos asesores se preguntan si abrazar tan abiertamente a Trump es una apuesta prudente. “¿Y si en cuatro años hay otra administración?”, dijo un exfuncionario. “¿Va a fingir que nada de esto pasó? Todos saben que besó el anillo”.

el dato

242 mdd es la fortuna estimada de Mark Zuckerberg, el fundador de Meta

Y uno de los hombres más ricos —y poderosos— del planeta.

Zuckerberg ganó una pelea aquel día en Woodside, recuerda el árbitro José Lucas da Silva. Pero perdió la segunda. Su oponente lo inmovilizó y empezó a estrangularlo. Zuckerberg emitió un sonido seco. “No puedo olvidar sus ojos”, dijo da Silva. “Cuando alguien te mira, pero ya no está ahí”. 

Da Silva detuvo el combate y dio la victoria al otro luchador. Zuckerberg, al recobrar el aliento, negó haber perdido. Meta emitió un comunicado asegurando que “Mark no quedó inconsciente en ningún momento”. Pero da Silva no cedió: “Aprendí que cualquiera puede cometer un error. Él es experto en lo suyo; yo también”.

El jiu-jitsu, concluyó, no es solo fuerza, sino táctica. Hay que anticipar el siguiente movimiento, encontrar el giro que te da ventaja. “Necesitas encontrar dónde solucionar un problema para obtener energía...tal vez Mark tuvo que corregir un error”.

GSC



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