Nunca pensé escribir este encabezado, pero empecé a reflexionar más sobre la sórdida historia de Jeffrey Epstein después de leer un artículo en The American Prospect escrito por su editor ejecutivo, David Dayen, en el que argumenta que Epstein es un problema político. Dayen, quien es mi interlocutor hoy en Swamp Notes, planteó una cuestión que nunca he visto en alguien tan explícitamente: la conexión entre el sistema que apoyó a Epstein y el que apoya otros tipos de delitos, como el “fraude a escala industrial” que condujo a la crisis bancaria de 2008. Se trata del “sistema de justicia y rendición de cuentas de dos niveles en Estados Unidos, y la impunidad que otorgamos a las élites del país”.
Nunca dejará de sorprenderme que este sistema, y el cinismo que generó en el público en general, sea, para empezar, una de las razones por las que Donald Trump está en el poder. Recién conversé con Fareed Zakaria en su programa GPS, donde debatimos si la cultura o la economía impulsan a MAGA. Obviamente, son ambas, pero Fareed argumentó que se trataba de la cultura, que la base de Trump se basa en el nacionalismo cristiano blanco y la xenofobia antiinmigrante. Mientras, argumenté que hay un cierto número de votantes de MAGA que tienen dificultades económicas y sienten que el sistema está manipulado en su contra.
¿Cómo se relaciona todo esto con Epstein? Bueno, para empezar, sus socios eran un grupo de republicanos y demócratas de la élite que defendían la igualdad de oportunidades (junto con algún miembro de la realeza ocasional) y que representaban a los que más se han beneficiado de las políticas económicas neoliberales del último medio siglo. Si viajabas como socio en el avión de Epstein, o te reunías con él en su isla privada, o discutías acuerdos financieros transfronterizos con este depredador, entonces, por definición, formas parte de la tribu educada y móvil que el escritor David Goodhart célebremente denominó “los de cualquier lugar”, los que operan a 35 mil pies de altura (10 mil 668 metros) sobre las preocupaciones económicas de la mayoría de las personas en casi todos los Estados.
La mayor parte de los partidarios de MAGA (aunque sin duda no todos) son “de algún lugar”, lo que significa que están más arraigados en su lugar, ya sea por elección propia o por la fuerza. Muchos de los sitios de donde provienen sufren y han sufrido de manera desproporcionada por el pensamiento neoliberal propagado por las corrientes mayoritarias de ambos partidos políticos.
Resulta irónico que el propio “grande y hermoso proyecto de ley” de Trump fuera la culminación de esto, con exenciones fiscales para el capital privado financiadas con recortes a las prestaciones de atención de salud de los pobres. Su Ley Genius, sin duda, será el detonante de la próxima gran crisis financiera, que creo que pueden llegar en tan solo dos o tres años, un tema que abordo en mi columna del lunes.
La pregunta ahora, y de cara a las elecciones de mitad de mandato y las presidenciales de 2028, es: ¿seguirán con él? El columnista de The New York Times Ross Douthat argumentó de forma convincente que MAGA es más que solo Trump y que el presidente ya no controla a su base. Pero ¿qué los hará desmoronarse? No habría imaginado que sería Epstein por su cuenta, sino más bien un problema que afecta a las necesidades básicas de la gente, como los recortes de Medicaid, el fin del apoyo fiscal que se destinó a los estados republicanos o cualquier otra política de Trump que está exacerbando la incertidumbre económica y la inflación (que, por supuesto, afecta mucho más a los pobres que a otros).
David, mi pregunta es esta: ¿crees que MAGA entiende que las mismas personas que tenían vínculos con Epstein son también las que se beneficiaron de un sistema financiero desregulado, el poder monopolístico de las grandes compañías de tecnología y los recortes a las prestaciones sociales que contribuyeron a la “optimización” fiscal? ¿Siguen flotando estos problemas en un vacío cultural y económico, aislados entre sí? ¿O se están uniendo en la comprensión popular? ¿Y qué ocurrirá políticamente si lo hacen?
Lecturas recomendadas
-Me pareció que mi colega Janan Ganesh acertó al señalar cómo la edad de los líderes políticos afecta su juicio (y no porque sean seniles).
-Voy a comprar un ejemplar de The Sovereign Individual después de la columna de Elaine Moore sobre por qué es la raíz de la obsesión de los multimillonarios del sector de tecnología con el apocalipsis.
-Ha-Joon Chang tiene toda la razón al afirmar que la economía se ha convertido en algo así como la Iglesia católica en Europa de la época medieval, se centra más en proteger el statu quo que en ser justa, eficiente o racional. Como resultado, el mundo está sufriendo.
David Dayen responde
Me alegra que hayas apreciado el artículo, Rana. Creo que la pregunta que planteas es crucial, porque, en mi opinión, la respuesta ayuda a resolver el debate sobre si los votantes que llevaron a Trump al poder lo hicieron por motivos culturales o económicos.
Creo que todos entendemos que Epstein confraternizó y prestó servicios a un conjunto de personajes de las élites financieras y políticas que viven bajo un sistema legal diferente al del resto de nosotros. El hecho de que las instituciones dirigidas por esta misma categoría de élites hayan fallado a los estadunidenses una y otra vez, sin ninguna rendición de cuentas real por esas fallas, es lo que ha desencadenado la ira y el resentimiento que caracterizan nuestra política actual. En cierto modo, no es necesario atar cabos explícitamente para saber que ciertas personas están protegidas de sus errores y que todos pagamos el precio.
Epstein pasó casi diez años en Florida entre el final de su condena por solicitar prostitución y su arresto por delitos federales de tráfico sexual. Pam Bondi fue la fiscal general de Florida casi todo ese tiempo y no presentó cargos contra Epstein. Y bajo su supervisión, los únicos fiscales en cualquier estado que realmente investigaban la presentación masiva de documentos fraudulentos en casos de ejecución hipotecaria después de la crisis financiera fueron despedidos. Y a pesar de todo esto, Bondi se desempeña en la actualidad como fiscal general de Estados Unidos.
Estos asuntos están profundamente conectados. Los delitos son cometidos por personas de todos los niveles sociales, pero el sistema legal los trata de forma diferente según la condición del infractor. Los que tienen más recursos tienen más posibilidades de que sus delitos nos afecten a todos. Los estadunidenses están cansados de un sistema que premia el fracaso, que protege los privilegios y que hace que carguemos con la factura del daño causado por nuestros supuestos superiores. Esto se ha vuelto tan generalizado que resulta intuitivo.
En nueve de las últimas diez elecciones nacionales en Estados Unidos, una cámara del Congreso o la presidencia ha cambiado de partido. La gente va y viene en una búsqueda desesperada de alguien que resuelva sus problemas. Se les hace creer que sus preocupaciones no les importan a los que gobiernan el país. Esto desató el desdén y la rebelión entre las bases de votantes de la derecha, hasta que encontraron un líder disruptivo que supuestamente debía arrebatar el control a las élites. El caso Epstein revela que Trump pudo haber sido como todos los demás, lo que da motivos para preguntarse si sus alardes sobre “Estados Unidos Primero” también encubrían una agenda que daba prioridad a las élites en otros aspectos. El escándalo de Epstein encaja tan perfecto con Trump y lo implica en décadas de historia reciente que le resulta difícil desviarlo.
En este momento, el mismo desdén y rebelión se está extendiendo entre las bases de la izquierda; basta con observar el desplome de los índices de aprobación del Partido Demócrata. La gente quiere un gobierno que realmente pueda darse cuenta de lo que les aflige y se encargue de solucionarlo. Con demasiada frecuencia se encuentra con un gobierno preocupado por encubrir los abusos de hombres atroces, ya sean las actividades inmorales en la Isla Epstein, miembros del Congreso que operan con información privilegiada en el mercado de valores o empresas que abusan de sus clientes y reciben exenciones fiscales en el mercado de valores.
Hemos estado viviendo en una era en la que no se rinden cuentas, y cualquiera que ocupe una posición de liderazgo debe revertir esa tendencia o sucumbir a la ira pública.