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Black Sabbath se prepara para su último concierto

FT MERCADOS

A sus 77 años, Tony Iommi —el arquitecto del heavy metal— se prepara para el último rugido de Black Sabbath. La banda que forjó el sonido del infierno dice adiós en un ritual de guitarras, caos y redención.

Tony Iommi se agarra el pecho en estado de conmoción y se tambalea hacia atrás. Adaptando las espeluznantes palabras iniciales del primer álbum de su banda, Black Sabbath, de 1970, la piedra angular del heavy metal como género: ¿qué es esto que se encuentra ante él?

La respuesta es, yo, caminando a grandes zancadas bajo la lluvia por el sendero hacia la casa del guitarrista en los Cotswolds, tomándolo por sorpresa al llegar a la puerta con un paraguas. El músico de 77 años de edad y el “rey del riff pesado”, como lo apodó James Hetfield de Metallica, está vestido (por supuesto) de negro, con el pelo oscuro y rizado y lleva una barba de chivo. Por un momento, parece haber visto a uno de los espíritus malignos que pueblan las veneradas canciones de su banda

Pero, ahora me toca dar un respingo de conmoción cuando lo saludo. “Lo siento, no puedo hoy”, dice Iommi alegremente con su acento de Birmingham, con los ojos oscurecidos por unos anteojos ahumados.”¿Qué?”, ​​balbuceo. “No puedo hoy”, repite sonriendo. 

Me viene a la mente la horrible idea de un viaje de dos horas y media desde Londres en vano. Pero me están tomando el pelo: Iommi es un bromista empedernido. “No puedo evitarlo”, dice riendo entre dientes, guiándome hacia el santuario de su estudio de grabación.

El 5 de julio, el guitarrista y sus tres compañeros fundadores –el cantante Ozzy Osbourne, el bajista Geezer Butler y el baterista Bill Ward– cerrarán la cortina de Black Sabbath. Ofrecerán un concierto de despedida en Villa Park, el estadio de futbol más grande de Birmingham, la ciudad de los Midlands (se refiere a una región en el centro de Inglaterra, que históricamente correspondía al antiguo reino de Mercia) donde Sabbath se formó en 1968. La realeza del heavy metal y el hard rock se reunirá para rendir homenaje, con la participación de Metallica, Slayer, Lamb of God, Gojira y muchos grupos más.

Me siento muy honrado de que todas estas bandas se presentarán para apoyarnos”, dice Iommi. “Las bandas más grandes del mundo, es simplemente increíble. Y tenemos que estar a la altura”.

Organizado por el guitarrista de Rage Against the Machine, Tom Morello, este espectáculo único se llama Back to the Beginning. El título hace un guiño a los orígenes de Sabbath en Birmingham, pero también es uno a su reputación como los creadores del heavy metal. Cada miembro fue crucial: Ward por su batería con un toque de jazz, Butler por su ritmo de bajo, Osbourne por su potente chillido y sus salvajes payasadas en el escenario. Pero Iommi fue el arquitecto. Los riffs de clásicos como War Pigs y Paranoid son obras maestras de peso, equilibrio y tensión.

El espectáculo será la primera ocasión en que el cuarteto original toque juntos desde 2005. ¿Cómo se siente Iommi sobre su actuación de despedida? “Un poco nervioso, la verdad”, dice. “Antes era algo natural. Pero esta vez habrá mucha presión porque es lo desconocido. No sabemos cuántas canciones vamos a tocar ni cómo vamos a estar”.

él dice

“Es como una hermandad, ¿sabes?

Hemos tenido altibajos, pero seguimos en contacto”. 

Nuestra reunión se lleva a cabo unas semanas antes de los ensayos. Entre las incógnitas está el estado de salud de Osbourne. La salud del cantante es precaria. La enfermedad de Parkinson y otras lesiones, como una en la columna en 2003, lo dejaron con movilidad reducida. En febrero, habló de no poder caminar. Con su habitual entusiasmo, acaba de lanzar una edición limitada de latas vacías de té helado con restos de su ADN, cada una a 450 dólares. Su mensaje a los fans: “Clónenme, cabrones”. 

“Hasta donde sé, estará en un trono”, dice Iommi sobre los planes de Osbourne para Villa Park: una presencia estática. “A menos que”, reflexiona, “tenga un trono eléctrico”. Al guitarrista le diagnosticaron linfoma en 2011, lo cual requiere control, pero se ve bien. “Últimamente, casi todas las conversaciones entre Ozzy y yo son sobre quién tiene qué”, dice.

Seguramente habrá alguna que otra broma, por los viejos tiempos. “Es muy posible”, dice Iommi. “Siempre nos hemos hecho bromas, así que imagino que algo va a salir”.

Esperemos que nadie tenga que ser hospitalizado esta vez. “Algunas se pasaron un poco”, admite. En una ocasión tristemente célebre en Los Ángeles, a Ward, que estaba muy borracho, lo desnudaron, lo pintaron de dorado con pintura de aerosol y lo cubrieron con barniz.

“Fue una locura. Bill se reía y de repente, Iommi imita el sonido angustiado del baterista sufriendo una convulsión. “¡Oh, no! Tuve que llamar a la ambulancia. Preguntaron: ‘¿Qué le pasa?’. Bueno, está pintado de dorado. ‘¡¿Qué?!’. Y vinieron y nos dieron una buena regañada a Ozzy y a mí. Miras atrás y piensas: ¡Dios mío! ¿Pasó eso? O sea, podríamos haberlo matado, de verdad”. 

Iommi, que vive con su cuarta esposa, la música de rock sueca Maria Sjöholm, relata esta escalofriante historia con buen humor y deleite. Detrás de él se extiende una consola de grabación con numerosos controles deslizantes y perillas. Los deflectores de sonido se alinean a lo largo de las paredes, junto a una gran cruz de madera. Una rata de peluche está encima de una bocina. Hay muchas guitarras eléctricas en racks. Estaba tocando una antes de que yo llegara; de ahí la cinta blanca en la punta de dos dedos de su mano derecha, los dedos lesionados más importantes en el rock.

El sonido agitado y pastoso del que Black Sabbath fue pionero –la mezcla primordial de la que surgió el heavy metalen parte debe sus orígenes a un accidente laboral. Criado en Aston, un duro barrio obrero de Birmingham, por un padre que era hijo de inmigrantes italianos y una madre nacida en Palermo, Iommi tenía 17 años cuando ocurrió el accidente en 1965. El último día de un trabajo que no le gustaba en una fábrica de metal laminado, perdió las puntas de los dedos medio y anular al sustituir a un compañero en una máquina cortadora de metal que no conocía. 

Ozzy Osbourne, vocalista y miembro fundador de Black Sabbath
Ozzy Osbourne, vocalista y miembro fundador de Black Sabbath. Foto: AP

Por aquel entonces, era guitarrista de una banda anterior a Sabbath que estaba a punto de salir de gira por Europa. “Fui al hospital y me dijeron: ‘No volverás a tocar. No podía aceptarlo. Pensé: ‘Tiene que haber una solución’”, recuerda. Su solución fue crear dedales con las tapas de botellas de lavatrastes. Estos evolucionaron hasta convertirse en protectores de dedos moldeados con plástico y retazos de tela de una vieja chamarra de cuero. Más tarde, un hospital le proporcionó brazos protésicos cuyas puntas de los dedos él adecuaba.

Los dedales, todavía los tengo”, dice, yendo a la consola de grabación y regresando con una lata de tabaco maltratada. Me muestra el contenido. “Son muy rudimentarios”. Usó uno hace poco, mientras grababa un video para el último sencillo de Robbie Williams , Rocket, en el que toca la guitarra principal con mucha energía. “¡Y mi dedal sale volando porque no lo había pegado! Robbie se pone…”. Imita al cantante buscando frenéticamente el protector en el suelo.

Como persona zurda, los dedos que tocan las cuerdas son los que se ven afectados, los que están en el brazo de la guitarra. Convenció a una empresa galesa para que le fabricara cuerdas más ligeras (inexistentes a principios de la década de 1970) e invirtió en una empresa de Birmingham dirigida por el innovador John Birch para conseguir instrumentos adecuados.

Como resultado, Iommi desarrolló un tono más grave y grueso que el de otros guitarristas principales, con solos que cambiaban cada vez que los interpretaba. Los críticos de la época pasaron por alto su ingenio: a los músicos de Sabbath, habitantes de clase trabajadora de los Midlands los trataron como vándalos proletarios haciendo ruido. “Era porque era muy diferente”, dice. “La gente no lo aceptaba. Seguimos adelante a pesar de todos los comentarios negativos”. 

El ocultismo de las películas de clase B y las cantidades industriales de drogas, como se celebra en el himno de la cocaína de 1972 Snowblind, contribuyeron a su brutal reputación. También lo hicieron las locas bromas como el incidente de la pintura en aerosol. Pero la forma de tocar la guitarra de Iommi también puede ser delicada, como en su tierna interpretación de folk-rock en Solitude de 1971. Entre sus influencias se encuentra el guitarrista de jazz Django Reinhardt, quien tocó con una mano mutilada e inspiró a Iommi a continuar después del accidente.

Black Sabbath técnicamente regresa del retiro para su concierto en Villa Park. Su gira de 2016-17 se llamó inequívocamente The End (El final). Iommi, el único miembro fijo de la banda en medio de varios cambios de formación –incluyendo diferentes cantantes– inicialmente dudó en regresar. Pero la presencia de Ward, que no estuvo presente en The End, ayudó a convencerlo. También lo hizo la decisión de donar las ganancias a varias organizaciones benéficas, incluyendo una dedicada a la enfermedad de Parkinson. 

Es como una hermandad, ¿sabes? Hemos tenido altibajos, pero seguimos en contacto”, dice. ¿La canción que más anhela tocar? “¡La última!”, dice entre risas, pero luego enumera algunos de los clásicos: Iron Man, Black Sabbath, War Pigs, Paranoid.

“Son los símbolos de la banda, la verdad”, dice. Sus riffs imborrables sonarán una última vez, recibidos con entusiasmo por decenas de miles de aficionados y los jóvenes músicos que siguieron la estela de Black Sabbath. Un mensaje para todos ellos: clonen eso, cabrones.

GSC


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@The Financial Times Limited 2025. Todos los derechos reservados . La traducción de este texto es responsabilidad de Notivox Diario.

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