El presidente Donald Trump prometió, la primera vez que ostentó la presidencia (2017-21), designar al movimiento Antifa como una organización terrorista frente a las protestas nacionales por la muerte de afroamericano George Floyd en 2020.
Ya en su segundo mandato, el republicano decidió que finalmente cumpliría su promesa tras el asesinato del activista Charlie Kirk.
¿Qué declaró el mandatario?
“Me complace informar a nuestros numerosos patriotas estadunidenses que designo a Antifa, un desastre enfermo, peligroso y de izquierda radical, como una enorme organización terrorista”, escribió en Truth Social desde el Reino Unido.
“También recomendaré encarecidamente que quienes financian a Antifa sean investigados a fondo de acuerdo con los más altos estándares y prácticas legales”, subrayó Trump.
I am pleased to inform our many U.S.A. Patriots that I am designating ANTIFA, A SICK, DANGEROUS, RADICAL LEFT DISASTER, AS A MAJOR TERRORIST ORGANIZATION. I will also be strongly recommending that those funding ANTIFA be thoroughly investigated in accordance with the highest…
— Trump Truth Social Posts On X (@TrumpTruthOnX) September 18, 2025
No es la primera vez que lo intenta
En 2020, la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés), cuestionó el anuncio presidencial y afirmó que no tenía tal autoridad legal.
“Cualquier designación de este tipo plantearía importantes preocupaciones sobre el debido proceso y la Primera Enmienda” (de la Constitución estadunidense), declaró Hina Shamsi, directora del Proyecto de Seguridad Nacional de la ACLU.
Dato¿Qué es la Primera Enmienda?
"El Congreso no promulgará ley alguna por la que adopte una religión de Estado, o que prohíba el libre ejercicio de la misma, o que restrinja la libertad de expresión o de prensa, o el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y a solicitar al Gobierno la reparación de agravios", señala el decreto, de acuerdo con el Departamento de Estado de EU.
¿Qué es la organización Antifa?
Antifa, una abreviatura de Anti-fascista, es una entidad doméstica, y por lo tanto no cabe en el estatuto de Organización Terrorista Extranjera (OTE) del Departamento de Estado, de acuerdo con organizaciones de defensa de los derechos civiles.
Durante el primer mandato de Trump, su procurador Bill Barr sostuvo que:
“La violencia instigada y perpetrada por Antifa constituye terrorismo interno”.
El origen de Antifa
Las raíces del antifascismo moderno se remontan a la Europa de entreguerras, en plena fragilidad de la República de Weimar. En 1932, el Partido Comunista de Alemania lanzó el concepto de Antifaschistische Aktion (Acción Antifascista) como un frente común contra el ascenso de Adolf Hitler y sus seguidores.
Tras la derrota del nazismo, la identidad antifa no desapareció. Fue reconfigurada por colectivos autónomos de izquierda radical en Alemania Occidental, Italia y Reino Unido entre los años setenta y ochenta. Anarquistas y comunistas independientes recuperaron el emblema y lo convirtieron en bandera de la “acción directa”.
En Estados Unidos, las ideas viajaron primero a través de la escena punk y anarcopunk de los años ochenta y noventa del siglo pasado.
Sin embargo, no fue hasta el auge de la alt-right (derecha alternativa, ultraconservadora) cuando el movimiento antifa dio un salto de la marginalidad contracultural al centro del debate público, convertido en protagonista involuntario de la conversación nacional.
Aunque se popularizó en Estados Unidos tras la manifestación supremacista blanca Unite the Right en 2017, en Charlottesville, Virginia, expertos coinciden que no existe como una organización estructurada, sino como una estrategia y una postura política contra lo que sus seguidores engloban en la lucha contra la supremacía blanca, el neofascismo y la extrema derecha.

Células independientes; así funciona Antifa
Antifa no es una organización en el sentido clásico. No cuenta con líderes visibles, sede central ni una membresía formal. Se trata, más bien, de una constelación descentralizada de grupos e individuos que actúan bajo una misma bandera ideológica.
El Centro Legal de Pobreza del Sur (SPLC, por sus siglas en inglés) define a Antifa como:
“Un movimiento amplio y comunitario compuesto por individuos que se organizan contra la injusticia racial y económica” y que refleja un “amplio espectro de la izquierda política”.
Su estructura descansa en colectivos locales, activos en ciudades como Portland, Nueva York, Berkeley o Austin. Estas células funcionan de manera independiente, aunque en ocasiones coordinan esfuerzos para movilizaciones puntuales, como contra-manifestaciones frente a marchas de extrema derecha.
La táctica que define al movimiento es la acción directa. Puede expresarse en formas diversas: desde interponerse pacíficamente entre grupos neonazis y sus objetivos, hasta el vandalismo contra símbolos considerados fascistas —estatuas confederadas—, pasando por enfrentamientos físicos con militantes de la alt-right.
La identidad del movimiento también se ha consolidado en lo visual. El emblema de las dos banderas —una roja y otra negra—, junto con la estética del black bloc, marcada por el uso de ropa oscura y pasamontañas, busca tanto preservar el anonimato como subrayar la idea de unidad colectiva frente a la individualidad.
Expertos coinciden que la falta de centralización la hace más resistente a la decapitación o la infiltración, pero también imposibilita el control de sus tácticas más violentas y dificulta cualquier tipo de diálogo o negociación.
La financiación de los colectivos antifa se sostiene, en gran medida, con donaciones, rifas, venta de mercancía local y, con frecuencia, con el propio dinero de sus integrantes, lo cual podría dificultar el plan de investigar a los “financiadores” del movimiento.
¿Cuál es el impacto de Antifa?
Capilaridad
Antifa no moviliza multitudes por sí sola; se “pega” a causas y coaliciones más amplias (antirracismo, derechos LGTBQ+, antifascismo en general). Su visibilidad crece cuando aparecen marchas de extrema derecha o cuando hay atentados de odio.
Efecto disuasorio
En ciudades con tradición activista (Portland, Seattle, Berkeley), su mera presencia puede elevar el costo de las exhibiciones neonazis.
Efecto búmeran mediático
La estética de confrontación rinde en televisión y redes. Eso amplifica tanto su leyenda (para simpatizantes) como su demonización (para detractores).
Comparativa internacional
En Europa, existen colectivos históricos (Alemania, Italia, España) con repertorios similares. En Estados Unidos, la fragmentación es aún mayor y la cultura litigiosa de la Primera Enmienda introduce un campo minado legal constante.
Organización en la mira
La designación de Antifa como una organización terrorista detonó un debate legal desde la intención inicial expresada por el presidente Trump en 2020, durante su primer mandato.
El SPLC sostuvo en su momento que una designación de ese tipo sería un suceso “sin precedentes y alarmante, con importantes implicaciones para las libertades civiles de los ciudadanos estadunidenses, en particular de las personas de color, que ya sufren una vigilancia policial desproporcionada".
“La designación otorgaría a las fuerzas del orden federales amplios poderes, bajo el código federal de terrorismo, para vigilar e investigar a cualquier persona etiquetada como antifa. También podría permitir a las fuerzas del orden federales perseguir ampliamente a cualquier persona involucrada en protestas que la administración Trump considere desfavorable, incluso con carácter retroactivo”, advirtió el SPLC.
MD