En la Segunda Guerra Mundial no todo se definió en los campos de batalla. Detrás de la estrategia militar y los avances tecnológicos, hubo quienes buscaron poder en lo insólito: Un capítulo raro, casi salido de una novela de terror esotérico, se enredaba entre líderes, soldados y figuras que no portaban uniformes, pero sí símbolos, cristales, libros prohibidos y un montón de teorías místicas.
Sí, estamos hablando de magos, médiums, emblemas mágicos, energía Vril, sociedades secretas y hasta contactos del más allá. Suena a delirio… pero ¿y si no lo es tanto? Más allá de la balística y los planes de combate, existió un universo paralelo donde lo sobrenatural intentó influir en el destino del mundo. Es por eso que hoy te traemos estos relatos: para mostrar que la historia no se escribió solo con conflictos y tácticas, sino también con enigmas, rituales y fuerzas que escapan a la razón.
Cuando lo racional no alcanza, lo místico entra en escena
La Tierra ardía en llamas. Millones morían, y las potencias del planeta luchaban por el control total. Pero al mismo tiempo, algunos de sus líderes creían firmemente que la magia, la energía espiritual o la intervención de fuerzas ocultas podían inclinar la balanza. No se trataba solo de superstición, sino de un intento desesperado por encontrar ventaja en una guerra sin precedentes.
No estamos hablando solo de rumores. Existen documentos, testimonios y relatos que conectan directamente a nombres como Churchill, Himmler, Hess, y Crowley con lo esotérico. Y aunque no todos aceptan estas historias, resulta fascinante preguntarse por qué, en medio del caos total, decidieron confiar en lo inexplicable.
Churchill, Crowley y los mensajes del más allá
Imagínate a Winston Churchill, el primer ministro británico, en plena guerra, supuestamente recibiendo consejos de médiums y espiritistas. Algunos relatos cuentan que hablaba con los muertos (sí, así como lo lees), alentado por Hugh Dowding, un alto mando de la Royal Air Force que aseguraba comunicarse con pilotos fallecidos y obtener de ellos señales para proteger a los vivos.
Si eso no fuera suficiente, aparece el nombre de Aleister Crowley, autoproclamado “La Bestia 666”, un ocultista británico conocido por sus prácticas en magia ceremonial y satanismo, pero también considerado por algunos como un patriota que ofreció sus conocimientos esotéricos al gobierno británico. Se dice que Crowley estuvo vinculado al misterioso vuelo de Rudolf Hess a Escocia en 1941, una misión de paz que más parece sacada de una película de suspenso.
La "V" mágica contra la esvástica
Otro detalle jugoso: la famosa señal de la “V de victoria” que Churchill mostraba todo el tiempo… podría no haber sido solo propaganda política. Se dice que Crowley sugirió ese símbolo como una contramagia frente a la esvástica nazi. En su visión, los símbolos cargaban un poder real y tangible, capaz de afectar el mundo físico y espiritual.
Para Crowley, la “V” invertida era conocida como “La marca de la bestia” y representaba un desafío a las normas tradicionales. Sin embargo, cuando la “V” se volvió símbolo de resistencia y esperanza para los Aliados, se interpretó como un poderoso amuleto contra la oscuridad de la esvástica, que originalmente era un símbolo hindú de luz y bienestar, pero distorsionado por los nazis.
¿Coincidencia o estrategia mágica? Lo cierto es que esta señal se convirtió en un emblema de fortaleza en uno de los momentos más oscuros de la historia moderna.
Himmler, el nazi que buscaba poder en los rituales
Mientras en Reino Unido algunos jugaban con lo paranormal, en el lado nazi la obsesión por el ocultismo era mucho más seria y sistemática. Heinrich Himmler, jefe de la Schutzstaffel (SS) y uno de los cerebros detrás del Holocausto, estaba convencido de que las antiguas tradiciones arias guardaban secretos de poder, pureza racial y dominio espiritual.
Himmler envió expediciones al Tíbet y otras regiones remotas en busca de reliquias místicas y raíces ancestrales que, según él, validarían la ideología nazi y les proporcionarían ventaja sobre sus enemigos. La expedición liderada por el antropólogo Ernst Schäfer estuvo enfocada en recuperar objetos con supuestos poderes especiales.
Su obsesión fue más allá: soñaba con instaurar una nueva religión pseudopagana basada en la pureza aria, con las SS como su orden sagrada. Para ello, convirtió el castillo de Wewelsburg en centro ceremonial, escenario de bodas, bautizos y rituales que debían forjar el espíritu del Tercer Reich.
Además, Himmler apoyó a la Sociedad Thule, una organización esotérica fundada en Baviera en 1918, que mezclaba racismo, misticismo, espiritualismo germánico y nacionalismo extremo. La Sociedad fue pionera en utilizar la esvástica y sirvió como base ideológica para el Partido Nazi. Sus rituales y creencias alimentaron la visión del mundo de los nazis y cimentaron sus objetivos.
¿Pero acaso fue real? Al menos, eso dice la historia menos conocida.
Erik Hanussen: el vidente que no pudo salvarse a sí mismo
Antes de entrar en teorías más fantásticas, vale la pena hablar de un mentalista muy real:
Erik Hanussen, un judío-austriaco cercano a Hitler en sus inicios. Conocido por sus habilidades hipnóticas y clarividentes, Hanussen predijo el incendio del Reichstag, ocurrido el 27 de febrero de 1933, ganándose la confianza del futuro dictador.Pero su cercanía terminó en tragedia: fue secuestrado el 24 de marzo de 1933 y, dos semanas después, su cadáver fue hallado en un bosque cerca de Berlín, con dos disparos en la cabeza.
Irónicamente, el vidente que había anticipado tantos acontecimientos no pudo predecir ni evitar su propia muerte, aparentemente ordenada por altos jerarcas nazis que desconfiaban de su origen judío y de su influencia, marcando el abrupto fin de su carrera como clarividente.
¿Energía alienígena? El extraño caso de la Sociedad Vril
Si creías que ya lo habías escuchado todo… surge la enigmática Sociedad Vril, que aseguraba canalizar una “energía cósmica” de origen extraterrestre llamada “Vril”. Esta energía, según sus creencias, podía otorgar poder militar y control sobre el mundo.
Algunos teóricos afirman que Hitler y sus colaboradores estaban obsesionados con este concepto y que creían que la “energía Vril” era la clave para crear tecnologías secretas y dominar a sus adversarios.
Se dice que el movimiento estaba liderada por médiums como Maria Oršić y que buscaba canalizar esta energía para desarrollar tecnologías avanzadas, incluyendo supuestas “máquinas voladoras”. Sus miembros también mantenían vínculos con otros círculos esotéricos de la época, lo que reforzaba su carácter secreto y arcano.
¿Y en México? También se movían cosas raras... vestigios que perduran
Antes de que pienses que esto solo pasó allá, en Europa, estas tierras también resguardan relatos de poder y misticismo. Aquí, el ocultismo tiene raíces profundas en la tradición indígena y mestiza, y sigue siendo una forma de resistencia cultural y espiritual.
Después de esos años convulsos del conflicto bélico que marcó el siglo XX, en 1955 María Sabina, la curandera mazateca, llevó al mundo el conocimiento ancestral de los hongos psicoactivos. Más adelante, en los años 70, figuras como Pachita se volvieron leyenda gracias a sus curaciones espirituales y “cirugías” sin bisturí. Y en los 80, Jacobo Grinberg intentó acercar la ciencia al chamanismo, buscando comprender la percepción humana desde otra perspectiva.
Así, en México, el ocultismo no es solo un pasatiempo esotérico, sino una manifestación política y social que desafía el status quo y ofrece respuestas cuando la institucionalidad falla.
Entonces, retomando aquel oscuro capítulo…
¿Sí hubo magia en la guerra?
Puede que nunca sepamos si estas historias son 100 por ciento ciertas. Tal vez algunas sean leyendas infladas por el tiempo, otras desinformaciones, y unas más… quién sabe. Pero hay algo que queda claro: en las horas más sombrías, hasta los líderes más racionales pueden voltear a ver el cielo, al tarot o a los muertos buscando respuestas.
Porque cuando el mundo parece perder el sentido, lo místico, lo inexplicable, lo oculto... ofrece una pizca de control. O de esperanza.
