La sentencia a Jair Bolsonaro, el jueves 11 de septiembre, reavivó algunas de las acciones políticas que más han afectado a la población latinoamericana durante la historia.
El ex presidente de Brasil recibió una condena de 27 años tras ser acusado por intento de golpe de Estado durante las elecciones de 2022, en las que el mandatario Lula da Silva resultó ganador.
Esta intentona golpista rememora diversos levantamientos ocurridos durante el siglo XX en América Latina, un periodo en el que grupos opositores se levantaron en armas para derrocar al gobierno de facto.
En algunas ocasiones, la sublevación desembocó en regímenes dictatoriales, pero en otros, las intenciones de oposición no fueron concretadas, como en el caso de Bolsonaro.
Cabe mencionar que el fallo hacia ex líder brasileño en la Corte Suprema de Brasil ocurrió el mismo día que se conmemoraban 52 años de uno de los sucesos políticos más violentos en la historia de Chile: el inicio de la dictadura de Augusto Pinochet, en 1973.
¿Qué es un golpe de Estado?
Un golpe de Estado ocurre cuando un grupo opositor se levanta de forma violenta en contra de quien ostenta el poder político y busca la destitución y posterior sustitución del orden constitucional. En esta acción pueden participar instituciones como las fuerzas armadas en coalición contra el gobierno o también puede ocurrir mediante un levantamiento civil.
“Es el desmantelamiento de las instituciones constitucionales sin seguir el procedimiento establecido”, apunta el Diccionario Panhispánico del Español Jurídico de la Real Academia Española (RAE).
Sin embargo, cabe mencionar que a lo largo de la historia de América Latina, este tipo de pronunciamientos se han transformado y han sido motivados por objetivos distintos, es decir, lo que se entiende como golpe de Estado ha cambiado a lo largo de la historia.
Por ello, Rafael Rojas, investigador y doctor en Historia por El Colegio de México (Colmex), explicó en entrevista para Notivox cómo se gestaron las tramas golpistas en el Cono Sur y otras regiones de Latinoamérica, los actores esenciales para concretarlo, así como el contexto de algunos levantamientos ocurridos en la región.
Para comenzar, Rojas Gutierrez remarcó que hay tres grandes “contextos de larga duración” que enmarcan la forma en la que se constituyó el golpismo, y que pueden identificarse para abordarlos como categoría o concepto histórico.

Siglo XIX: De los pronunciamientos y asonadas militares en México
“En México (sucedieron durante) el período de Antonio López de Santa Anna, entre liberales y conservadores. En la Reforma, el Imperio de Maximiliano de Habsburgo, hasta la República Restaurada y el Porfiriato, son muy frecuentes estos pronunciamientos militares”, enunció el investigador.
Durante una asonada, diversas personas se amotinan con el fin de lograr algún acto político, empero, no implica el derrocamiento de la Administración; es más bien, la manifestación pública que sucede al hecho, en el caso mexicano, sustentada por documentos emitidos desde el gobierno.
El catedrático del Centro de Estudios Históricos del Colmex explicó que el Plan de Veracruz de 1822 entra en esta denominación.
Esta asonada militar fue emitida por Antonio López de Santa Anna, bajo el cargo de jefe militar y político de Veracruz, y buscó desconocer a Agustín de Iturbide como emperador de México. Santa Anna emitió este Plan en un documento constituido por 17 artículos en los que se aborda al territorio mexicano como un Estado independiente, explica la Secretaría de Defensa Nacional (Defensa).
Otro caso fue el Plan de Casamata, emitido el 1 de febrero de 1823, esta asonada se también posicionó contra el imperio de Iturbide, y unió al Ejército Imperialista de Santa Anna con las tropas de Guadalupe Victoria, menciona el Archivo General de la Nación (AGN). La proclama logró abdicar al gobierno del emperador, poniendo fin a esta etapa histórica y restituyendo al Congreso, con miras en la constitución del Estado mexicano.

Por último, dentro de la primera categoría, Rafael Rojas incluye al Plan de Tuxtepec, formulado por Porfirio Díaz, el 10 de enero de 1876, para desconocer la presidencia de Sebastián Lerdo de Tejada e impedir la reelección durante el periodo de la República Restaurada. En el documento, recopilado por la organización Memoria Política de México, puede leerse:
“Artículo tercero.- Se desconoce a don Sebastián Lerdo de Tejada como presidente de la República, y a todos los funcionarios y empleados designados por él, así como los nombrados en las elecciones de julio del año de 1875.
Artículo cuarto.- Serán reconocidos todos los gobernadores de los Estados que se adhieran al presente plan. En donde esto no suceda, se reconocerá, interinamente, como gobernador, al que nombre el jefe de las armas”.
Primera mitad del S. XX: Los 'Cuartelazos'
El segundo contexto de los golpes de Estado en América Latina antecede al periodo de la Guerra Fría en Estados Unidos. Este tipo de alzamientos están un poco “más ligados a la instauración de dictaduras militares”, explicó el académico.
el DATO¿Qué es un Cuartelazo?
Este tipo de movimiento golpista se refiere al: “Levantamiento militar de un país para derrocar a su gobierno”, señala el Diccionario del Español de México del Colmex. En este acto, las fuerzas armadas comienzan a tener un papel aún más notorio para conseguir la sedición del orden constitucional.
Este tipo de golpismo se asemeja más a los Cuartelazos como en el caso de las acciones de Victoriano Huerta en contra de la presidencia de Francisco I. Madero.
Aquello desencadenó en la Decena Trágica: un periodo de diez días, a partir del 9 de febrero de 1913, durante el cual, los generales Manuel Mondragón y Gregorio Ruíz encabezaron una violenta revuelta que cobró la vida de miles de personas en la Ciudad de México y paralelamente, terminó con el gobierno maderista, señala la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
“Son muy comunes esos golpes de Estado que ya no son pronunciamientos, asonadas o insurrecciones como en el siglo XIX, sino que fundamentalmente son conspiraciones militares de los ejércitos, que dan lugar casi siempre a regímenes”, mencionó el filósofo.

Segunda mitad del S. XX: Guerra Fría y Doctrina de Seguridad Nacional
El tercer momento ocurre durante el inicio de la Guerra Fría, expone el investigador. Esta transformación ahora incluye la plena injerencia del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea contra un gobierno democrático.
“(Impugna contra) Un gobierno legítimamente electo, democrático, pero con orientación socialista o progresista. Que da lugar también a una dictadura militar”, dijo el ganador del Premio Anagrama de Ensayo (2006).
Sin embargo, puntualizó que este tipo de golpismo se diferencia de los demás respecto al tipo de dictadura militar que genera.
En la primera mitad del siglo XX, previo a la Guerra Fría, las dictaduras fueron regímenes autoritarios, “muchas veces con ropaje constitucional y democrático”, similares a lo expuesto en el siglo XIX. Empero, a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial, el totalitarismo apeló a una agenda anticomunista, que se enmarcó en la Doctrina de Seguridad Nacional.
“(A partir de este periodo) Se echa a andar un dispositivo de represión mucho más sofisticado”, subrayó el catedrático.
el dato¿Qué es la Doctrina de Seguridad Nacional?
Esta política, heredada de Estados Unidos en América Latina, tuvo como fundamento el orden social a través del control militar. Difundida después de la Segunda Guerra Mundial, declaró como “principal enemigo” al comunismo, con epicentro en la Unión Soviética y representación regional en Cuba, tras el acuerdo con Fidel Castro, apunta la Universidad Francisco Marroquín.
En este conflicto geopolítico, los opositores, apoyados por el gobierno estadunidense, combatieron a los gobiernos de izquierda. En ese sentido, Estados Unidos se encargó de los conflictos globales, mientras que las naciones latinoamericanas eliminaron toda manifestación subversivas que se opusiera a los regímenes establecidos, de acuerdo con Francisco Leal Buitrago en la Revista de Estudios Sociales.

¿Cómo fueron los golpes de Estado en la segunda mitad del siglo XX?
El investigador Rafael Reyes expuso para este medio cuáles son los actos golpistas pertenecientes a la tercera categoría histórica.
Este tema puede consultarse de manera extensa en su obra El árbol de las revoluciones. Ideas y poder en América Latina, un libro en el que aborda los regímenes y posteriores revoluciones en el siglo XX. Desde 1910 con el inicio de la Revolución mexicana, hasta 1979 con el triunfo del sandinismo en Nicaragua.

Particularmente analiza las revoluciones nicaragüense de los años 20, las cubanas de los 30 y de los 60, boliviana de 1952, la chilena de 1970 al 73, la guatemalteca de 1944 a 1954, el varguismo brasileño y el peronismo argentino. Además de incluir algunas de las ideas que compartió para este texto.
En el tercer desarrollo de los actos golpistas, contextualizados durante el periodo de la Guerra Fría que dan lugar a dictaduras militares anticomunistas basadas en la Doctrina de Seguridad Nacional, pueden incluirse:
Guatemala en 1954
El primer levantamiento categorizado en este periodo fue contra el gobierno de Jacobo Árbenz Guzmán. La noche del 27 de junio de 1954, cerca de 500 soldados que venían desde Honduras, fueron movilizados por el coronel Carlos Castillo Armas, quien tenía como objetivo derrocar el gobierno de Árbenz y ostentar la presidencia, lo cual consiguió.

Este golpe de Estado fue de los primeros en ser apoyado por Estados Unidos, debido a que, el Presidente representó un freno para las aspiraciones económicas del país norteamericano en una nación que era casi feudal, explica BBC News.
“Era precisamente la época de mayor apogeo de la Guerra Fría y entonces aprovecharon para tildar a mi padre de comunista, que era algo totalmente falso. Y así fue como promovieron y justificaron la idea de una invasión. Entrenaron mercenarios en Estados Unidos y también en Honduras, pero al principio cuando cruzaron hacia Guatemala, el Ejército logró repelerlos”, dijo Jacobo Árbenz Vilanova, hijo del entonces mandatario para BBC.
Brasil en 1964
A lo ocurrido en Guatemala le sucede, diez años después, el golpe de Estado que dio lugar a la primera dictadura anticomunista sólida durante la Guerra Fría: el levantamiento en contra del gobierno de Joao Goulart.
La línea política que siguió Goulart fue percibida cercana a la ideología comunista, aunque más bien se adscribió al populismo brasileño tradicional. El advenimiento de su posterior presidencia, en sustitución de Janio Quadros, trajo consigo también el descontento de la clase alta brasileña, debido a su política pro izquierdista.

Entre esas políticas se encuentra la propuesta emitida el 13 de marzo de 1964, sobre medidas como la nacionalización de refinerías privadas y la expropiación de tierras a lo largo de carreteras y ferrocarriles federales, de acuerdo con la organización brasileña Memorias de la Dictadura.
Como respuesta, con el pretexto de combatir el comunismo, sectores conservadores, empresariales y militares intensificaron sus conspiraciones y, la madrugada del 1 de abril de 1964, llevaron a cabo el golpe de Estado constituido mediante la unión de las fuerzas armadas con la oposición derechista del Congreso del país, comenzando así la dictadura cívico militar en el territorio.
Argentina en 1966
Este país sudamericano fue víctima de diversos regímenes ilegales durante el siglo XX. Uno de ellos fue la dictadura autodenominada como Revolución Argentina, que dio inicio con el derrocamiento del presidente Arturo Umberto Illia, el 28 de junio de 1966, debido a que la oposición y la sociedad en general, criticó las lentas acciones del entonces presidente respecto al bienestar del país.
La embestida se realizó a través de las fuerzas armadas, encabezadas por el general Juan Carlos Onganía, quien tras la destitución de Illia, asumió el gobierno argentino.
Onganía, comandante en jefe del Ejército promulgó su apoyo hacia la política estadunidense, así como la adopción de la Doctrina de Seguridad Nacional dentro de Argentina.
El comandante declaró en agosto de 1964, cuando aún desempeñaba funciones militares, un discurso pronunciado en la Quinta Conferencia de Jefes de Estado Mayor de los Ejércitos Americanos en la Academia Militar de West Point, en el que dejó claro que las fuerzas armadas apoyarían al país del norte, de acuerdo con la investigadora María Cecilia Míguez en la revista Sociedad Argentina de Análisis Político.
Uruguay en 1973
Para la década de 1970, sucedieron algunas de las tramas golpistas más conocidas. El 27 de junio de 1973, el presidente Juan María Bordaberry, miembro del Partido Colorado, disolvió el Parlamento con el respaldo de las fuerzas militares y policiales.
Años previos a la sublevación, el país había experimentado un aumento de tensiones políticas. Por un lado, se creó la Convención Nacional de Trabajadores en 1964, una unidad sindical enmarcada en proyectos de transformación social. Posteriormente, para 1971, se constituyó el Frente Amplio, una coalición electoral unificadora de partidos y sectores de centroizquierda e izquierda.

El golpe de Estado de 1973 fue el resultado de una crisis política sustentada en una base social conservadora que se fundamentó en la criminalización de las organizaciones populares y apoyaba el avance autoritario. A través del uso de las Medidas Prontas de Seguridad (MPS) se intensificó la represión contra las manifestaciones sociales y las organizaciones de trabajadores y estudiantes.
“La "lucha contra la subversión" fue un proyecto autoritario de control militar sobre cualquier colectivo percibido como enemigo del régimen. El proyecto, derivado de la Doctrina de Seguridad Nacional, se extendió mediante un programa moralizador y criminalizador de la disidencia social y política. Dicha doctrina también fue la base de la coordinación represiva regional conocida como Plan Cóndor”, explica la organización Sitios de Memoria de Uruguay.
Chile en 1973
El 4 de noviembre de 1970, Salvador Allende asumió la presidencia, instaurando así el primer gobierno socialista elegido por la vía democrática en la historia de Chile. Sin embargo, hubo una gran tensión entre su gobierno y la oposición.
Para prevenir una sublevación, Allende propuso al ala conservadora del Partido Demócrata Cristiano (DC) conformar un gabinete cívico militar para así asegurar la estabilidad del país y evitar un golpe de Estado. Este acuerdo se concretó, pero no como esperaba el DC, ya que el núcleo político de la Unión Política (UP), movimiento al que pertenecía Allende, no tuvo grandes modificaciones que beneficiaran a su contraparte, provocando el descontento del DC.
Además, se propuso llamar a un consulta popular para definir la continuidad del gobierno, en el que, de perder, Allende se comprometía a dejar el mando del país e instaurar un Gobierno de Seguridad Nacional, expone el sitio gubernamental Memoria Chilena.
A pesar de los intentos políticos por disminuir la tensión interna en el país, el 29 de junio de 1973 se produjo el Tanquetazo, primer esbozo de levantamiento militar, el cual fue sofocado por algunos comandantes que apoyaban al gobierno de Allende, dirigidos por el general Carlos Prats.

El descontento ante la presidencia y su proyecto socialista finalmente concluyó con el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, encabezado por Augusto Pinochet, comandante en jefe del Ejército de Chile.
Argentina en 1976
Como se mencionó anteriormente, esta nación fue escenario de diversas intervenciones de las fuerzas armadas en este siglo, algunas de ellas, desembocando en regímenes dictatoriales: en 1930, 1943, 1955, 1962, la Revolución Argentina de 1966 y la última, conocida como Proceso de Reorganización Nacional en 1976.
El Proceso de Reorganización Nacional fue, de acuerdo con un informe del Ministerio de Educación de Argentina, un periodo que comenzó con el golpe de Estado ocurrido el 24 de marzo de 1976 y concluyó con la toma de gobierno de Raúl Alfonsín, el 10 de diciembre de 1983. María Estela Martínez de Perón era presidenta cuando las fuerzas armadas del país gestaron la sublevación en contra de su gobierno.
Una junta militar constituida por tres instituciones tomó control del país: El Ejército, a cargo del general Jorge Rafael Videla; la Marina, bajo el mando del almirante Emilio Eduardo Massera; y la Fuerza Aérea, por el brigadier Orlando Ramón Agosti.
La junta ordenó la disolución del Poder Legislativo y la remoción de los miembros de la Corte Suprema del país y sus provincias; suspendió la vigencia de la Constitución Nacional y prohibió los partidos políticos y sindicatos, declara un informe de la Secretaría de Derechos de Argentina.

¿Cuál es el papel de las fuerzas armadas y otras instituciones en la trama golpista?
Las fuerzas armadas han fungido como un actor decisivo dentro de esta violenta experiencia histórica de América Latina.
No obstante, Rojas Gutierrez remarca que no es el único elemento, “porque en ningún golpe de Estado clásico solo intervino el gremio militar —por ejemplo, el alzamiento contra Francisco I. Madero en México, o contra Salvador Allende en Chile— ”.
Otras de las instituciones fundamentales fueron, explica el investigador, las embajadas de Estados Unidos; sectores conservadores, tanto la Iglesia Católica como las derechas más tradicionales. Y aunado a ello, se involucraron los poderes políticos de las naciones.
“Los actos golpistas pueden ocurrir por medio de mecanismos civiles; a veces por pugnas o luchas entre los poderes. A veces son golpes judiciales, a veces son legislativos o parlamentarios. En algunas ocasiones incluyen juicios políticos, otras no. Y yo diría que son raros los casos que desembocan en regímenes militares de facto, como sucedió en la Guerra Fría”, detalló el Rafael Rojas.
Para que la sublevación consiga el control de gobierno de facto, debe haber una organización entre algunas de las instancias mencionadas.
Tal fue el caso de la intentona golpista de Jair Bolsonaro: Alexandre de Moraes, ministro de la Suprema Corte de Justicia, en calidad de relator, explicó durante una de las audiencias para juzgar al ex presidente, que el complot para la toma militar en Brasil se dividió en tareas gestionadas bajo el mando de Bolsonaro; sin embargo, la acción fracasó porque los comandantes de Ejército y la Fuerza Aérea se negaron a consumar el levantamiento.

“Probablemente no haya habido una conspiración plenamente fraguada detrás del golpe. Hubo algo impulsivo en todo aquel proyecto. Y en efecto, la no participación plena de las fuerzas armadas decide que la lógica de aquel evento se mantenga dentro del intento golpista y no pase a la categoría de golpe de Estado consumado”, mencionó el filósofo e historiador cubano.
¿Todas las izquierdas fueron comunistas?
Si bien, Estados Unidos no tuvo injerencia en todas las sublevaciones ocurridas en Latinoamérica, sí puede identificarse su participación en los movimientos que se enmarcaron en el tercer contexto sociohistórico antes abordado. Es decir, en aquellos con una agenda fundamentalmente anticomunista que tuvieron lugar tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.
“Lo que se buscó fue detener el avance de fuerzas de izquierda, así hubieran ostentado el poder por la vía democrática; porque muchos de esos golpes fueron propinados contra gobiernos legítimamente electos por métodos democráticos”, explicó el entrevistado.
Sin embargo, Rojas advierte que en algunas ocasiones “se confundían los términos”, ya que cualquier oposición a la política de derecha era leída como una adscripción al comunismo.
“Como en Guatemala con Arbenz; en Argentina en 1966 y 1976, en Uruguay y Chile en 1973, y en el levantamiento contra Goulart en 1964. Las izquierdas que llegaban al poder no eran necesariamente comunistas”.
Particularmente en el caso de Brasil explicó que “hubo un periodo importante en el gobierno de Goulart, orientado a un populismo clásico brasileño que ilegalizó al partido comunista. Fue un gobierno con un importante flanco anticomunista”.

En ese sentido, el país norteamericano no marcó una distinción entre las izquierdas comunistas e izquierdas populistas, o entre izquierdas democráticas y nacionalistas revolucionarias. O entre izquierdas socialistas —a la que perteneció el gobierno de Salvador Allende, por ejemplo—.
Brasil en 1964 y Plan Cóndor: “El laboratorio de los regímenes”
La sedición en contra de Goulart inició el ciclo de dictaduras adscritas a la Doctrina de Seguridad Nacional, como se explicó anteriormente. Sin embargo, otro sistema de represión se gestó en Latinoamérica durante ese periodo: La Operación Cóndor.
De acuerdo con la Organización Plan Cóndor, esta operación surgió cuando los representantes de los regímenes de Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay, reunidos en Santiago de Chile, establecieron la denominada 'Operación Cóndor' o 'Plan Cóndor', el cual, según el Acta de Clausura de la Primera Reunión Interamericana de Inteligencia Nacional, recibe su nombre por moción de la delegación uruguaya para rendir homenaje al país sede.

¿En qué consistió la Operación Cóndor?
Cóndor fue una plataforma para la estandarización de las prácticas coordinadas de represión en la región latinoamericana.

Entre los regímenes, se pusieron a disposición recursos humanos, materiales y técnicos con el objetivo de facilitar la destrucción de aquellos que se opusieran a las dictaduras. Es decir, consistió en un operativo transnacional para perpetrar los crímenes.
La Organización Plan Cóndor explica que entre las acciones estuvo:
- Intercambio de información: existió una comunicación entre al menos dos naciones, el lugar de origen de la víctima y el país al que la trasladaban.
- Operativos conjuntos: se formularon grupos de trabajo internacionales integrados por agentes del país donde se encontraba la víctima y los del sitio de origen o incluso de otros gobiernos interesados.
- Traslados clandestinos: las personas detenidas eran trasladadas de un país a su país de origen, o viceversa, secuestradas en su país y llevadas a otro.
En cuanto a la dimensión geográfica, el plan se instituyó dentro de las dictaduras de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. Y posteriormente se añadieron Ecuador y Perú.
“De algún modo, Brasil fue el laboratorio de los otros regímenes militares golpistas que le sucedieron”, mencionó Rojas.
“Fue un sistema de colaboración informativo y tecnológico puesto en función de la represión de la juventud antiautoritaria, en términos generales. Y por medio de esa colaboración fue que se pudo llevar a cabo un sistema de exterminio”.
Políticas de la Memoria en América Latina
Más de 50 años han pasado desde aquellos atroces crímenes que cobraron la vida de miles de personas y dejaron una huella permanente en la historia de las familias latinoamericanas. Aún en la actualidad, organizaciones como Abuelas y Madres de la Plaza de Mayo en Argentina, continúan sumando esfuerzos en la búsqueda de los menores que fueron víctimas del terrorismo de Estado durante el régimen dictatorial.
Otros proyectos de la sociedad civil se han enfocado en reconstruir archivos e información tangible para enunciar lo ocurrido, a través de la 'Memorialización de la represión', señala Rojas.

Es así como, por medio de la política de la memoria retomada por las comisiones de justicia y verdad, agrupaciones independientes o por entidades gubernamentales, en la actualidad es posible acceder a información para no olvidar lo que ocurrió en Latinoamérica, —tal es el caso de las organizaciones citadas en este texto—.
Sin embargo, el proceso de judicialización de crímenes no ha avanzado a la misma velocidad, expone el investigador.
“No ha habido el mismo avance en los procesos de judicialización de crímenes de lesa humanidad, de violación a los derechos humanos, específicamente de exterminio, desapariciones y arrestos injustificados en las dictaduras del Cono Sur; pero también en los Andes, en Centroamérica y el Caribe. Estos procesos han tenido un resultado muy dispar en toda la región”.
MD