Valtteri Bottas no necesita que lo maquillen como “estrella en ascenso”. Su carrera está escrita con podios, victorias y un rol muy claro: sobrevivir en la élite de la Fórmula 1, incluso cuando no era el protagonista de la película.
El finlandés debutó en 2013 con Williams, donde rápidamente mostró velocidad y consistencia. Su verdadero salto llegó en 2017, cuando Mercedes lo fichó para ocupar el asiento que dejó Nico Rosberg tras su sorpresivo retiro. Ahí, Bottas se convirtió en la pieza perfecta para un equipo que necesitaba estabilidad al lado de Lewis Hamilton.
Con Mercedes sumó 10 victorias, 67 podios y 20 poles a lo largo de cinco temporadas. No ganó un título mundial, pero fue parte esencial de la maquinaria que dominó la F1 entre 2017 y 2021, asegurando cinco campeonatos de constructores consecutivos. Su papel de escudero de Hamilton, aunque criticado, le dio la etiqueta de piloto confiable, rápido y con la sangre fría necesaria para sumar puntos clave.
En 2022 se mudó a Alfa Romeo (hoy Sauber), donde lideró un proyecto más modesto, sin la presión del podio semanal pero con la responsabilidad de aportar experiencia y guiar el desarrollo del auto. Allí permaneció hasta 2024.
En 2025 pasó a un rol distinto: piloto reserva de Mercedes, un año en el que lo vimos más en la sala de ingenieros que en la pista. Muchos lo daban por retirado. Pero la llamada de Cadillac para ser parte de su debut en Fórmula 1 en 2026 reescribe su historia: Bottas vuelve al asfalto, acompañado de Sergio Checo Pérez, para formar una dupla que suma más de 500 carreras de experiencia.
En resumen: Bottas es la mezcla de fiabilidad y veteranía. No es el campeón del mundo, pero sí el tipo que sostiene un proyecto, que entiende la política de los equipos y que siempre está listo para regresar a la pelea.
ZZM
