Desde hace un año, Javier Alejandro Álvarez Carrizales decidió emprender vendiendo gorditas de cocedor, y al no contar con un local decidió construir un horno portátil.
Alejandro es originario de Gómez Palacio, y vio en la venta de gordas de cocedor una fuente de empleo, por lo que decidió ubicarse sobre el bulevar Rebollo Acosta, pero la autoridad hace un año le negó permiso de instalase ahí.
Al verse desempleado, su ingenio lo llevó a construir un cocedor portátil sobre una pequeña traila, el cual le llevó 4 meses elaborar.
Hoy en día cruza gran parte de la ciudad para llegar hasta la colonia Latinoamericano sobre la calle Venezuela y bulevar Libertad donde desde muy temprano inician con la preparación para calentar el horno.
De manera diaria la familia Álvarez inicia su jornada desde las 2 de la madrugada para preparar los 13 guisos y la masa para las gordas.
A cuatro meses de haberse instalado en Torreón, Javier Alejandro se ha colocado en el gusto de los laguneros pues además de que el costo es accesible, su sabor es único.
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