Con menos de 200 habitantes, en Viesca existe un pueblo llamado Bajío de Ahuichila, que se encuentra a 30.8 kilómetros en dirección noreste de esta localidad.
Se trata de una comunidad donde curiosamente existe agua disponible para consumo humano, toda vez que existe un manantial ubicado en lo que llaman el Frontón de Ahuichila.

Se trata de un relis de exuberante belleza, mismo que en la cima mantiene una mojonera, estructura de concreto que sirve como referencia y marcaje de un levantamiento topográfico, que en este caso delimita las fronteras geográficas entre Coahuila, Durango y Zacatecas. Basta internarse por una brecha y desde el ejido 5 de mayo cruzar las vías del ferrocarril para llegar a Camacho, en el último estado referido.
En Bajío de Ahuichila se vive con tranquilidad y los más viejos se mantienen de la producción de nopal y otros productos del campo, en tanto que los más jóvenes han decidido emigrar en busca de mejores oportunidades de vida. Los pocos que se han quedado viven de la extracción de candelilla, oficio que los mantiene en la Paila sacando la cera con procesos donde el fuego y el ácido sulfúrico incrementan el calor en el desierto.

Desabasto de agua, un problema en Viesca
El secretario del ayuntamiento, Adrián Puentes Adriano, refirió que Viesca no cuenta con pipas para apoyar a la población ante el desabasto de agua y, más aún, que se depende de los trabajos de la CEAS, Comisión Estatal de Aguas y Saneamiento para dotar de agua potable a la población.
Aunque la carencia del líquido hace estragos, comentó que hay comunidades con agua suficiente, como Bajío de Ahuichila, uno de los más alejados de la cabecera municipal y donde incluso la comunicación es deficiente debido a que la señal de internet se pierde entre serranías.
“Nuestro municipio está administrado en cuanto al agua de consumo humano por el Sistema Estatal de Agua y Saneamiento, lo que denominamos el SIMAS Rural, el Sistema Torreón-Matamoros que después adiciona al municipio de Viesca. Esta empresa paraestatal, porque es del gobierno del estado, cubre la mayor parte de las comunidades rurales y de la cabecera municipal. Sin embargo, hay comunidades que están muy alejadas y en donde no existe cobertura”.

Puentes Adriano explicó que este es el caso del corredor de las comunidades Flor de Mayo, La Ventana, y más alejados, el Tanque Aguilereño, San José del Aguaje, Punta de Santo Domingo, Congregación Darias y Presa Yenti, hacia el suroriente del municipio. Y también Bajío de Ahuichila, La Fe y 5 de mayo, tres comunidades que colindan con Durango y Zacatecas.
“Ahí tenemos sistemas de agua comunitarios, que son de autoabastecimiento, y que habían estado abandonados, sin ninguna atención por parte de los gobiernos”, precisó Adrián Puentes quien acotó, por instrucción del alcalde Jorge Vélez Sandoval, se implementó un estudio sobre las condiciones de operación de los equipos y de los pozos, para implementar acciones como la rehabilitación del pozo de La Ventana, comunidad segunda en población, con más de 2 mil 500 habitantes.
También se rehabilitó el pozo de Congregación Darias, que tenía 15 años sin funcionar, por lo que la gente se debía trasladar kilómetros para obtener agua. Ahora se refuerza el pozo de 5 de mayo y se atiende el de La Fe. Recientemente, dijo que colapsó el pozo que abastecía la comunidad Flor de mayo, por lo que se encuentra fuera de operación, por lo que, hasta el momento, se ha dotado a la población con más de 200 viajes de pipas.
Ejidos interconectados
“En la cabecera municipal no crea que tenemos un servicio muy eficiente, en la práctica hay tandeo y también tenemos, como es un sistema intermunicipal, pozos como el de Nueva Reynosa que está interconectado con las comunidades de Matamoros que son San Francisco, Petronilas y Congregación Hidalgo. Pero igualmente en el pozo de Sacrificio, existe una interconexión para darle atención a la comunidad de Mieleras y Gilita, en el municipio de Viesca”.
Es por ello que se busca que los alcaldes coordinen acciones preventivas para impedir fallas que no permitan la cobertura de la población en pleno verano, donde las temperaturas superan los 40 grados centígrados. Puentes Adriano consideró que el ayuntamiento de Viesca, conservadoramente ha aplicado al menos 10 millones de pesos para abatir el rezago en la infraestructura.

La visión del gobierno municipal no se aleja en este caso de la realidad pues al visitar Bajío de Ahuichila, la señora Cándida Reyes nos muestra que en la llave sí tiene agua, y es una de la mejor calidad pues la fuente es justamente un manantial. En esa comunidad, al momento, el problema es la falta de habitantes jóvenes porque la mayoría ha emigrado buscando continuar estudios o mejores oportunidades laborales.
“Ahorita tenemos agua en la llave. En veces no hay, como le dan a las vacas y a todos los animales, pero ahorita sí hay. Hay años que sí se ha agotado. Gracias a Dios este año no se nos ha acabado, el año antepasado no hubo nada, andábamos charqueando y hasta hicimos juntas para que ya no les dieran a las vacas del ojito de agua que hay”, dijo la señora en relación a un chaco que se hace y donde abrevan los animales.
“El agua que tenemos va saliendo de los cerros, nomás que a veces la tiran los que les dan a las vacas, porque tenemos un almacén arriba y como les dan a las vacas a veces se vacía y a veces batallamos mucho, pero ahorita sí está saliendo bien”.
Cándida tiene 69 años y siempre ha vivido en el campo. De niña fue criada por su abuelo, Narciso Sandoval, quien se movilizaba constantemente junto con sus animales, es por ello que vivió incluso en el Cerro de Ahuichila. Al fallecer, Cándida volvió a vivir con su mamá, en Bajío de Ahuichila.

“Aquí vivimos tranquilos, tuvimos siete, pero se nos murió la niña mayor. Ahora todos están con sus familias, vienen a vernos, pero se vuelven a ir porque aquí no hay trabajo para que vivan ellos aquí y mantengan a una familia. Antes el ranchito estaba más grandecito y había mucha gente, se iban a la candelilla, pero ahora ya no quieren trabajar en eso y todos los muchachos se van”.
Junto a su esposo, Valente Delgado Guevara, reciben el apoyo que estableció el presidente Andrés Manuel López Obrador. Y para poder sobrevivir deben vender productos del campo, hierbas y especias; quesos que Valente obtiene al movilizarse a Zacatecas, y nopales que siembran en las inmediaciones de su casa. Cándida dijo que antes tenían seguro y afore porque su esposo trabajaba en una cooperativa que extraía la candelilla. Pero ahora las cosas son distintas y ellos ya están grandes.
“Ya no podemos trabajar y yo le planté nopales a él para que los venda; nos ayudamos de ahí porque con lo que nos da Obrador no completamos y así él los corta cuando están creciditos y se va a vender a Viesca. Algunos nopales los tengo que cuidar con cajas de plástico porque se los comen las liebres”, explicó la señora.

Valente Delgado Guevara sale cada dos o tres días de su casa para tomar el autobús que lo lleve a la cabecera. Con 60 pesos va y viene. Allá se toma su copita, socializa con sus amigos y vende los nopales.
“Nomás están grandecitos y los corto y no rinden porque en Viesca se vende mucho. Yo me llevo unos diez kilos y me salen unos 400 pesos. Ella los sembró y yo los vendo. De ahí sacamos para pagar la luz, comprar el gas, que tenemos que ir por el gas a la cabecera municipal”.
Gilberto Tapia, tiene 45 años y desde los 14 ya trabaja extrayendo candelilla. Toda su vida la ha vivido en Bajío de Ahuichila y cuando no es la cera será el carbón el que le dé sustento
“Si no es la candelilla aquí es el carbón. La candelilla me la compran a 140 o 130. Fueron dos días para ir por la candelilla y un día de quema, son tres días. Salen 45 kilos, como seis mil pesos para dos, nos vamos a la mitad mi amigo y yo. Sí es demandante el trabajo, tiene que estar uno todo el día en el solazo, pero sí tiene sus beneficios y ahorita la están pagando más o menos. Está mejor que ir a una ladrillera o a la obra, aquí no tienes patrón, pero también no tienes nada”.
dahh