Los niños y jóvenes del Colegio Cervantes regresaron a las aulas entre arcos detectores de metales, mochilas transparentes y rosas blancas para las maestras. El señor José Luis Hernández es padre de familia de una niña de quinto grado. “El viernes anterior fue el peor día de nuestras vidas. Estas medidas son por miedo, por desesperación. Yo había dicho que no era la solución, que esto iba a causar un estrés y un ambiente hostil para los niños y es lo que está ocurriendo”.
El padre de familia está nervioso porque las investigaciones del caso no han esclarecido si hubo un cómplice, como lo tuvo Eric Harris en la matanza de Columbine, EU.
El señor Francisco Juárez también llevó a su hijo, pero le dejó en claro que podía llamarlo en cualquier momento si no se sentía bien en la escuela. “Ya estuvimos también nosotros aquí adentro (en el plantel) y si se siente algo, pero una vez que ya está uno adentro y pasa esa parte es como brincar una barrera. Es lo que le transmitimos a nuestro hijo para que esté más tranquilo”.
Algunos de los padres cumplieron la recomendación de la escuela de llevar mochilas transparentes o cargar los libros entre los brazos, pero algunos niños se mostraron reticentes.
“Le dijimos que era del hombre invisible y con eso aceptó”, cuenta la señora Salma Arreola, mientras está formada en la larga fila de papás y alumnos que esperan su turno para pasar por los arcos detectores de metal y que las maestras les revisen sus pertenencias.
En la fila puede verse a algunos niños que llevan una rosa blanca en señal de agradecimiento para sus maestras que los protegieron durante el tiroteo.
Al concluir la jornada, algunos estudiantes compartieron con Notivox su sentir sobre los detectores y la revisión. “Es un poco tedioso, andaba muy sensible la cosa esa”, dice uno refiriéndose al arco detector que constantemente se ponía en color rojo.
Ahora en el Cervantes se esfuerzan por pasar el duelo y mirar hacia el futuro, aunque para algunos el esfuerzo de los profesores no fue suficiente.
“Las maestras no se veían tan dispuestas a ayudarnos emocionalmente con esto, solo nos dijeron que estaban para ayudar”, comparte un joven de 13 años, a quien a la entrada lo despojaron de algunas de sus pertenencias.
CONTINÚA EN OPERACIÓN
Grupo San Ángel, propiedad de la familia del niño que disparó, sigue operando normalmente. La empresa está formada por tres salones de fiestas: el Centro de Convenciones San Ángel, Casino San Ángel y Villa San Ángel, que dan servicio en Torreón.
La Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, a través de su titular Santiago Nieto, dio a conocer que congelaron las cuentas del padre y el abuelo del menor.
Detectaron flujos de dinero que no corresponden a sus actividades e investigan flujos de efectivo por más de 100 millones de pesos hacia diversas empresas, además de que ninguno de los dos presentaban declaraciones fiscales.
“Es uno de los medios que también utilizaron para lavar dinero”, confirmó el gobernador de Coahuila, Miguel Ángel Riquelme.
Hasta la tarde de ayer en el salón ubicado en la avenida Lerdo de Tejada 1430 se puede cotizar una fiesta para 150 personas, que tiene un costo de entre 27 mil a 35 mil pesos dependiendo del salón a contratar y el paquete que se elija. El salón convenciones San Ángel tiene capacidad para más de mil personas.
Esta empresa está en la mira de las autoridades.