Un cálido rayo de luz se filtra entre las nubes y toca sutilmente las alas de millones de mariposas monarca, que al instante se desprenden de las ramas como una gran cascada que hace posible escuchar su incesante aleteo en la inmensidad del Bosque de Oyamel, donde ahora será obligatorio el uso de cubrebocas para proteger a los habitantes de la reserva, quienes temen que la apertura de los santuarios pueda generar un brote de covid-19 en esas comunidades que viven de manera precaria y sin servicios hospitalarios, aunque para ellos el turismo es el principal sustento.
Ante la pandemia, representantes ejidales llegaron a un acuerdo con autoridades estatales y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) para abrir el próximo 28 de noviembre los santuarios El Rosario y Sierra Chincua, esto tras recibir capacitación durante una semana para el establecimiento de protocolos sanitarios que permitieran retomar a las actividades turísticas de manera segura
Ambos santuarios deberán operar a un 50 por ciento de su capacidad y con uso obligatorio de cubrebocas en todo momento, aunque podrían cerrar en caso de que los contagios lleguen a dispararse en la zona o si el semáforo epidemiológico vuelve a rojo.

Pero en el santuario El Rosario – donde se ubica la colonia más grande–, la decisión final se tomará en los próximos días, debido a que este fin de semana, el grupo de cocineras del parador turístico acusó, en una reunión con la Conanp, que su temor a contagiarse de covid-19 por la actividad turística no fue tomada en cuenta por los ejidatarios que apenas el viernes votaron por la apertura.
“Tenemos mucho miedo, pero también tenemos la necesidad de la economía, la gente ya no tiene de dónde sacar dinero para subsistir y no tenemos fuentes de empleo, nada más aquí el santuario por eso estamos tomando todas las medidas. Tenemos una semana con gente que nos viene a capacitar de parte de la Conanp, pero es una decisión muy difícil”, dijo Miguel Ángel Cruz Domínguez, presidente del comisariado del ejido el Rosario.
Gloria Tavera, directora de la Región Centro y Eje Neovolcánico de la Conanp, señaló que alrededor de 500 familias dependen de los ingresos que genera el turismo en todos los santuarios, alrededor de 50 millones de pesos cada temporada.
Destacó que debido al alto riesgo que representa para las comunidades la apertura de los santuarios, se estableció una mesa de trabajo con los ejidos, donde participaron las secretarías de Salud y Turismo de Michoacán y el Estado de México. En las mesas serán evaluadas las condiciones y será definida la apertura de los santuarios, con base en los semáforos epidemiológicos de las entidades, los niveles de contagio en las comunidades y capacidad para protegerse.

Además, se informó que con financiamiento de la agencia gubernamental GIZ se brindó capacitación a los prestadores de servicios locales.
“Es muy importante que la decisión de la apertura sea consenso de todos los habitantes de las poblaciones porque es una situación de riesgo. Estamos en emergencia sanitaria y además tenemos que ser muy responsables sobre lo que podría implicar una apertura, donde el 70 por ciento de los visitantes viene del Estado de México y la Ciudad de México, que está en semáforo naranja con una tendencia a que cambie a rojo”, indicó Tavera.
MILENIO realizó un recorrido en el santuario El Rosario, donde 176 prestadores de servicios turísticos del ejido recibieron capacitación por parte del Centro Latinoamericano de Formación y Capacitación para Guías en Turismo (Cenatur), y fue corroborado que ya están listos los filtros sanitarios en las entradas para medir la temperatura, aplicar alcohol en gel y rociar un líquido desinfectante a cada visitante.
Se establecieron pasos separados para la entrada y salida del turismo, se garantiza abasto de agua y jabón en los baños, además de que habrá señalética para reforzar las medidas. Se destaca que lo más importante es el uso obligatorio de cubrebocas para guías y visitantes.

El cubrebocas, un reto al subir
El santuario El Rosario, en el municipio de Ocampo en Michoacán, es reconocido porque aquí se concentra la colonia más grande de mariposas monarca en toda la reserva, que viajan más de 4 mil kilómetros desde Canadá y Estados Unidos.
Llegar hasta la colonia es un reto para los capitalinos que se han mantenido en confinamiento y con poca actividad física, pues se requiere caminar cuesta arriba 2 kilómetros a una altura de 3 mil 300 metros sobre el nivel del mar. El cubrebocas complica respirar a esa altura, pero no hay opción, aunque se esté al aire libre, la nueva regla establece que está prohibido quitárselo en cualquier sitio del santuario.
“Eso es parte del código de ética y del reglamento que va a tener la gente, aquí la persona que se quite el cubrebocas o que no obedezca las medidas higiénico-sanitarias, la misma comunidad va a poder llamar a la policía. Obviamente se les va a decir primero, se les va hará la recomendación de que no pueden entrar sin cubrebocas y que todo el tiempo deben usarlo”, dijo Patricia López Becerra, directora de Cenatur.
Mientras que Elia Cruz, secretaria del comisariado ejidal, recomendó a los interesados en visitar la zona que eviten realizar el viaje a los santuarios sin antes tener la certeza de que estén abiertos, información que dará a conocer formalmente la Conanp, así como las nuevas disposiciones establecidas, como la obligatoriedad de que las agencias de viajes reserven su lugar, ya que solo se les permitirá realizar recorridos entre semana, mientras que el fin de semana se dejará para familias particulares.
“Soy de la opinión de que no se abriera, que la gente tomara conciencia de lo que es realmente el covid-19, porque es un peligro en el que ponemos nuestra salud y nuestra vida. A los visitantes, sugeriría que se esperaran, que no hicieran del viaje sin antes informarse, porque aún no nos han dado la fecha real de la apertura y estamos todavía valorando si se abre o no”, indicó.
ROA