A diferencia de otras áreas o servicios que bajan su actividad durante el periodo vacacional, el Mercado “Donato Guerra” mantiene su ritmo habitual e incluso se viste de gala para recibir a las familias foráneas que, al visitar a sus seres queridos en Lerdo, aprovechan para recorrer sus pasillos y llevarse un recuerdo... o disfrutar unos tradicionales chiles rellenos.
Pablito Garza, comerciante con años de experiencia en el lugar, atiende un local donde ofrece de todo: desde jaulas para pájaros y molcajetes hasta vestimenta para danzantes y su tradicional pipián, preparado con la receta de su abuela.
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A decir del propio Pablito, durante las vacaciones la afluencia de gente se mantiene constante tanto en la mañana como en la tarde.
“Están muy bien las ventas, diría excelentes, ya que llega gente de fuera que viene a visitar familiares, y la visita al mercado es obligada. Sobre todo los que vienen de Estados Unidos, Guadalajara, San Luis o Zacatecas; compran cositas y de paso aprovechan para comer desde un caldo de res hasta enchiladas, gorditas o chiles rellenos”, comentó.
Sobre la llegada de grandes centros comerciales a Lerdo como Mercado Aurrera, AlSuper, La Esmeralda y otros en proceso de apertura como Walmart, Pablito asegura que eso no ha afectado.
“El mercado es el mercado. Aquí hay precios económicos, y eso es lo que la gente busca. Además, aquí los kilos son de mil gramos”, afirma con orgullo.
Destacó también que el mercado ofrece frutas y verduras frescas, carne de primera calidad y productos auténticos, a diferencia de otros lugares donde, asegura, se vende pura “pachanga” (producto de segunda).
Para él, visitar el mercado sin comer en sus fondas es como no haberlo conocido.
“Los domingos no pueden faltar: hay menudo, barbacoa de cabeza y las tradicionales gorditas de maíz o harina, con guisos como carne con chile, asado rojo o verde, chicharrón prensado o peya, frijoles, queso, papas verdes o rojas.”
Con orgullo, Pablito señala que el Mercado Donato Guerra es un viejo longevo con mucha vida aún. Fundado en 1850, en sus inicios fue un espacio habilitado para guardar las mulas de quienes tomaban el tranvía rumbo a Torreón para hacer sus compras en los grandes almacenes. Desde entonces, ha sido el corazón comercial y gastronómico de Lerdo.
edaa
